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↬ S U P E R F L U O ↫

mateo giró su cabeza hacia la derecha y, luego de que se diera cuenta de que yo no estaba junto con nuestro grupo, me gritó desde su lugar para que fuera hacia allá, cosa que no me apetecía porque mi asiento se encontraba bastante cómodo, pero no había de otra.

me senté en una de las mesas que se encontraban cerca y me quedé completamente callada mientras veía como se organizaban, que por lo visto, lo hacían bastante bien, incluso lo podían hacer sin mi, que pasada. noté que nadie quería entregar su casa para que hiciéramos en trabajo, y como yo no tenía ningún problema, interrumpí su charla con una sonrisa forzada.

─podríamos trabajar en mi casa, siempre habita un silencio enorme y mi comedor es bastante amplio, ¿les parece?─ me rasqué la nuca, estaba un poco nerviosa.

─es verdad, deberíamos ir allí─ mateo clavó sus ojos en Manuel en cuanto dijo eso, eso había sido hablar de más. ─d-digo, no es que la haya ido a visitar, sólo que nadie más quiere poner su casa—

creo que pasó desapercibido.

─ustedes esconden algo─ habló el chico que no conocía, mientras posaba su vista en mi. ─por cierto, me llamo Valentín, un gusto─

─Daniela, el gusto es mío, chico─ sus ojos celestes me atrapaban en demasía, además, su pircing en la ceja le quedaba de maravilla, incluso me dieron ganas de hacerme uno, re copiona. ─pareces un poco adulto, te pegó fuerte la pubertad─

─bueno, la verdad es que he repetido de curso más veces que papo con sus rimas─

¿eso era un chiste?

vi como los chicos se lanzaban casi al suelo por aquella sencillez de palabras que yo no conocía ni por el nombre, así que decidí distraerme en el teléfono con mi juego favorito, candy crush. ya iba por el nivel 143 y me estaba quedando atascada sólo por un movimiento, pero mi paraíso gamer fue interrumpido por una mano que agarró mi antebrazo, estaba helada, demasiado diría yo.

─soltá, que estoy jugando─ fruncí el ceño cuando me quitó el teléfono y a cambio, entrelazó su mano con la mía. ─Manuel, ¿quién te crees que eres?─

abrió los ojos, haciendo notar su sorpresa por la manera en la que le hablé, así que cambié completamente de rostro, y esta vez lo estaba mirando con una media sonrisa en la cara, intentado parecer amable.

─disculpa, ¿necesitas algo?─ intenté calmarme y le hablé lo más serena posible.

le dió una rápida mirada al aula completa y volvió a posar su vista en mi, y sinceramente, amo su sonrisa. ─vaya, sos re bipolar parece─

─estaba a punto de ganar el nivel, me re desilusioné—

─mira como me importa─ se levantó del lugar sin haberme soltado la mano y me empezó a tironear.

─¿qué quieres?─ intentaba soltarme pero su fuerza era más potente.

─de ti nada, trueno me obligó que te acompañara hasta que te despegaras de esta maldita cosa─

me mostró MI teléfono y lo guardó en su bolsillo derecho para empezar a caminar, y como no, a mi me tenía igual que un perro siguiendolo.

─¿trueno?─ fruncí el ceño al escuchar ese ¿nombre?, no sé lo que era sinceramente, pero sonaba cool.

no me respondió nada, sólo se limitó a girar su cabeza y mirarme como si fuera un ser estúpido. ─mateo, es la misma mierda—

─eu, no me trates mal tampoco— hice un puchero y me hice la molesta, para hincharle las pelotas un poco.

─no te dije ninguna grosería─

─igual─ me encogí de hombros.

se acercó a mi rostro con su misma cara de emo y se quedó así lo suficiente para que me pusiera nerviosa, ¿quién se creía?, yo también mantuve mi mirada firme, podía visualizar su mandíbula bien formada, y sus ojos de drogadicto, pero eso no le quitaba las facciones de infante, todavía no supero que me haya dicho a MI puberta.

─tenés una cara de re puberto─ fue lo único que pude decir en nuestro cruce de miradas

soltó una risa floja acompañada de una
hermosa sonrisa, parecía un ángel, literalmente podía cambiarle por completo su rostro ─vieras lo de abajo y cambias de punto de vista─

─dejá de decir tonterías y vamos a mi casa─ le saqué mi teléfono sin que se diera cuenta y vi la hora. ─vaya, estuvimos treinta minutos extra en el Instituto, eso si es impactante—

─¿vamos?─ asentí mientras le volvía a tomar la mano para caminar. ─no somos tan amigos, pelotuda─

─¿no querés cenar?, tenía fideos con salsa que saben de puta madre—

─nos vamos en taxi─

sos re lindo, ¿sabías?


el silencio reinaba en mi casa, como siempre, pero esta vez, que tenía a un chico presente, lo sentía incómodo, quería romper aquel de alguna u otra forma.

─eu, ¿qué te gusta hacer?─

empecé a jugar con mis dedos mientras lo veía comer, yo había terminado mi plato hace media hora, pero él seguía comiendo y lo hacia bastante lento, se notaba que lo disfrutaba, o simplemente era porque no le gustaba que lo vieran comer.

─fumar porros─

suspiré y puse uno de mis codos en la mesa, para acolchar mi mejilla en la palma de mi mano, no consumo drogas, así que supongo que no tenemos cosas en común. ─pero algo para jugar, así para entretenernos, que me aburro─

─¿entretenernos?─

ladeó una de sus sonrisas angelicales para hacerla parecer perversa, logrando un calentamiento de mejillas por mi parte, el silencio no estaba de mi parte ya que me puso bastante nerviosa.

─sabes a lo que me refiero, bobo─ afilé mi mirada y él se rió de mi, vaya idiota.

─juguemos mañana, es sábado y las canchas están abiertas para todo público─ agarró su teléfono y se levantó de la silla, dejándome perpleja. ─¿te gusta el fútbol?─

─claro, con mi padre jugábamos la mayoría del tiempo, espero que prepares el culo, tremenda patada te voy a regalar mañana─ le guiñé el ojo izquierdo mientras retiraba los dos platos de la mesa.

─claro, mañana te lo parto yo en la cancha y en la cama─

─no te pierdas en el camino, replika─ me acerqué a él para darle su mochila y guiarlo hacia la salida.

─se pronuncia replik, pelotuda─

─lo que sea, suerte— y cerré la puerta.

mientras lavaba los platos recordaba todo mi día, para así analizarlo. tendría a tres chicos en mi casa toda la semana, eso significaba que debería empezar a limpiar todo correctamente, aunque estos se quedarían sólo en mi sala de estar, así que no habría tanto problema.

aunque ese no es el problema principal, en ese caso tendría un nombre, Manuel vainstein

LIMERENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora