Primavera

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«12 años»


Ambos sentados en la banca de un parque lleno de árboles de copa rosa, acompañados con un helado de frutos rojos en la mano derecha del adolescente.


—¿No dirás nada, niño?

Tony habló primero. Lo hizo con calma, como si no quisiera alterar los nervios del menor.


—No importa lo que diga. Usted siempre está planeando viajes y peleas con super villanos —por supuesto, eso último no le molesta, pero se siente muy solo. No debería buscar consuelo en alguien tan ocupado como Tony, pero para empezar él fue quien lo buscó.

Su postre se derretía. Llegaba incluso a resbalar hasta ensuciar su mano.


—Lo hago para proteger el mundo. Ah, y por cierto, eso incluye el lugar en el que vives, donde seguramente May está esperando tu regreso. ¿Y si yo no hubiera aparecido?, ¿cómo reaccionaría ella al enterarse de que su sobrino se arrojó de un vigésimo piso?


Peter apretó los dientes, los párpados, y el agarre de su mano en el cono de helado, rompiendo este último en el acto.


Tony llevó la mirada a otro lugar, debería estar midiendo sus palabras, pero, por Dios, es la segunda ocasión en la que salva por casualidad la vida de este niño, el cual conoce todo de Tony, es casi como si vivieran juntos.


Aunque eso no justifica su falta de sensibilidad hacia él. El pobre chico acaba de ver morir a su tío. Ben Parker. Stark no tuvo la fortuna de conocerlo, como tampoco ha conocido a la tía May.


Tuvo la consideración de tomar la mano sucia de Peter y limpiarla con un pañuelo rojo, siendo esta acción correspondida por una triste y juvenil mirada fija en sus ojos cansados.


Se miraron entre sí por un rato.


—Lleveme a casa —ese instante fue interrumpido por una voz angelical, quebrada. Destrozada—. Lleveme a casa, señor Stark, quiero volver con May.

Así lo hizo, dejó a Peter en la entrada del departamento rentado por la mujer. Abrieron la puerta usando las llaves del joven para que Tony no perturbara la ocasión con presentaciones. Aunque dentro de la casa varias personas vestidas de luto estén planeando cómo encontrar a Peter, quien escapó cuando todos estaban distraídos.


—Escucha, niño, voy a regresar —retiró la corbata roja de su cuello para colocarsela a Peter—. Cuida esto por mí.


El menor trae puesto un suéter rojo, evidentemente se lo colocó con prisa sobre su pequeño traje formal.


Se escuchó la voz incrédula y lastimada de la tía May, pronunciando el nombre de su sobrino desde los interiores del departamento.
Peter apartó las manos de Tony y entró corriendo a reunirse con la mujer que representa ahora su única familia.

24 añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora