CERO. "la cerilla".

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serendipia; Hallazgo afortunado, valioso e inesperado que se produce cuando se está buscando algo y se encuentra otra cosa totalmente distinta, de manera accidental, por el destino.

He escrito sobre muchos amores recuperados, perdidos, parados, rotos y empezados en Buenos Aires. Y es que esa ciudad... Esa ciudad ha visto demasiadas cosas. Tristezas y alegrías, enfados y reconciliaciones, sueños y pesadillas, injusticias y justicieros... Algunas de esas cosas vistas convertidas en anécdotas pueden ser contadas y otras... Otras que cada uno debe guardarse, pero jamás olvidar. Porque hay muchas historias que son sobre habitaciones negras, como la vida. Sobre perder el tiempo en personas, y perderlo en causas perdidas. Sobre corazones rotos y su antídoto. Y no sé si contarlo sea o no lo indicado, pero olvidarlo... Olvidarlo jamás lo será.

Empiezo de nuevo a relatar otra de esas cosas que Buenos Aires ve y siente, con todos sus colores. Casualidad y deseo del destino, supongo que eso fue lo que hizo que esto fuera una serendipia.

Manuel es una de esas personas a las que por suerte, muchos, se han resistido a etiquetar. Creo, bueno, en realidad, puedo casi asegurar, que por su falta de conocimiento acerca de él. Es realmente enigmático y esa, es una de sus virtudes, en mi opinión. Pero claro, a veces también puede ser un defecto, porque para él, es muy difícil abrirse con una persona y mostrar que es lo que le pasa por su mente.

Y joder, no siento decirlo de esta manera pero me disculpo por educación, Manuel tiene una mente tan maravillosa que para cualquiera que la visite, tiene que ser un privilegio.

En un momento de su vida en el que están a punto de llegar unos, tal vez leves, pero realmente difíciles cambios y sobre todo, tiene que empezar a dejar atrás los pensamientos negativos sobre experiencias pasadas, necesita más calma que nunca. Y buscando a la tranquilidad, la más pura y ansiada tranquilidad, se encuentra el fuego más desnudo que jamás ha conocido. Y por accidente, sin querer, sin saber cuando pasó, termina enamorado. Enamorado de ese fuego, que solo hace que todo él arda.

"Solo".

Bia es una chica llena de vida, gracias a lo mucho que ha aprendido de la muerte. Ha sabido absorber todo lo que ha podido de sus experiencias con las personas y las cosas. Es una soñadora nata. Su imaginación no conoce a la palabra límites y su creatividad ni se puede explicar. Es simplemente luz, luz y fuego, y ella solo busca la gasolina que pueda mezclar con su fuego, para terminar en un profundo y agobiante incendio lleno de entrega y pasión. De todo. Lleno de emociones. Lleno de situaciones límite que no tienen límite. El extremo entre la locura y la cordura.

Ella busca vivir.

La brasileña encuentra a la tranquilidad y ligera oscuridad, en medio de esa búsqueda. Pero eso que encuentra, es más que suficiente, como para hacer que se encienda la mecha. La misma que comienza a formar el interminable incendio que los une a ambos. La gasolina al lado de Manuel como material inflamable, queda realmente mal.

Se forma entonces un incendió con fuego sin ser fuego.

Un incendio con calma lleno de huidas.

Un incendio de Manuel y de Bia.

Un incendio cuya cerilla fue una serendipia.

Un incendio, que es definitivamente, El Incendio.

"Creo que lo que ocurrió fue... Una serendipia. Porque cuando yo buscaba tranquilidad, me encontré con el mayor huracán que nunca he conocido. "

« De esas bonitas casualidades,
que la vida te pone por delante...

...Y puedes recorrer miles de ciudades,
y puedes intentar cambiar tu mente,
y puedes forzar miles de maldades,
y puedes hacerte pensar que estás demente...

Pero jamás podrás creer que,
tú feliz así no te sientes. »

Así que, ponte cómodo, y lee esta historia que comenzó en un pequeño y curioso bar, a la hora de los deseos, en el mes del número sagrado por excelencia y en la ciudad de las mil y una historias.

Vamos allá.

Serendipia; BinuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora