Capítulo 3. Nuevos amigos, Nuevos Enemigos

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*Elisa*

Desperté esa mañana temprano, bostecé abiertamente y me estiré para desentumecer los músculos
- Buen día
Dije fría sin ninguna expresión en mi rostro, viendo a los sirvientes que se encontraban en mi cuarto
- Buen día princesa
Fue su respuesta.
Me puse de pie pesadamente y me coloqué la bata de dormir junto a las pantuflas de patas de oso, haciendo el conjunto de el Osito de la serie Dangaronpa.
- El desayuno está servido Alteza
Dijo uno de los sirvientes mientras me abría la puerta para que saliera
- ¡Muchas Gracias!
Dije sonriente, simulando estar alegre pero con un tono que se viera que era de manera sarcástica.
Bajé las escaleras rápidamente ya que me había decido por bajar resbalandome en el barandal de estas.
- Buen día Madre, Padre
Dije tomando asiento y empezando a comer rápidamente, estaba hambrienta
- Elisa, tus modales
Dijo mi Madre como reproche al verme llegar comiendo
- No molestes mamá
Dije molesta, ignorandole y haciendo lo mío, hasta que en cuestión de 4 minutos había terminado
- Gracias por el desayuno
Me puse de pie con mi plato en manos y me dirigí hacia la cocina, donde lo dejé en el fregadero, acerqué un banquito y me paré en el para poder lavar el plato sin problemas, aunque al instante entro el cocinero con mi Madre.
Simplemente exhalé y me preparé mentalmente para lo que se venía
- Elisa, ¿Qué te hemos dicho tu padre y yo? A ti se te sirve, no es que tu sirvas a los demás
Dijo mientras le hacia señas a mi Padre para que viniese, mientras yo simplemente lavaba los platos en silencio
- ¿Por qué no te callas?
Pregunté molesta mientras acomodaba el plato y el banquito, para luego irme tras una cortina justo en el momento que llegó mi padre
- ¡Elisa!
Gritó firmemente mi nombre, pero al igual que mi madre le ignoré, y desaparecí tras una puerta pequeña, oculta entre los ladrillos.
- Mejor dejen de molestar y laven sus platos, a ver si aprenden algo de modales
Dije molesta mientras me perdía entre los pasillos hasta encontrar el que llevaba a mi habitación.
Salí de al lado de mi cama, me acosté en ella aunque no sin antes ponerle candado a la puerta.
Ahogué mis gritos de rabia con una de las almohadas, estaba hecha una furia por culpa de mis padres.
Siempre me consentían y mimaban "sólo por qué era una princesa y lo merecía" pero ya estaba harta.
Alcé la vista de mi cama y vi mis maletas en una esquina de la habitación, junto con una carta, de la cual el sello me parecía algo familiar.
- ¿Y esto?
Me pregunté mientras tomaba la carta y la empezaba a leer.
Una sonrisa maliciosa se formó en mi rostro, mientras que rápidamente me dirigía al armario para cambiarme de ropa.
Me vi al espejo y sonreí, estaba lista para el viaje. Una falda corta suelta de mezclilla, junto con una blusa negra de hombros descubiertos y medias sin igual, una de red y la otra tipo colegiala por debajo de la rodilla, guantes de encaje sin dedos color negros y mi cabello rubio en una trenza.
- Estas preciosa Elisa...
Me dije a mi misma mientras guardaba mi móvil y otras cosas más en mi mochila.
Mi armario estaba caso vacío, no sabía quién había hecho mis maletas, pero me había quitado una gran carga de encima.

Pegué mi oreja a la puerta de mi habitación y escuché con atención. Mis padres habían decidió dejar de buscarme y de seguro habrían salido a caminar por el jardín.

Abrí la puerta en silencio y salí de mi habitación llevando las maletas sin hacer mucho ruido.
Después de un rato de estar ocultándome, logré salir del Castillo, pero fue cuando me di cuenta y toqué mi cuello
- ¡Mi collar!
Deje las maletas escondidas en unos arbustos y regresé a casa, entre a mi habitación y busque entre mis cosas, no encontraba ese pedazo de Lego color negro con una cadena
- ¿¡Donde carajos estás?!
Volteé a ver mis almohadas, fe seguro se habría caído de mi cuello en la noche, busque y precisamente, ahí estaba.
Me lo puse rápidamente y corrí fuera de la habitación al escuchar pasos cercanos. Corrí hasta salir del Castillo y tomé las maletas.
- ¿Y ahora como me voy?
Me pregunté mientras veía alrededor, hasta toparme con una limusina negra esperando detrás de un árbol, sentí como si me esperarán y fui hasta el lugar.
- ¿Hola...?
La puerta se abrió por si sola, vi dentro con curiosidad, y al ver un sobre con el sello de Royal Academy entre sin dudarlo.
El motor se encendió y la limusina empezó a avanzar, a pesar de que no se veía ningún otro ser humano además de mi dentro de la limusina, pero le reste importancia al momento.
Después de cerca de 20 minutos llegué al Aeropuerto, entre sin hacer escándalo alguno y me dirigí a una sala externa, ya que, al igual que la limusina y el sobre de mi habitación tenía el sello de Royal Academy.
- ¿Qué es esto?
Me pregunté al entrar, el lugar parecía una sala de una casa, así que tome asiento y esperé, pero justamente me había sentado cuando entró una Azafata, avisandome que "Mi vuelo estaba listo".
La seguí en silencio cargando mis maletas, hasta que llegamos a un gran jet blanco, en donde me quitaron mis cosas excepto mi mochila y me dejaron subir.
Se me guió hasta una especie de habitación, donde pasaría la noche hasta llegar a la Academia.
Me dejé caer en la cama y vi mi celular, hacia rato estaba sonando pero no le había hecho caso
- 14 llamadas perdidas de mamá... Y otras 17 de papá... nah no es nada importante
Guardé el celular y me recosté, me cubrí con una pequeña manta y en poco tiempo me quedé dormida, mientras escuchaba como el jet despegaba. Estaba exhausta de mi familia.

No todos tenemos una vida de ensueño. Algunos afortunados nos hartamos de la fama, otros desearían más dinero. Otros en cambio sólo deseaban vivir lo más normal posible

Royal AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora