Cuando el judío salió, Joaquín se quedó en su habitación unos minutos más. Quizo con todas sus fuerzas controlar sus impulsos, no sabía si reaccionar enojado, prepotente, o dejarse llevar por las sensaciones que rodeaban su cuerpo. Emilio naturalmente tenía un aroma muy exótico para haber trabajado en el campo todo el día.
Salió de la habitación y se dirigió a su despacho para que Emilio no lo encontrara ahí cuando llegase y en cuestión de minutos Ruffel ya se encontraba tocando la puerta.
-Ahora que quiere...— murmuró muy bajo.—— Adelante.— gritó al final.
-Señor, disculpe las molestias. Le avisaba que el transporte que lo llevará a Barcelona mañana se encuentra afuera, zarpará dentro de 6 horas para que tenga todo listo.
-De acuerdo. ¿Ya hiciste los cambios que te indiqué? Quiero todo organizado aquí como te dije, quiero a esos judíos en esta casa, que se encarguen de cada área asignada y los quiero lejos del campo.
-Si Señor, todo está anotado. ¿Seguro que querrá al reclutado de Polonia encargado del área de aseo interno?
-Estoy seguro... ah y una cosa más. La reclutada 0172 la cual desconozco su nombre y que limpiaba mi habitación, alista sus cosas y regrésamela al campo. Me sirve mejor en el área de cremación que aquí dentro. Supe ayer que una murió de hambre porque estuvo más de 72 horas sin tomar agua.
-En efecto señor, enseguida la mando al campo. ¿Algo más?
Joaquín se le quedó mirando con cara de desagrado y con sus manos le señaló la puerta indicándole que saliera de su despacho.
-Oh, claro. Compermiso.
El militar salió y le dió un poco de tiempo a Joaquín para analizar las cosas. El cargo era pesado y viajar no era de sus cosas preferidas. Necesitaba tanto la ayuda de alguien que pudiera orientarlo en ese nuevo mundo.
Como cualquier joven que se divierte o pasa un buen rato Joaquín también lo deseaba. Deseaba haber vivido más de su juventud antes de tomar ese cargo. Ahora estaba ahí, apunto de irse y arriesgar su vida en casa salida, estar rodeado siempre de soldados que lo cuidaban en casa paso.
Desabrocho un poco su chaleco de arriba para tomar aire y con sus dedos golpeó repetidas veces el escritorio para calmar sus nervios. Tenia tantas cosas por hacer. Así que empezó por un severo baño para empezar a empacar sus cosas, unos cuantos cambios y papeles importantes. Para esas horas el judío ya no se encontraba en la habitación y antes de irse se aseguró que estuviera cumpliendo los deberes.
-Ruffel, es mi momento de partir. Sigue al pie de la letra todas mis órdenes. No quiero fallas.
-Si Señor, estaré velando día y noche para que los miserables estos hagan todo lo que se les pida.
-Toma, dale esto al que limpia mi habitación.— Joaquín sacó de su bolsillo unas pequeñas llaves de fierro viejo y se las extendió.
-¿Quiere que le deje esto a cargo al esclavo ese? Señor yo podría dárselas para indicarle cada cuando tiene que asear su área.
-¿Estas aquí para cumplir mis órdenes o para cuestionarlas?.— su semblante cambió a uno demasiado serio y lo intimidó con su mirada.
-No Señor, enseguida se las doy.— tomó las llaves e hizo un paso hacia atrás.— Que tenga un buen viaje, nos vemos dentro de 3 días.
El lider solamente asintió y subió a pasos grandes al helicóptero que lo transportaría. Sería un viaje rudo y tenía que estar preparado para cualquier cosa. En Barcelona, un importante comandante lo esperaría, tendría las nuevas nuevas para un nuevo tratado que derivaba de una red que constaba de 42 500 instalaciones. Un éxito para toda Europa y confinar con la muerte de millones de judíos más. Se necesitarían al menos 100 000 personas para llevarla a cabo y Joaquín tenía todo eso y más en sus manos.
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Mi Plebeyo - Emiliaco
Historyczne-Yo tengo el poder aquí Emilio. Yo decido si comes de las sobras de los perros o en la misma mesa conmigo. Vives o mueres, así de simple.- dijo escupiéndole las palabras en la cara, reprochándole todo lo bueno que había sido con él. El judío guardó...