2. Sospechas

1.1K 80 2
                                    

Estaba tumbada en mi sofá comiendo patatas fritas de un bol cuando escuché el timbre. Me levanté a abrir la puerta y Demir entró corriendo.

—Invado tu casa, preciosa— anunció tumbándose en el sofá, acaparándolo todo. Cerré la puerta y volví a la sala de estar.

—Me parece bien, pero déjame sitio, que ocupas mucho— exigí y él se incorporó, ocupando solo una pequeña parte del sofá —. Eso ya me gusta más— me senté en el hueco libre y apoyé mis piernas encima de las suyas –¿Puedo saber a qué vienes? Más que nada por curiosidad.

—Me aburría y pensé "¿Por qué no visitar a mi novia?"

—No soy tu novia, Demir, ya lo hemos hablado.

—Pues mi amiga con derecho a roce— accedió, soltando un bufido.

Un par de meses después de escapar de Alexandr empecé a trabajar para Zoltan y, a través de él, conocí a su hijo, Demir, quien estuvo bastante tiempo detrás de mí. Confesó que le gustaba, pero yo no sentía lo mismo ni tampoco quería una relación, así que quedamos como amigos con derecho a roce, ya fuera ese roce sexo o golpes. Discutíamos poco, eso sí.

—Y parece ser que no estabas haciendo nada de provecho, a parte de hincharte a base de comida basura— miró el bol con patatas fritas que tenía en mis brazos, con asco. Yo lo abracé más fuerte.

—Siento mucho que no compartamos el estilo de dieta, chico fitness, pero ya te aseguro que no pienso comer toda esa bazofia que te tragas para tener esos músculos. Yo soy feliz con mis patatas grasientas y tú eres feliz con tus batidos de proteínas. Mejor dejarlo tal como está.

—Te encantan estos músculos y lo sabes— me sonrió con orgullo besando uno de sus bíceps y le di un golpe suave en la mejilla con la planta del pie —. Agresiva.

—Me ofende que hayas tardado tanto en darte cuenta, la verdad— me reí. Él sonrió, negando con la cabeza. Realmente era muy divertido pasar tiempo con él.

Decidimos ver una película, pero tardamos veinte minutos en escogerla. Yo quería ver una de comedia mientras que él prefería una romántica. Podía ser muy cursi a veces, apostaría lo que fuera a que se pasaba las tardes leyendo libros tipo novela rosa y las Navidades viendo las típicas películas románticas de temática. Pero, como a mí en testaruda no me gana nadie, acabamos viendo una comedia, que disfrutó igualmente.

—Está bien, puede que tuvieras razón en cuanto a ver esa película— admitió y yo sonreí orgullosa, llevándome un manazo de patatas fritas a la boca —. Pero la próxima decido yo.

—Está bien— resoplé.

—Por cierto, me acabo de acordar del verdadero motivo por el que vine: Conrad ha conseguido la dirección de los dos contables que posiblemente tienen el libro de cuentas de ese tío— comentó sin importancia. Yo me levanté de golpe y empecé a vestirme.

—Primero de todo, se llama Alexandr. Segundo, me lo podrías haber dicho antes— enumeré mientras acababa de ponerme los botines.

—No era necesario. Además, tengo el presentimiento de que te alejarás de mí en cuanto empecemos a trabajar en esto, así que quería aprovechar para estar un rato contigo— pude notar el desagrado en su voz.

—¿Por qué crees eso?— pregunté, extrañada. Ambos salimos de mi apartamento y subimos a su coche.

—Me contaste algunas cosas de lo que pasó entre tú y ese tal Alexandr. Supongo que...

—Tienes miedo de perderme— finalicé. Él asintió con la cabeza, apretando fuerte el volante con las manos mientras conducía —. Esto puede sonar un poco violento, Demir, pero es la verdad. No puedes perder algo que nunca fue tuyo. Pero ni tuyo ni de nadie.

La hora de la venganza [VAUM 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora