Capitulo 5

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Abyss of Dreams


Lucy quiso correr. Maldito coraje, la prudencia exigía que huyera. Ella también quería hacerlo, pero sus piernas no se moverían. Su cuerpo entero parecía haberse entumecido. Dejó que el dobladillo de su camisón cayera sobre el césped mojado, y se lo quedó mirando silenciosamente. "¿Quién eres tú?" susurró finalmente.

Él estudio el repentino terror en sus ojos, y el remordimiento relampagueó por su rostro. "Te lo dije, " respondió finalmente con tono apacible. "Natsu Dragneel ."

"¿Qué... que quisiste decir sobre tus sueños?"
Nuevamente él hizo una pausa, con su aguda mirada anclada en ella de manera que ni siquiera el más pequeño matiz de expresión pudiera escapársele.

"Vayamos adentro," sugirió, acercándose para tomar suavemente su brazo y guiar sus tambaleantes pasos hacia la casa. "Hablaremos allí."

Lucy endureció sus temblorosas piernas e hincó sus talones, obligándolo a detenerse. O mejor dicho, él le permitió hacerlo. Ella nunca antes en su vida había sido tan consciente de la fuerza de un hombre como lo era de la suya. No era un hombre excesivamente musculoso, pero la dureza de acero de su cuerpo era evidente. "¿Qué hay de tus sueños?" preguntó insistentemente. "¿Qué quieres?"

Él suspiró, y soltó su apretón para frotar ligeramente arriba y abajo con sus dedos la delicada parte interior de su brazo. "Lo que no quiero es que estés asustada," respondió él. "Recién te he encontrado, Lucy . Lo último que quiero es intimidarte."

Su tono era calmo y sincero, y operaba un extraño tipo de magia en ella. ¿Cómo podía una mujer no dejarse, si no reconfortar, al menos calmar por la misma uniformidad de sus palabras? Su alarma se desvaneció de alguna forma, y Lucy se encontró siendo conducida una vez más hacia la casa. Esta vez no trató de detenerlo. Al menos podría cambiarse y ponerse algo más apropiado antes de que tuvieran esa charla en la que él estaba tan empeñado.

Se separó de él tan pronto como estuvieron dentro, y reunió su harapienta compostura a su alrededor como una capa. "La cocina es allí," dijo ella, señalando. "Si pones a hacer un jarro de café, estaré contigo en cuanto me vista."

Él le dirigió otra de sus abiertas miradas de pura apreciación masculina, su mirada deslizándose sobre ella desde la cabeza a los pies. "Por mi no te molestes," murmuró él.

"Por ti es exactamente por lo que me estoy molestando," replicó ella, y su rápida sonrisa envió mariposas en un vertiginoso vuelo a su estómago. A pesar de sus mejores esfuerzos, se sentía cálida por su imperturbable atracción. "El café está en el aparador a la izquierda del fregadero."

"Sí, señora." Él le guiñó un ojo y caminó sin prisa hacia la cocina. Lucy huyó dentro del dormitorio y cerró la puerta, recostándose contra ella con alivio. Sus piernas aún estaban temblando. ¿Qué estaba sucediendo? Se sentía como si se hubiera desplomado por el hoyo del conejo. Él era un extraño, lo había conocido solo el día anterior, y no obstante había momentos, más y más de ellos, cuando sentía que lo conocía tan bien como se conocía a sí misma, momentos en que su voz resonaba profundamente en su interior como una campana interna. Su cuerpo respondía a él como nunca lo había hecho con alguien más, con una facilidad que era como si hubieran sido amantes durante años.

Él decía y hacía cosas que misteriosamente se hacían eco de sus sueños. ¿Pero cómo podía haber soñado con un hombre que no había conocido? Estaba totalmente fuera de su experiencia; no tenía explicación para eso, a menos que repentinamente se hubiera vuelto clarividente.

En el abismo de los sueños; adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora