Inercia

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Fue como volver al inicio, solo que esta vez el mismo lugar y condiciones en que desperté ya anunciaban que no solo estaba atrapado, si no que yo corría peligro.
     Para cuándo recuperé la conciencia estaba en una habitación que verías en cualquier película de horror, con mala iluminación y atado a una camilla, al menos ahora no era un pedazo de mármol gigante. Sin embargo, piensen que si ya estaba desesperado en una celda, estar atado en un lugar oscuro era como bajar con un ascensor hasta el mismísimo infierno.
     La camilla me tenía abrazado a ella con cinturones muy bien agarrados de las que no me podía liberar, era obvio que esa cama fue diseñada para atrapar personas, del esfuerzo que hacía para liberarme hasta empecé a sudar mientras solo me imaginaba que iba a ocurrir.
     Esos pensamientos desesperantes empezaron a cobrar sentido cuando voltee a ver mi alrededor y ví elementos de cirugía en mis alrededores, en ese momento mi verdadero miedo se desató y empecé a gritar, aunque si me han atado aquí sin siquiera taparme la boca, es porque saben que pedir auxilio no sirve de nada.
     Tras unos aproximados dos minutos de limar mis cuerdas vocales como último intento de salvación y tratar de liberarme de los cinturones sin éxito solo quedé totalmente exhausto con mis inseguridades y pronósticos acerca de que tan doloroso sería que me diseccionaran, a la distancia, escuchaba los pasos y el eco de los mismo, de alguien que aunque no tenía prueba alguna, sabía que vendría hacía aquí.
     Lenta y silenciosamente entró un enmascarado, solo uno, con un traje negro tan aterrador que parecía haber sido confeccionado con pesadillas, que sin decir absolutamente nada se acercó hacia una silla de metal que estaba adyacente a la mesa para agarrarla y dirigirse hacía mi para sentarse a mi lado.
     -- Saludos recluso 213, antes de entrar en detalles le digo que no tiene porqué estar asustado, nadie va a realizar ningún tipo de intervención quirúrgica o daño de algún tipo, solo lo hemos atado como medio de seguridad.
     Me limito a quedarme en silencio y prestar atención a lo que tiene para decir, su voz era profunda, pero me habló de tal forma que lo hacía ver cómo alguien amable, como si hablara con un niño, aún así, no solo la situación y su vestimenta, sino que su tranquilidad era preocupante, por supuesto, no vino a visitarme o algo así, hay una razón por la que vino.
     -- Creo que ya está algo más calmado, en ese caso empezaré con mi labor, he venido aquí a hacerle un cuestionario, será breve, son solo unas 6 preguntas, únicamente le pido que por favor responda con sinceridad, incluso aunque no le guste la respuesta.
     Esto solo causó que mi miedo se transforme en indignación
     -- ¿A mí me encierran en una celda, me tratan como un criminal y quieren que responda preguntas como si nada? Si es así, podés agarrar tu cuestionario e irte a la mierda.
     -- Señor, yo solo hago mi trabaj-
     -- ¡¿Su trabajo es secuestrar gente?! ¡¿Eh?! ¡¿Arruinar la vida de alguien que simplemente hacia su rutina?!
     El desconocido no dijo nada, solo permaneció en silencio mientras yo le arrojaba cuanto odio e insultos podía, hasta que con solo una pregunta logró silenciarme a mí.
     -- ¿Quiere usted saber la verdad?
     ¿Acaso este tipo estaba dispuesto a explicarme todo? Si es así, no puedo dejar pasar esta oportunidad.
     -- Por supuesto que sí, nadie me ha explicado nada desde que estuve aquí.
     -- Entonces hagamos un trato, usted responde mis preguntas y yo le daré la llave a la verdad.
     No tuve más opción que acceder, salga o no salga de acá, prefiero al menos morir sabiendo que me pasó.
     -- Está bien -- Respondí
     -- Primera pregunta ¿Que es para usted la felicidad?
     No pensé que esto sería tan filosófico, de igual manera no tengo otra opción más que responder.
     -- Supongo, que es la capacidad de lograr un estilo de vida tranquilo, tener mi hogar, mi empleo, mi familia, esas cosas
     -- Interesante... Segunda pregunta ¿Considera usted que el mundo es cruel?
     El cuestionario se trató de preguntas de ese estilo, "¿Es usted alguien ambicioso?" "¿Como se encarga usted de sus sentimientos?" "¿Se arrepiente de muchas cosas en su vida?" Son las preguntas que me hizo, sin embargo, mientras estás preguntas eran algo más reflexivas, la última de todas se hizo ver de una forma más misteriosa y aterradora.
     -- ¿Creé usted ser capaz de soportar la verdad? Antes de responder, quiero que específicamente se tome un tiempo para pensar la respuesta de esta última.
     Miré al techo y luego cerré los ojos durante unos segundos, no entendí porque tanta seriedad con esta pregunta en específico, pero obedecí y lo pensé.
     -- Por supuesto que sí, me rehúso a vivir en la ignorancia y sea como sea, tendré la resiliencia de vivir con esa verdad.
     -- Perfecto... Entonces estamos listos.
     Ni bien terminó de anotar mis respuestas en un portapapeles se dirigió hacía un cajón y sacó una jeringa junto con un frasco del que extrajo un liquido, luego se volvió hacía mí.
     -- Esto de aquí, es la clave de la verdad.
      -- ¿A qué te refieres?
     Sin saber siquiera a que se refería, apretó con más fuerza los cinturones, evitando aún más movilidad de mi parte y me inyectó lo que sea que era ese líquido. A pesar de mis esfuerzos y miedo del que era lo que había ingresado en mi cuerpo, segundos después todo se desvaneceria, mi visión se empezó a hacer borrosa y mi cuerpo se dormía, lo último que escuche de parte de aquel misterioso hombre fue:
     -- Si todo va bien, tal vez nos reencontremos...

La Prisión De Los SepultadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora