Capítulo 4

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Aquella mañana, Julia se despertó sobresaltada, después de un sueño angustioso. Sintió una opresión en su pecho, como si le hubieran clavado un punzón.

–¡Dios mío que me sucede! –Exclamó asustada.

Nunca había experimentado tal sensación. Y no se deleitó con las alegres melodías, que al amanecer, entonaban los pajarillos, su atención estaba en ese presentimiento extraño, que nacía desde el fondo de su corazón.

Raras veces acostumbraba a madrugar; sobretodo si era domingo, pero se levantó y caminó hasta la pequeña ventana, y con su delicada mano corrió la cortina que la resguardaba. Elevó su mirada al cielo y se perdió en el horizonte, ya que, por primera vez pensaba en su futuro. Despertaba a lavida, si bien, le parecía bella, pero ahora se confundía con un miedo indescriptible.

–¿Por qué tengo un mal presentimiento?... como si fuera a pasar algo malo... –Se dijo así misma.

Julia no imaginaba, que en ocasiones, el destino lo alteraban quienes poseen el poder, usándolo equivocadamente, para perjudicar al más débil, como una varita mágica, que influye en la vida de los demás; usurpando su libertad, y hasta su vida. Julia era una joven de mirada diáfana y dulce, de temperamento cándido y piadoso. Daba gracias a Dios por la vida. Admiraba la naturaleza, la contemplaba extasiada, fijaba su atención en los pequeños detalles de la vida; en el canto de los pajarillos, en el caer de las hojas, en las arreboladas de los atardeceres. Vivía en una utopía. Continuó el día como un ritual, preparó el desayuno parsimoniosamente y esperó a que sus padres se levantaran.

–¿A qué horas saldremos esta tarde? –Les preguntó Julia a sus padres durante el desayuno.

Los padres de Julia se miraron indecisos. Para la familia, bajar al parque del pueblo, gozar de la suave brisa, jugar con los amigos y después ir a la iglesia, era una costumbre.

–Hoy no bajaremos al pueblo... –Le contestó inquieta la madre.

–¿Por qué mamá? Sucede algo...

–No, nada Julia, si lo deseas puedes ir con sola con Juan. –Le dijo la mamá–. Nos quedaremos para descansar un poco. No se olvide estar temprano.

En realidad, les urgía estar a solas, para discutir el problema del padre de Julia. Además pensaron que al darle un poco de libertad a Julia, le serviría para que fuera adquiriendo responsabilidad a la hora de tomar sus propias decisiones.

Julia sintió una vaga alegría, podría estar a solas con Juan. Ya no era como antes, que gozaba de la compañía de sus vecinos. Al atardecer se reunían todos en la calle para jugar, y como no tenían los recursos económicos para comprar un televisor; la influencia de éste no se reflejaba en sus juegos, pues había una inocencia muy grande en los jóvenes, quienes abiertos a la imaginación; se inventaban mundos fantásticos, lejos de toda contaminación de sexo y violencia.

El amor florecía entre los dos jóvenes, como una tormenta que va creciendo y no da tiempo a detenerse a pensar.

Después del almuerzo, Julia se retiró a su cuarto a arreglarse. Cuando estuvo lista, se dirigió al cuarto de sus padres para despedirse de estos. Ellos estaban tomando una siesta. La madre de Julia se levantó y la invitó a sentarse en el borde de la cama, haciéndole señas con su mano.

Le dio un cariñoso beso en la frente y un abrazo, haciéndole recomendaciones pertinentes a su salida. Luego le dio la bendición. Para Julia esto fue muy raro, porque su madre hacía esto solamente cuando tenía que hacer un viaje largo, o se iba ausentar por unos días, pero bajar al parque y volver... le pareció extraño a Julia. Después de despedirse de su padre, salió de la habitación cerrando tras de sí, la puerta.

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⏰ Última actualización: Jul 11, 2019 ⏰

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