Todos somos hombres,
por naturaleza, frágiles y capaces
de nuestra carne; pocos son ángeles.
Shakespeare, Enrique VIII
Me encuentro otra vez en la gran sala blanca. Todo blanco. Como la última vez, no huele a nada, ni se oye nada. Se parece a ese vacío molesto del despegar de un avión. Tengo los oidos taponados. Vuelvo a notar esa extraña sensación de flotar, como si mi cuerpo estviese relleno de algodón, dándome una esponjoseidad incómoda.
Estoy de pie sola. Solo yo y ese estraño color blanco. Me pongo a caminar hacia delante, sin un rumbo definido. Voy mirando al horizonte, que no hay. El cielo se junta con el suelo. Todo es blanco.
El blanco, aunque debería tranquilizarme porque es lo que dicen la mayoría de expertos, a mi, me agobia.
Noto como la cabeza me da vueltas pensando que hacer, pero sin entender el por qué le he mandado esa orden.
Recuerdo a Gabi. Mi hermano, o espera, ¿es mi hermano? No lo sé, no me acuerdo. Su cara se me está volviendo borrosa. No le reconozco.
Lucy. Lucy, ¿pero era ella de verdad o era otra cosa? Se me pasa por la cabeza una imagen de una horripilante bestia negra y delgada. Me estremezco y pienso en qué tiene que ver con mi mejor amiga. Me regaló una colonia. Mi favorita, tiene que ser muy especial. No recuerdo el por qué pero no noto la confianza en nuestra relación. Eso me enfada y frunzo el ceño. Sigo caminando.
Mi madre. ¡MI MADRE! Llevo sin verla días. Está de viaje. ¿A dónde era? Ah, es verdad, a Barcelona. Por motivos de trabajo, creo. No lo sé. La echo de menos. Suspiro.
Sigo caminando.
Alberto. Mi mejor amigo y ahora... ¿mi novio? No, sólo me ha besado una vez, eso no significa nada. Pero era mi primer beso y también, por lo que sé, el suyo. Extraño. Pienso en él pero me noto rara. Recuerdo su sonrisa tan duce y seductora. Sus ojos grises, ¿o verdes? Otra imagen pasa por mi mente: él, yo y una criatura. Su habitación. Portal. Blanco. Caer.
"Portal", <¿por qué habré pensado en esa palabra? Suena tipo Harry Potter.> pienso.
Caer. Si, noté caerme. ¿A dónde? Eso no lo sé.
El beso. Sonrío, pero noto algo estraño. No tengo emoción. Debería de ruborizarme o algo, ¿no? Es estraño. Espera, espera. No se me acelera el pulso. No tengo pulso. Lo busco.
Me toco la mano derecha con la mano izquierda y no me encuentro el pulso. Me agobio y lo busco en el cuello. No está. Me caen sudores fríos por la espalda. No tengo pulso. Me pongo la mano en el pecho. Dejo de respirar durante unos instantes. No oigo nada. Nada golpea en mi pecho. No puedo respirar bien, mis jadeos me agobian aún más.
"Ya estas muerta"
Suena una voz. Otra vez esa misma voz. Ese tono, ese susurro tan escalofriante. Me detengo. Miro de un lado a otro. No hay nada. Si mi corazón funcionase estaría latiendo a mil por hora. Pero no tengo o no lo noto, no lo sé. La voz me enfada.
_¡¿Qué quieres de mi?!_le grito. Vuelvo a mirar de un lado a otro y sigo sin ver nada o a nadie. Me cabreo y pego una patada en el suelo.
"Estoy contigo"
_¿Pero dónde? No te veo. ¿Qué quieres de mí? _le pregunto está vez en un tono más dulce. Quiero respuestas y las voy a conseguir.
"Te recuerdo"
Esta frase me desconcierta mucho. La reflexiono antes de volver a decirle algo. ¿De qué me recordará? Yo de el no me acuerdo, ¿o si me acuerdo?, no lo sé.
_¿De qué me recuerdas?_ intento sacarle información, pero lo máximo que consigo es liarme más y no entender nada.
"Fuimos vida"
_¿Qué? _ no se me ocurrió nada más que decir. Mi cerebro dejó de funcionar durante un instante. Vida. ¿Qué es eso? Joder, ¿qué es eso? _ No me acuerdo de nada, por favor, explicamelo.
Hubo una larga pausa, en la que mi corazón se hubiera tranquilizado si hubiese sonado. Solo estoy agobiada. Agobiada por esperar a que algo o alguien me responda. <Te estás volviendo loca, Teresa>, pienso de mi misma.
Me enfado conmigo y me tumbo en el suelo, lo que tenga que ocurrir, ocurrirá, pero yo, al menos, estaré cómoda.
Ya han padado más de una hora. Me aburro bastante. No he querido cerrar los ojos como la última vez, pero el cansancio me está venciendo. Al final los cierro y duermo.
Me despierto cómo 5 minutos después. No soñé con nada. Estaba en un mar vacío. Tal y como este.
Abro los ojos. Otra vez.
_¡Otra vez no, joder!_ todo se ha vuelto negro. Todo es oscuridad. Y no veo nada. No hay nadie.
Me pongo a llorar como una niña pequeña. Lloro y lloro hasta que se me pasa el dolor y el miedo. Paro de llorar. Tengo que ser fuerte.
"Te recuerdo"
Otra vez la voz. Miro de un lado a otro. Y casi paso por alto una luz al fondo. Me levanto. Y voy hacia ella.
ESTÁS LEYENDO
Nunca dudes de ti misma
Teen FictionTeresa lleva una vida normal, con su familia, sus amigos y todo a su alrededor es muy cotidiano, en resumen, una adolescente más. Todo comienza cuándo tuvo la visión. Su alrededor sufre daños irreparables. Teresa se empieza a sehhhhhhntir observa...