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Morgan Peyton- Funeral Hermana María Rosa

Observarme en el espejo fue el golpe de realidad que necesitaba, mis labios secos y quebrados por el viento de la carretera que azoto con nuestro cuerpo al conducir a California, San Diego. Mis ojeras delataban mí forma errónea de no aver pegado un ojo en toda la noche, los recuerdos invadían mí cabeza como flash de una simple película de terror. Mí cabello demostraba que todos los tirones de frustración no habían funcionado para opacar el dolor de la pérdida.
Justo cuando creí que estaba lista para verla, las lágrimas rodaban por mis mejillas mostrando una ves más que ella era importante en mí vida, que fue y será mí familia.

[*]

El olor florar inundó mis fosas nasales al entrar a la sala donde ahora velan el cuerpo de mí querida María Rosa, observar el cajón desde la entrada ya me daba iniciativa a qué no había vivido ni la mayor parte de mí vida ya que no estaba preparada.

Al acercarnos a paso firme con los dos amigos y apoyo emocional que tenía en estos momento fue lo más difícil, sabía que a ellos le dolía más o peor que ami, sabía que ellos compartieron anécdotas que siempre mantendrán intacta la bella imagen de la persona que se encontraba en el cajón.

Cuando llegamos a su lado, pude sentir como mis manos tenían pequeños movimientos involuntarios que los provocaba el no poder hacer nada, la observé pensando que iba a soltar una pequeña respiración, que pronto despertaría de su siesta para cambiar de vigilancia con alguna otra superiora.

Pero no pasó.

Sus labios con un tenue labial rosa palo, sus manos cruzadas en su regazo y su vestimenta de monja que tanto cargaba. Esa vestimenta nos ayudó a escapar de pequeños, nos cubría del frío y borraba nuestras lágrimas. Mí corazón estaba quieto, sin acelerarse, sin doler, solo quieto como si le ofreciera respeto de alguna forma.
Está ves no despertaría para preparar el desayuno a las de 200 chicos sin hogar, no iba a ir a vigilar la de noche para que no huyamos.

Está ves no.

Mí mirada se dirigió al resto de presentes, estás ocasiones solo dejaban participar a chicos mayores de quince años, ninguno lloraba, ninguno emitía ruido. Las cabezas bajas y silencio total era su forma de dar un respeto excelente a esta mujer que merecía el mundo entero.

-Nunca esperes nada de nadie Peyton-Acariciaba mí cabello y yo con tan solo 9 años la entendí.

Los chicos dejaron de mirarla con los ojos aguados y se que llegó el momento de despedirnos.-Siempre serás mí complice-Tom susurro.

-Siempre serás mí apoyo emocional-Adam lo imito, él había conocido a María Rosa de grande, pero ella lo ayudo con su familia y con el mismo.

-Siempre vas a ser mí  ejemplo y no te voy a fallar-Susurro y dejo la rosa roja en sus manos.

[*]

El frío invierno se acerca, el viento de otoño está desapareciendo, dando una entrada a el clima húmedo, melancólico y lleno de sentimientos.

Me acomodo en una banca del parque, justo en la banca donde conocímos a Adam unos años atrás. El árbol que me cubría se movía al compás del suave y helado viento. Las hojas ya eran pocas, el pasto era abundante, como si preparara para abrigar a la tierra cuando caiga la nieve.

Sabía que él iba a llegar, venir a California de nuevo era la clara señal de tener que arreglar mis problemas y no undirme más en ellos.

Se sientan en el pequeño espacio que tiene la banca a un lado mío, sin decir palabra, solo las respiraciones, el viento, el olor a humedad natural, mí cabello moviéndose era todo lo que se sentía en estos momentos.
Su silueta era igual a cuando me fui, su imponente cuerpo no era fácil de evitar, pero no lo mire directamente, todo por el rabillo de mis ojos.

-Perdon-Es lo que su voz aguda suelta de su boca, tranquilo y sin ningún tipo de nervios.

-¿Porque?-Se que es momento de perdonar, pero quiero que el entienda que el perdón viene justificado, que los perdón se ganan y no tienen que ocurrir de nuevo por problemas similares.

-Por faltarte el respeto, por deducir antes de tiempo y segarme en los celos-Su mirada estaba en mí, su voz era sincera.

-Te perdono-Suelto el aire que estabá reteniendo y me giro a mirarlo, sus ojos verdes vuelven a mí como un huracán, sus pequeñas pecas de sol me dan la típica ternura que el emite.

Observé su presencia, un nuevo tatuaje adornaba su cuello, pequeñas frases latinas que describían su inocencia.

-Te necesito.

Y se acerco, tan rápido que no hice nada, solo sentí su rose de sus labios con el mio, pero no se movió, solo estaba dando un pequeño beso significativo, lleno de sentimientos y sinceridad.

Mis ojos estaban abiertos, sin emitir movimiento alguno, sus sentidos se alarmaron y se alejaron bruscamente y su boca pedía disculpas que estaban de más.

-Tranquilo-Solte una risa tranquila.

-Perdon-Repito-Solo no quiero que alguien ocupe mí lugar, que tus sentimientos a mí se vallan o te amores de alguien más-Su voz sale firme pero con sutileza.

-¿Porque tan posesivo?-Cuestiono de una manera divertida.

-Lo siento, no quise sonar obsesivo e posesivo-La inocencia era parte de sus expresiones.

-Demaciada inocencia para ti-Olivia la desaparecida volvió-Almenos podría aver dicho "Me perteneces Morgan Peyton" pero el niño es un bebe.

-No entiendo la forma inexplicable en la que me atraes siendo inocente-Suelto sin pensar.

INOCENTE ATRACCION©(✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora