Tres años después...

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-Se acentúa la crisis a nivel mundial. Sigue habiendo tormentas eléctricas e inundaciones en 186 países diariamente. Estallaron nuevamente guerras civiles en América latina y en Oriente medio. Rusia amenaza con invadir...- Justo entró Astrid a la cocina y apagó la radio que reposaba sobre la bacha.

-Gracias Astrid.- dijo Héctor mientras lavaba las tazas del desayuno, ya vestido con el uniforme del colegio.

-De nada. ¿No hay noticias de Atenea?

-No. Desde la visita de Themis la semana pasada que no sé nada. Ares está reuniendo un ejército de muertos y monstruos. Poseidón y Zeus siguen peleando.

-Sí. Hermes y Apolo partieron en busca de Afrodita y Hera. No sabemos que traman pero no puede ser bueno ahora que Artemisa se unió a ellas...

-Hoy tengo clases después de casi dos semanas. No sé cuánto más va a pasar pero no me gusta nada.

-Ni a mi. Aunque disfruto mucho los días que pasamos juntos.- la rubia abrazó a su protegido por detrás. Héctor le sacaba ya como veinte centímetros.

-Yo también disfruto tu compañía Astrid.- él se volteó para corresponder el abrazo. -Pero me refiero a que esto empeora día a día.

-Sí, es verdad. No hay un respiro.

-Encima con la cantidad de semidioses del lado de Ares va a ser difícil.

-Va a llegar el día en que tengas que matar Héctor. Eres un hábil guerrero pero eres muy piadoso.

-Cuando llegue el momento y no me quede otra salida, voy a matar a quien sea y más si tengo que protegerte.- Astrid se acomodó en su pecho.

-Me acuerdo cuando yo te decía eso cuando eras más pequeño.- la guardiana se veía fatal. Tenía ojeras muy grandes. El lacio pelo rubio lo tenía enmarañado y opaco, y estaba mucho más delgada que de costumbre, al punto que se le notaban las costillas.

-Astrid, te voy a rogar que descanses. Estás muy mal. Por favor.- Héctor no estaba mucho mejor. Su piel era más blanca de lo que debería y también estaba delgado.

-Está bien pero...

-Pero nada. Me queda una hora antes de irme. Vamos.- la rubia se fue a recostar y Héctor se sentó junto a ella. -Cuando vuelva, quiero que hayas dormido. Tengo cuatro cátedras nomás así que en tres horas y media estoy de vuelta.

-Sí papá.- rió ella. El chico la cubrió con una frazada y le tomó la mano.

-Descansá.- fue a buscar su abrigo al perchero junto a la puerta y cuando volvió a la habitación para despedirse de Astrid, ella ya se había dormido. Le dio un beso en la frente y salió rumbo al colegio.

-¿Cómo estás Héctor?- en la puerta de la escuela se cruzó con Paula.

-Hola Pau. Estoy...como ves. Vos no estás tampoco mucho mejor.- ambos amigos tenían muchas cicatrices y golpes. Paula también estaba poco descansada y mal alimentada (como casi todos los de su bando).

-La verdad es que no...estoy harta de tener que pelear casi todos los días solo porque me quieren patotear. Nos quieren patotear.

-Es horrible sí. Pero va a seguir pasando en tanto sigamos...bueno...vivos.

-Antes era en el colegio, lo cual, bue. Tenemos clases cada dos semanas. Pero ahora salgo a comprar el pan o a lo que sea y ahí están.- estaba temblando pero de rabia.

-Yo igual. Dejé de salir con Astrid porque con el tema de las patrullas y todo lo que hacía hasta hace tres días, encima que cobrara por culpa de esa manga de idiotas...

Hijo de AteneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora