La gélida brisa marina se deslizaba por mi rostro con elegancia. Nada nuevo, por supuesto: alguien que ha pasado toda una vida cerca del mar no lo olvida fácilmente. Aún así nunca me cansaba de ella. Miré a mi alrededor. Delante de mí se extendía una majestuosa extensión de agua de la que no alcanzaba a ver el final. Bajo mis pies, nada más que el aire me separaba del implacable océano. Allí era donde estaba yo, sentado, desafiando al viento a que me empujase hacia una caída inevitable. Debatiéndome entre la vida y la muerte. El sol comenzó a descender, y mis más íntimos pensamientos se manifestaron de nuevo.
Estoy listo para que una ola me lleve, y no cambiaré de opinión. Sé cual es mi sitio, y está con los que he querido. Ellos han hecho todo por mí, sin importar las consecuencias. Mi comida, mi agua, mi vida, mi historia, mi forma de pensar; se lo debo a ellos. Moneda por moneda, segundo a segundo, lección a lección; todo ello ha formado una gran deuda. Deuda que ya no puedo saldar, por desgracia. Es por eso que su mención ha de ser digna de ellos.
He querido a mucha gente a lo largo de mi vida: altos, bajos, negros, blancos, cristianos, judíos...; a todos los he acogido como hermanos y ninguno de ellos me ha traicionado jamás. Cualquiera podría pensar que ha sido suerte, pero en lo que a mí respecta no ha sido así. Mi criterio no se basa simplemente en escuchar, sino también en observar. A menudo las palabras engañan a las personas, y las ciegan para que no adviertan las intenciones del emisor. A mí me basta con mirar a los ojos a alguien mientras te promete su lealtad: siempre es suficiente. Si pretende engañarme, que lo intente: sus ojos le delatarán. Si en lo que dice no hay mentiras, lo reconoceré de inmediato. Fueron 30 años los que me costaron encontrar a la gente que ahora aprecio. Así y solamente así, logré rodearme de personas que valen realmente la pena, desde la primera hasta la última de ellas. Sé que sacrifiqué mucho tiempo en la labor, tiempo que podría haber pasado buscando la manera de ganar cantidades abismales de dinero a costa de los demás. Un tiempo que para mucha gente estaba desperdiciando. Un tiempo que, sin embargo, fue el mejor invertido de mi vida.