Tatuajes

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—¡Los tenemos!— gritaron las bellas criaturas de apariencia humana pero corazón de hierro y obsidiana. Todas mujeres, de largas uñas plateadas y dientes del mismo color, artefactos de metal diseñados para volverlas mortales, incluso más de lo que su propia magia ya lo hacía. A diferencia de lo que ocurría con los machos, las brujas no necesitaban de tatuajes para ejercer su magia, ellas controlaban el viento a su parecer con la ayuda de sus útiles accesorios de hierro, que además les servían para el combate. El metal era un buen conductor de la magia.

Las hembras nacían con los colmillos de hierro, las uñas eran un agregado del que se encargaba la superiora cuando las jovencitas tenían su primer sangrado, sin embargo, ya nacían con la posibilidad de ejercer sus poderes, a diferencia de los hombres, a los que se les tenían que realizar los tatuajes necesarios. Por ello, los brujos normalmente eran desechados, un estorbo más que otra cosa, ya que para empezar, era difícil que nacieran con la posibilidad de hacer magia y además les resultaban una distracción para las brujas adolescentes. Desde que nacías con esos poderes te adiestraban para no amar, no existía romance al momento de procrear, sólo un hombre de una noche y luego verían si nacía mujer para decidir si quedarse con ella o deshacerse de él.

Así eran las cosas, así siempre habían sido en el palacio de metal dentro de la montaña. Ese de grandes paredes con bóvedas gigantestas para resguardar a todo un pueblo de brujas y sus respectivas monturas. Criaturas similares a una pantera con alas, que caza por deporte y no por verdadera necesidad.

A ese lugar se dirigían los recién capturados Hiro Hamada y Miguel Rivera.

—No lo vayas a olvidar —Le comentó el moreno al otro, recibiendo un golpe en la cabeza por hablar con su compañero.

El de tez clara asintió, mordiendose el labio en el proceso.

¿Cómo habían llegado ahí?

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Pues nuestra historia comenzó más o menos de la misma forma a como ahora está terminando.

­—¡Lo tenemos!— gritó, esta vez era un guardia muy diferente a las criaturas anteriormente mencionadas.

Las brujas, apesar de ser letales, eran hermosas, quizá eso era parte de su naturaleza salvaje. En cambio, estos guardias para empezar eran hombres, grandes, altos y musculosos, uno sólo era lo suficientemente fuerte como para cargar al delgado Hiro con un solo brazo.

—¡Lo encontramos en un taller de alquimia no muy lejos de aquí!— con un empujón practicamente tiró al pelinegro a los pies del soberano en un trono dorado que se hallaba frente a él, tres escalones más arriba. A lado suyo un escalón abajo, un joven príncipe de ojos dorados pícaros y juguetones, tenía cabello castaño, igual al de la difunta reina; por la estatura y las facciones el de tez clara intuía que probablemente estaba ante el heredero al trono. Su mirada de suficiencia y gozo lo decía todo, parecía un muchacho que había tenido todo a la mano desde el principio, sin tener que sufrir por nada o trabajar para obtener algo, definitivamente un próximo rey.

Mientras tanto, otro escalón más abajo, otro muchacho lo miraba, intrigado, intentaba ocultar la curiosidad que su presencia ahí le daba, pero no lo hacía muu bien. Se parecía mucho al otro chico, sin embargo podías encontrar la diferencia en sus ojos color chocolate, el lunar por encima de su labio, y el cabello de un tono más oscuro, similar al de su padre. Su mirada era la de un auténtico guerrero, alguien que trató de ganarse el favor de su padre, o su atención por lo menos, a través de todos los medios sin lograrlo, sin duda era el hijo menor de la famila.

Miguel Rivera jamás lo admitiría en voz alta, pero ahora entendía que la verdadera letalidad de las brujas residía en su belleza. Porque Hiro era un macho, pero sin duda esas facciones finas, el cabello negro lacio que caía sobre sus ojos cafés tan brillantes que hasta parecían tener luz propia, su torso desnudo de un tono tan niveo que parecía que jamás había sido rosado por un rayo deuz antes... No eran de un humano.

Higuel WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora