Capítulo 26

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—Señorita, extienda los brazos a la altura de sus hombros, por favor. —indicó la loba que adornaba en su cuello una cinta de medir. La pelirosada asintió con nerviosismo cumpliendo la instrucción e intentando mantenerse lo más quieta posible.

Se había molestado en pasarse toda la mañana recorriendo tienda por tienda buscando un vestido de gala que pudiese complacerle lo suficiente para sentir que esa noche sería la mejor y más inolvidable de todas.

Debía admitir que le colocaba aún más nerviosa saber que iría con su príncipe azúl que por un momento había dado por perdido, y solo por él hacía el esfuerzo de dejar su cama todas las mañanas. Eso era amor de verdad.

Se podría decir que era un poco fantasiosa en cuanto a la noche perfecta se refería, no sabía muy bien como actuar o reaccionar para esa noche de fiesta, sólo esperaba que fuese como las películas que se pasó viendo en vela durante la semana —excepto Carrie, odiaría que fuese víctima de un baño de sangre de cerdo en su supuesto mejor día de su vida—.

—Srta. Amy, ya puede bajar los brazos hace media hora. —le despertó una dulce vocecita para sobresaltarse y acomodar sus brazos ya entumecidos, observando a su costado a la adolescente e inocente coneja quien le observaba con orgullo y admiración— ¿Soñando otra vez despierta?

—Sí, bueno. Más o menos. —respondió dudosa entre risas, para bajar del taburete que estaba ubicado frente a tres pantallas de espejos en donde veía las medidas para su vestido— Sólo quiero que esta noche salga todo perfecto y… bueno, que sea romántico. —comentaba con ensoñación juntando sus dos manos con encanto.

—Por supuesto que irá todo como debe ir srta Amy. El destino tiene una linda historia escrita para usted. —alentó la de color crema para sonreírse mutuamente.

Amy se dirigió a la diseñadora para revisar los últimos retoques de su vestido de gala y quedar con retirarlo ese mismo atardecer. Cuando se dio la vuelta para dirigirse donde su amiga poco se había dado cuenta que esta estaba muy bien arreglada, junto con una vestimenta digna de admirar desde lejos.

—Dime, Cream —Rompió el silencio la mayor cuando ya iban saliendo de la tienda, obteniendo la atención de la coneja— ¿A qué se debe tanto arreglo en tu rostro y vestimenta?

Aquella pregunta pareció tomarle sin previo aviso, resultando con una adolescente con rostro a medio enrojecer avergonzada.

—¡Ah, es que…! —pronunció buscando con la mirada en dónde detenerla— Bueno, ¿Uno no puede vestirte bien para salir? —excusó con sonroje evitando la mirada acusadora de su amiga.

La de ojos jade no pudo evitar soltar una carcajada burlona ante la apresurada excusa que había inventado su amiga, le recordaba a ella cuando tenía su misma edad.

—Oh, claro que puedes. Gracias por tomarte la molestia de arreglarte tan bien para caminar a mi lado y humillarme con mi mal sentido de la moda. —le vaciló rodando los ojos sarcásticamente, haciéndole gracioso el rostro de alerta y horror formulado por la coneja al escuchar su comentario de pena fingida.

—¡No, srta. Amy! ¡No es lo que usted dice! —exclamaba con horror deteniéndose frente a ella— ¡Perdoneme por mentirle! No es por haber salido únicamente, yo… —Cream pareció sonrojarse aún más al vacilar un poco, buscando las palabras correctas para mencionar lo que sea que hubiese provocado su sentido tan refinado para vestirse tan dulcemente— yo… ahora, tengo… una cita. —musitó casi en un minúsculo susurro, tal que la eriza tuvo que inclinarse un poco más hacia ella.

—¿Me repites lo último, cariño? —pidió burlona al no haber escuchado del todo bien sus últimas palabras.

—¡ Que tengo una cita! —exclamó tapando su rostro a una velocidad instantánea en cuanto terminó la frase, Amy rió ante tanta ternura e ingenuidad de su parte, palmeando su cabeza.

Aléjate de mi lado [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora