3. Casualidades, favores y promesas.

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Raoul se despertó como cualquier otro día. Dos días antes había tenido una reunión con el consejo Jedi, después de saber que había pasado en el mercado le habían felicitado por su gran labor.

Se estaba curtiendo un nombre y una fama que le venía genial para cuando finalmente le nombraran caballero Jedi y superara las pruebas.

Sin embargo no es todo gloria y misiones. Esa mañana le tocaba día en la biblioteca, le vendría bien tener la cabeza en otros lugares porque las últimas noches le habían vuelto a visitar sus viejas pesadillas con sus nuevos ojos protagonistas.

Como cada mañana se levantaba, se metía en la ducha, se rehacía su trenza y se vestía para ir al entrenamiento.

La Biblioteca del Templo Jedi se alzaba con su forma circular. Una serie de edificios rectos surgían del patio central creando unas aspa de ocho brazos. En ella se recogen toda la base de datos relativos a la Orden Jedi y a su historia. La biblioteca es privada para gente de la Orden.

El completo silencio de las amplias aulas de estudio es lo que más atraía a Raoul. Aunque todos los libros del universo que te puedas imaginar están digitalizados y se puede acceder a ellos a través de pantallas táctiles, Raoul siempre había sido de los que prefería el papel y la pluma.

Buscaba por los pasillos ordenados alfabéticamente algún tipo de manual que le explicara el significado de los sueños, quizás tomos sobre la oscuridad y la luz o sobre cajas de cristal. No sabía exactamente que estaba buscando ni que quería encontrar, solo sabía que necesitaba explicaciones y que esas explicaciones, de estar en algún sitio, sería allí.

Avanzó hacía una de las mesas centrales de seis plazas con varios libros que había encontrado. Los apartó a un lado y sacó su cuaderno personal. Era algo como un diario privado, un bloc de notas y un bloc de dibujos. Todo lo que Raoul pensaba, escribía o dibujada estaba allí.

Pasó a la siguiente hoja limpia y escribió como un título la palabra: RESPUESTAS. Abrió el primer libro y fue directamente al capítulo de la oscuridad. Encontró algunas páginas sobre el miedo, el sufrimiento y la ira, el camino al lado oscuro, las tentaciones, grandes caballeros Sith de la historia, la guerra milenaria e incluso los Jedis caídos, pero nada parecía explicar sueños ni ojos oscuros.

Un poco abatido y desesperado cerró el gran libro con fuerza y lo empujó fuera de su alcance. De repente fue consciente de que alguien le miraba desde el asiento de al lado, hasta ese momento no había sido consciente de la presencia de la otra persona.

Se giró repentinamente y al verle otra vez desvió la mirada y cogió otro libro donde tener puestos los ojos. Cualquier lugar sería más seguro que caer en esos ojos otra vez.

- ¡Ay! Pequeño padawan, siempre que me ves te asustas ¿me lo debería tomar como algo personal? - su voz sonaba dejando pasar el aire para crear el menor sonido posible, pero Raoul ya había sentido el escalofrío.

- Me asusto de los acosadores. Déjame en paz. - Raoul recogió todas sus cosas desperdigadas por la mesa y se levantó con ganas de huir de ese sitio, huir de él y sobre todo de esos ojos que le encerraban.

- Espera, aún no te he dicho lo que quiero de ti. - Agoney le seguía con paso firme dos pasos por detrás.

Raoul se acercó para dejar los libros en las cestas que había en los laterales de las largas estanterías para devolver los libros a su sitio, lo cual le hizo parar durante tres segundos, segundos que utilizó su perseguidor para encontrarle.

-Me interesa entre cero y nada lo que quieras de mí.

- Solo quiero saber tu nombre, por favor - entonces le miró a los ojos y lo que vio le sorprendió, solo había sinceridad en ellos.

// Luz y Oscuridad //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora