Capítulo 2

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ADRIEN

—¿Y se supone que es verídico? —cuestiono, retirando la boquilla de la gasolina de la moto de Blake.

—¿Podemos siquiera dudar a estas alturas? Sé que es sospechoso que toda esta gente se nos haya querido unir, pero tienes que pensar que es gracias a Sienna —explica Evan al otro lado de la línea.

Dejo escapar un suspiro que se convierte en volutas de vaho. Las temperaturas han estado descendiendo por estos lugares, especialmente cuando el sol se esconde, por lo que me cierro más la chaqueta y camino hacia donde el dependiente cobra.

—¿Has sabido algo de ella?

—No, lo siento. Desde que todo se terminó, ella y su madre decidieron irse a vivir lejos. Sienna aprovechará de comenzar la universidad allí, junto con April. No la juzgo, yo también querría escapar de todo esto. —Sé que a partes es mentira lo que dice, ya que Blake me ha admitido que tienen conversaciones constantes por teléfono. Ella no querría desaparecer, desligarse de todos nosotros. Es ella, después de todo.

—Vale, hablaremos cuando sepa algo más —me despido, intentando no sonar todo lo cortante que quiero ser.

No es culpa de Evan, tiene que protegernos. Pero, a veces, es molesto que no me de más información sobre ella. Desde que supe que despertó —meses después de que ocurriera—, he querido volver con ella, saber lo que vivió durante esos días dentro de la mente de una criatura como aquella, pero volver sería ponerla en riesgo. Ahora las cosas no están fáciles, ellos nos rondan como buitres.

—Ten cuidado, no sabemos si la información de Erika puede ser una trampa. Yo tampoco me fio de estas nuevas alianzas —murmura, antes de colgar.

Saludo con la cabeza al chico que hay detrás de la caja registradora y deposito en efectivo el dinero. Mientras él lo cuenta y guarda, yo reviso los mensajes de texto que tengo de los chicos. Ninguno parece muy contento con dejarme sólo, pero todos tenemos cosas que hacer. Aunque, si fuera por mí, todos ellos estarían seguros en casa.

Proteger a Sienna, había dicho Blake, se ha vuelto una prioridad que va más allá de sentimientos. Ella tiene el ente dentro de su cabeza, incluso cuando lo ha negado. Ninguno de nosotros es estúpido y todos tememos que esa cosa pueda tomar el control. Mientras no lo haga, hay que buscar un modo de detener todo esto y esa información la deben tener en la sede principal.

—Aquí tienes —dice, sacándome de mis pensamientos.

—Gracias.

Extiendo la mano y recibo el cambio. Voy a salir, cuando su voz me detiene.

—¿Puedo preguntar a donde vas? —Su voz suena inocente, pero yo no me fio de nadie estos días. Cualquiera podría ser uno de nosotros, ocultando sus ojos tras lentes de contacto—. No quiero ser entrometido, pero no pasa mucha gente por estos lugares.

Sería fácil comprobar que tan real es, pero, si veo directo a sus ojos en busca de las señales, entonces podría caer en la mente de alguien peligroso. En ese lugar, hasta un niño puede ser un arma asesina.

—Estoy dando vueltas por ahí —explico, con una sonrisa fingida, evitando mirar la cámara que hay sobre la máquina de hielo—. Pronto comienzan las clases en la universidad, quiero disfrutar algo de libertad antes de eso —miento.

Realmente puede ser alguien curioso, aburrido en un pueblo como este. Pero, a su vez, puede ser uno de ellos. Me siento un tanto paranoico al pensar así, pero eso es lo que nos ha mantenido con vida por tantos años. Reglas básicas y necesarias.

—Ya me gustaría a mí lo mismo —murmura, con aire soñador—. Como sea, que tengas una buena noche.

Me despido con un ademán y vuelvo a salir a la fría calle, donde ya no hay luz en el horizonte. Con un suspiro cansado, llego hasta la motocicleta y me pongo el casco en la cabeza, sin dejar de mirar los alrededores. Es un arte el tener que fingir que está todo normal cuando realmente estás analizando todo a tu alrededor. Un arte que las gemelas tardaron sus buenos meses en enseñarme.

Hipersomnia #1.5      [pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora