Diez

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Dinastía Goryeo

Estaba cerca, podía sentirlo.

Jungkook sorteaba los árboles a través del bosque, su único objetivo en mente era encontrar a su hermano y cumplir las órdenes del Rey. La furia recorría su cuerpo como una fiebre que no podría calmar. Había pasado tanto tiempo desde que estuvieron cara a cara. En aquellos días, él era un cachorro escuálido y debilucho, temeroso de recibir una reprimenda de su padre. Seokjin le había arrebatado lo que más amaba de una manera atroz. Sabía cuáles eran sus sentimientos y los pisoteo. Se burlo de ellos apoderándose de Jimin. Y gracias a él, el General lo había castigado tratándolo peor que a una bestia durante su iniciación en el ejército. Si cerraba los ojos, aún podía sentir los latigazos en su espalda, los huesos rotos, las manos callosas y reventadas porque nunca se le permitió dejar de practicar con la espada y el arco, las veces que fue cartigado sin razón, las noches a la interperie debajo de la lluvia sin tener permitido cubrirse para aprender que un Alfa debía soportar las inclemencias del clima, todo había sido tan duro. Su padre jamás le permitió rendirse o escapar. El hijo del General debía ser igual al padre. Aunque eso significará estar al borde de la muerte, más de una vez. Pero los años curtieron el alma de Jungkook. Y los papeles cambiaron.

Ahora era Jungkook el que tenía en sus manos el destino de Seokjin. Y no tendría piedad. ¿Porque tendría que hacerlo? Su hermano mayor no lo protegió, lo traicionó, lo condenó a un destino que no merecía y le arrebato la única razón que tenía para ser feliz. Era su oportunidad para cobrarse todo el sufrimiento y la desesperación. Y no estaría satisfecho hasta que pagará por todas las atrocidades que hizo. La ambición de Seokjin siempre fue inmensa. Pero se condenó con el asesinato del Rey. Y Jungkook se lo haría pagar.

El soplón que capturaron en la aldea les había dicho que Seokjin se escondía en una choza que permanecía escondida, entre el bosque, sus planes eran ir hasta la próxima aldea y abordar un barco que lo sacara del territorio. Estaba confiado en que lo atraparia.

-¿Quién más trabaja para él?

-¡Nadie más que yo, señor! -Ordenó que ataran al alfa a un tronco y que retorcieran las cuerdas que lo sujetaban cuando no quisiera hablar.

-No suenas muy convincente. Apliquen un poco más de fuerza. -Jungkook estaba furioso, no era paciente en los interrogatorios. Y menos, cuando sabía que la otra persona mentía. -Te lo preguntaré una última vez. ¿Quiénes más encubrian a Seokjin?

El alfa grito cuando las cuerdas alrededor de su estómago fueron retorcidas.

-¡Tiene a otra persona de su lado... su cuñado... ese hombre asesino a... la familia Park!

Así que Jihyun era el responsable de la muerte de esos traidores. Al parecer, Seokjin quería limpiar cualquier rastro que lo incriminara o lo pudiera delatar. Había otra cosa que Jungkook necesitaba saber.

-Ese maldito estaba emparejado. ¿Que me dices de su compañero? ¿Que fue de él?

-Lo último que... escuche fue que lo estaba envenenando... era un estorbo... para él.

-¿Esta muerto?

-No lo sé... -El alfa empezó a toser y luego se desmayo.

Al ver que el hombre se derrumbó, Hoseok detuvo a los alfas que lo estaban torturando.

-¿Que hacemos con él, General?

-Mátalo.

Inmediatamente después, Jungkook se adentro en el bosque siguiendo el camino que le fue indicado, no tardo en llegar a la choza que le fue descrita. Su corazón latía con fuerza, se aproximó y derribó la puerta de una patada. Adentro estaba oscuro y frío, pero podía oler el humo de una vela recién apagada y un poco de incienso. No había nadie. Jungkook se dio la vuelta dispuesto a seguir con la persecución pero la brisa nocturna que entró a la choza llevó consigo un aroma que lo desubicó por un segundo. Su lobo despertó, aúllando dentro de sí de anhelo, exigiéndole que siguiera el rastro de ese preciado aroma. Apretó los puños, molesto, ante la reacción de su lobo.

La Marca Del Alfa Jeon•|| Kookmin (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora