Doce

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Dinastía Goryeo.

Dolor.

Inexplicable dolor y cansancio.

Eso era todo lo que podía sentir cuando abrió los ojos, su cabeza giraba, su garganta ardía como si hubiese tragado fuego y no podía mover ni un solo dedo sin sentir que su cuerpo pesaba una tonelada. Estaba confundido, mareado, sin tener idea de donde se encontraba. En medio de todo, pudo sentir un par de ojos que lo observaban desde una esquina. Vigilantes.

—¿Cómo te sientes?

La voz era ronca pero amable. Agradable a sus oídos. Entrecerró los ojos al sentir el aroma de quién le hablo, era un omega.

—¿En...dónde...?—Se ahogo con sus palabras, era doloroso siquiera respirar. Sentía que tenía quemada la garganta. Tuvo arcadas.

El omega de cabello castaño que lo cuidaba se levanto de la esquina en la que estaba agazapado y corrió a su lado para servirle un poco de agua fresca y auxiliarlo. Después de beber unos cuantos sorbos, que bajaron como llamas ardientes por su garganta, se sintió un poco mejor, lo suficiente como para despejarse y sentir miedo. Dejó que el omega lo volviera a recostar sobre la manta en la que estaba. La dureza y el frío del suelo fueron bienvenidos cuando todo empezó a girar.

—¿En...dónde... estoy?

Lunas, su garganta lo estaba matando. Su voz estaba rasposa y a penas audible.

—En el lugar equivocado, sin duda.

—¿Quién... eres...?—Obligó a sus ojos a mirar a su salvador. Sonrió al enfocar los rasgos delicados y bonitos del otro omega. —¿Eres mi... amigo?

Él omega lo observaba con el ceño fruncido.

—No pienses que porque me ha conmovido tu situación seré tu amigo.—Por alguna razón la indignación en su voz se escuchaba falsa. —Simplemente no puedo quedarme al margen y ver cómo Jungkook pierde la cabeza y se convierte en un salvaje. ¡Eso es inaceptable!

¿Jungkook?

—¿Quién?

Su pregunta sorprendió al omega bonito y parlanchin.

—¿Qué has dicho?—El castaño lo miro con desconcierto.—Dime una cosa...tú ...¿sabes quién eres, verdad?

La verdad pura y honesta es que no sabía que estaba pasando o como había llegado a ese lugar. Solamente sentía una terrible mezcla de desconcierto y miedo. Todo lo que lo rodeaba era extraño para él, no sentía que fuera un lugar en el que hubiera estado jamás. Además le angustiaba el sentir la inequívoca conexión de un lazo con un alfa y no recordar siquiera como había pasado. Podía sentir el desasosiego del alfa y su olor flotaba por todo el lugar, pero no podía recordar más que escenas confusas de él mismo corriendo en medio del bosque, de alguien capturándolo y de su aldea...siendo consumida por el fuego mientras alfas de túnicas negras montaban a caballo con nada más que vacío en sus ojos. El horror lo golpeó al mismo tiempo que la cortina de la tienda se levantaba y un imponente alfa de cabello negro y rostro duro entraba. Su presencia inundó la pequeña estancia e hizo que todo su cuerpo temblara de miedo ante el reconocimiento. No era necesario que le dijeran quien era, su lobo se quejo al sentir la presencia de su compañero. La marca en su cuello dolió y su corazón se estrujo. No era posible. Ahora recordaba un poco lo que pasó. Su aldea fue consumida y él fue tomado como prisionero. Empezó a llorar sin control al reconocer el olor del alfa que entro.

Ese alfa era su compañero, su captor.

El alfa azabache empezó a desatar su túnica negra y se la quitó, dejando expuesto un marcado abdomen de músculos duros y cicatrices antiguas, se quedó solo en pantalones.

La Marca Del Alfa Jeon•|| Kookmin (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora