Después de esa noche, el pequeño Celegorm visitó todos los días el bosque y pasaba las horas con el Vala, aprendiendo a tirar con el arco o blandir una espada en nombre de la cacería.Siempre iba acompañado de su fiel amigo, Huan, con quien con el tiempo conoció y amó. Empero, cuando se presentó a su casa, por primera vez con Huan a su lado, su padre se negó rotundamente a tenerlo bajo su techo, diciendo que produciría demasiado pelo y recuerdos malolientes que nadie quería oler. Pero su madre lo aprobó porque se dió cuenta del lazo que había formado con su hijo, además, lo recibió con un gran abrazo y bañada en lágrimas. Mientras que sus hermanos, fueron víctimas de más de una travesura por parte de Huan y nunca entendieron cómo había salido libre tan fácilmente.
Al final, Celegorm y Huan permanecieron juntos; jugaron, lloraron y rieron, como los buenos amigos que jamás pudieron haber. Tiempo después llegó Curufin, y Nerdanel no pudo estar más feliz al tener una familia ahora más grande. Incluso Fëanor cargaba al bebé y Caranthir comenzaba con sus travesuras.
Los meses se volvieron divertidos mientras Curufin crecía, Huan y Celegorm hacían de las suyas, y Maedhros y Maglor maduraban.
Cuando la mañana comenzó, Celegorm se arrastró por las sábanas de la cama que compartía con Maedhros. Huan se levantó de igual forma, en silencio, y cuando por fin iba a escapar, el pelirrojo lo detuvo tirando de sus pantalones.
—¿A dónde vas? —le preguntó el mayor con cierto tono exigente.
Aún nadie comprendía un par de cosas; Maglor y Maedhros no sabían cómo Celegorm había pasado la noche sin morir de miedo, y lo más raro, el rubio ya dormía con la luz apagada. Aun sí le contaban cuentos de terror, Celegorm dormía cómodamente al lado de Huan. Además, Nadie en toda la montaña de Tuna, conocía las razones de Celegorm para adentrarse en el bosque de los gritos todos los días hasta tarde.
Comenzó por ser el raro, pero tarde o temprano más de un Eldar curioso le siguió y de tal forma, conocieron que quienes vivían en ese lugar eran dos poderes de la tierra media. La venda en los ojos que Melkor le puso a los Eldar comenzó a caer gracias a Celegorm y su amistad con el Vala cazador.
Oromë les enseñó a los curiosos a usar algunas armas y a cazar, mientras que Vána instruyó a otros en el respeto y amor por la vida y la naturaleza. Habían arreglado perfectamente el problema que Melkor les había provocado.
—Con Oromë —dijo el rubio con total honestidad—. ¿Algún problema?
—Pasas demasiado tiempo con él, comenzarás a aburrirlo —se interpuso Maglor. Bostezó y observó a Huan, quien le gruñó. Esos dos no congeniaron hasta haber dejado Valinor—. Mamá aun no ha hecho el almuerzo, además, aún tienes cosas por responder.
Los mayores se levantaron de sus camas y aprisionaron al rubio en una esquina de la habitación. Maedhros sonrió y golpeó el puño de su mano, mientras que Maglor parecía inexpresivo, de tal forma creían que estaban intimidando a un joven Celegorm.
ESTÁS LEYENDO
Ladrando a la luna
FantasyCelegorm necesitaba de algo o alguien para encontrar la valentía con la que se le conocería después por todo Valinor y la Tierra Media. Amaba a su familia, pero no creía compartir la misma razón de valentía que su madre. Fue entonces que se escribió...