Llegaron al salón a la hora acordada. Héctor llevaba el pelo suelto y se había afeitado. Vestía un frac entallado negro, camisa blanca, pajarita negra y botas de montar. Bajó de su caballo y se colocó un sombrero hongo negro como el resto del traje, y su antifaz de porcelana, negro también. Al cinturón, llevaba ceñido un sable "decorativo" con funda negra cristalina. Las máscaras que usaban él y Astrid eran hechas por el mismo Héctor, mientras que los vestuarios de ambos, los había proporcionado Atenea. Astrid llevaba un vestido negro victoriano, con volados y encajes. Tenía también botas de montar, guantes de seda negra y el antifaz negro. Su escolta también iba de negro, con trajes similares. Paula y Medonte, su guardián, se acercaron al hijo de Atenea y su acompañante.
-¿Y bien?- preguntó Medonte. Héctor ofreció su brazo a Astrid que lo tomó altiva.
-Hora del show.- Medonte imitó el gesto y Paula tomó su brazo con ambas manos.
-Vamos.- caminaron ordenadamente hasta la puerta y mostraron sus invitaciones. Entraron al salón y contemplaron su panorama.
-Aquí será la cena.- dedujo Héctor.
-Por aquí, por favor.- los invitó un sujeto vestido de camisa blanca, pantalón y chaleco negro, y moño negro. Los guió a un salón igual al anterior pero sin mesas y con una tarima donde había una orquesta de cámara de número modesto. Estaban tocando las cuatro estaciones de Vivaldi (ya iban por el invierno).
-Debe seguir algo de Tchaikovsky. Su vals en fa sostenido menor, quizá.- Aventuró el joven.
-O tal vez Strauss, Mariposa Nocturna.- sugirió Astrid acercándose más a su protegido. -Nuestro tema Héctor.
-¿Su...tema?- preguntó Paula que no entendía nada.
-Le enseñé a Astrid a bailar el vals hace tres años cuando fui a mi primer cumpleaños de quince. Ella quería aprender y estuvimos toda una tarde practicando.
-Y después, cada vez que Héctor tenía un cumpleaños de quince, bailábamos antes de que él partiera. Y siempre con esa canción.
-Lo extraño siendo sincero.- dijo mirando a Astrid. Se sonrieron.
-Me dan asco...- expresó Paula. Medonte rió. -¿Vos qué?
-Nada, señora.
-Ah...- la escolta de los chicos se había disuelto según lo planeado. Los invitados no podían evitar reparar en ellos. Cuando finalizó "Las cuatro estaciones"; el grupo musical se tomó un tiempo corto antes de empezar con "Mariposa Nocturna". Astrid sonrió.
-¿Bailamos?- preguntó el chico, tendiendo su mano. Su guardiana la tomó sonriente y replicó:
-Bailamos.- se alejaron dando vueltas, muy juntos.
-¿Y vos qué?
-No sé señora.
-Nunca sabés nada. Bailemos.- propuso Paula. Medonte posó su mano izquierda en la cintura de ella y con la derecha le tomó la mano izquierda, mientras ella ponía su derecha en el hombro de su protector. También empezaron a bailar, primero lento pero después se soltaron un poco más y estuvieron más cómodos.
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Hijo de Atenea
Fantasyun hijo de Atenea en el mejor colegio de Córdoba. Suena a lugar ideal, ¿verdad? sí pero justo en el Olimpo, hay tensión y conflicto. ¿Quieren saber por qué? bueno, lean