Contradicciónes

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La manzana... Estaba aquí...
     La manzana, que al parecer es la que elegí hace unos varios minutos, porque para variar no tengo noción del tiempo en este lugar, estaba en la habitación.
    
¿Cuando y como entró?

     Entiendo que no estaba al tanto de qué ocurría dentro del cuarto más allá de que no pasaba nada pero la puerta jamás se abrió, nada pasó por ella, ni por la ventanilla y es imposible que haya pasado por debajo.
     Algo muy raro estaba pasando, así que haciendo internamente una tregua con ella, fuí hacía la puerta para inspeccionarla, tal vez saque una o dos conclusiones, pistas o algo de ella... O tal vez no.
     La puerta estaba igual que siempre, tenía seguros que se conectaban a las paredes y gracias a eso evitaba que se abriera a la fuerza, desde dentro yo no tenía la menor idea de cómo es que se abría por fuera, a lo mejor era con una llave especial o una contraseña... En el peor de los casos, cabe la posibilidad de que no se abra y esté condenado a ser un montón de huesos humanos en una cárcel.
     Descartando la hipótesis de que la puerta esté hecha para no abrirse, no hay otra forma en que metas una manzana, salvo que la ventanilla se abra también, pero estoy seguro que habría escuchado como se abriría, este lugar no solo es demasiado blanco sino también demasiado silencioso, podría tirar un alfiler y lo escucharía a 3 kilómetros de distancia.
     Y pensándolo mejor ¿Cómo es que entra aire en esta habitación? Como dije, el único hueco de este lugar es desde la puerta y es tan hermético que los ruidos del otro lado de ella tampoco se oyen.
     Siguiendo esa lógica, yo debería estar muerto por asfixia y sin embargo no me siento sofocado de ninguna forma ¿O estoy en un coma ahogandome lentamente y  esto es un sueño? Dios ¿Que idioteces digo? Este lugar empieza a corromperme la cabeza, la única respuesta es que hay otra salida en algún lugar de esta misma habitación y la cual puede ser la clave de mi escape.
     La única forma de hallar algo es que esté en las paredes, piso o techo, la puerta como es de costumbre no me sirvió para nada, por lo que me dispuse a revisar las paredes, el bloque gigante, el piso, sin encontrar nada, intenté golpeando para ver si había algo del otro y presionando las baldosas que componían la habitación pero no había nada.
     Lo único que me faltaba revisar era el techo, que desgraciadamente estaba demasiado alto como para que lo revise, así que solo revisé los que pude alcanzar desde el bloque. Por supuesto, en ninguno encontré nada.
     Golpeé cada centímetro de la habitación y todos sonaban exactamente igual, ninguno tenía una tapa o algo en específico, por lo que podrían estar en las baldosas que no busque o sino...
     No, no es posible, tiene que estar en algún lugar, no hay ventanas, conductos, nada por dónde entre el aire, ni siquiera un agujero, no tenía idea aún como es que la manzana que me trajeron entró acá, este misterio me tenía sin respuesta alguna, es obvio que tiene que haber una forma, pero por alguna razón no la había.
     Sin embargo mientras pensaba en incoherencias ambientales, me voltee para ver la puerta y ví que ellos estaban ahí.
     3 de ellos, no sé si no son los mismos de antes, estaban parados charlando frente a mi puerta, así que sería mi oportunidad para dirigirme a ellos y pedir ayuda, comida o por lo menos una explicación, tengo derecho a saber porqué estoy acá.
     Por eso mismo lo primero que se me vino a la mente fue correr hacía la ventana y llamar su atención, gritando, golpeando por otra décimo quinta vez la puerta, todo para hacer que me notaran hasta que por fin funcionó y se empezaron a acercar, aunque por como se dirigieron, diría que ya tenían planeado hacerme una visita. No obstante, la mejor parte fue cuándo la puerta con la que tanto había luchado, empezó a abrirse.
     Para este punto mi corazón bombeaba como un motor de avión y el cuerpo me temblaba de adrenalina, no solo sabía que la puerta se abría, sino que saldría, no sé a donde, ni que me harían, si escaparía usando fuerza y si incluso no moriría en el intento.
     A más lo pensaba más incertidumbre y curiosidad me daba pero toda mi felicidad y valentía se esfumó como la llama de una vela en la oscuridad cuando la fría brisa de la crueldad del destino golpeó mi cara.
     Ni bien la puerta se abrió, los agentes me dispararon con pistolas Taser, de esas eléctricas que utilizan los policías comúnmente, y, por obvias razones, mi cuerpo entero respondió a caer al suelo derrotado en una batalla que desde el inicio parece que me tocaba perder.
     Pasaron pocos segundos antes de que no solo cayera inmovilizado sino que también me desmayaría, sentía hasta corriendo por mis venas el sentimiento a decepción, mientas los enmascarados me agarraban.
     El piso estaba frío y me congelaba la mejilla...

La Prisión De Los SepultadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora