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Lance despertó ante la luz que ahora cegaba sus ojos, ya era de día y aun al parecer todavía no le habían hallado, el bosque aterrador de noche se había transformado totalmente en otro con el día, era alucinante y hermoso, podía escuchar las aves y todo era muy colorido.

Aun cautivado y cansado, decidió caminar, alejándose aún más del castillo, después de unos 20 minutos llegó a una cascada hermosa con un lago azul transparente y pequeños pecesitos de colores, Lance ya sabía que iba a desayunar.

Arranco una rama de un árbol y afilo la punta con una roca, ahora ya tenía su propia lanza de madera,pero al llegar de nuevo al lago y ver Los hermosos pescaditos de colores nadando felices no ser comidos, se arrepintió y terminó sumergiéndose junto con ellos, tenía hambre pero se sentía bien consigo mismo, después de estar unas horas con los peses, regreso a la orilla admirándolos desde ahí.

Relajado, se rescató entre el pasto aún con los pies en el agua disfrutando del sol y la brisa del día, cerró sus ojos, de un momento a otro sonrió un peso en su pecho, se levantó levemente para ver al enorme lobo que tenía como mascota recostado en él.

-Quiznack! Cosmo casi me das un infarto- suspiró el mayor acariciando la cabeza al animal, este gustoso disfruto de las caricias.

-Cosmo!- gritó otro voz, Lance de inmediato la reconoció y empujó al canino para salir corriendo -Detenlo!- ordenó el otro, Cosmo se tiró encima suyo dejándolo en el piso de nuevo.

-Traición!- reclamó el moreno a su mascota, está lamió su mejilla para levantarse encima suyo que en cambio unos brazos le agarraron -Hola papi- saludó con diversión, él del mechón blanco suspiró.

-Lance es hora de ir a casa- cargo a Lance como un costal de papas, Lance trato de zafarse más de una vez sin éxito, Shiro era el Alteano más formidable y con más músculo que Lance alguna vez había contemplado -Hoy era mi día libre, espero que estés contento por interrumpirlo- aclaró el mayor, el de las marcas azules suspiró.

-Porque no me dejas huir y tú obtienes tu día libre? Y todos felices- sonrió, Shiro gruñó divertido.

-Tu padre me llamo a las 3 de la mañana por un código Lance, no te encontró en toda la noche y parecía muy preocupado- gruñó fastidiado.

-Admítelo, los códigos Lance son tus favoritos, soy lo divertido en tu aburrida vida de caballero real- bromeó el principie, Shiro suspiró.

-Tal vez si lo seas- murmuro el mayor por lo bajo, aún así Lance lo escuchó causándole una sonrisa.
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Fue más de una hora de caminata para al fin salir del hermoso bosque hasta el aerolisador de Shiro, le puso el cinturón a él y al canino que les acompañaba y tomó camino hacia el palacio.

Lance en el camino pensó en lo que ahora haría, estaba claro que Lotor ahora estaría ahí listo de volver a establecer su relación que Lance consideraba un recuerdo más de su niñez, además que también debía enfrentar a su traicionero padre y a su segura hermana molesta llena de rabia hacia él.

-Llegamos- afirmó Shiro estacionándose cerca del castillo principal, desabrochó al canino que al segundo salió corriendo adentro y ayudó al moreno a bajarse.

-Gracias- agradeció un tanto nervioso, Shiro asintió e hizo una reverencia para luego escoltarlo hacia la oficina principal de su padre, Shiro fue quien tocó la enorme puerta siendo abierta por Kórann.

-Gracias a los dioses que estás aquí- dijo el fiel consejero de su padre al verlos -Anda, tu padre y hermana te esperan- invito a pasar, Lance volteó hacia Shiro.

Mis ojos en ti //Lancelot//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora