Pan y Oro

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Tras que la tabernera bruscamente calmara al joven monaguillo (mediante el no muy sutil método de las cachetadas en el rostro) este se subió a la barra de madera y, con los brazos en alto, comenzó a llamar la atención a los aventureros que ahí se encontraban.

-Oh, grandes héroes- exclamó el joven- ¿Alguno de ustedes se dignaría a dedicar su valioso tiempo a los problemas de este humilde pueblo?

Cuando predicaba, parecía transformarse de un pequeño hombre de pueblo a un verdadero lider con una habilidad considerable para el discurso.

Los primeros en responder a la llamada fueron el mago escamoso y su compañero minotauro. Se acercaron al hombre de fe y las primeras palabras que salieron de sus bocas de manera sorprendentemente sincronizada fueron:

-¿Cuanto y por qué?

El joven se sorprendió de la apariencia y la actitud del duo. Su actitud de orador rápidamente pareció desinflarse al momento de hablar cara a cara con una persona real.

-Ah, es un placer conocer, uh, a un lagarto tan... hermoso, quiero decir-

Fue interrumpido por Winston.

-Lagarto no, dragón- corrigió el bovino.

-... mil perdones, ¿como dijo?- cuestionó el ahora inquieto y sudoroso monaguillo- creo que mis oídos me fallan, estúpidamente escuché, uh, dragón.

-Escuchó bien, mi beige amigo, aun que en realidad no soy un dragón por así decirlo, más bien, soy un Dragonborn, por eso soy un bípedo y no tengo alas, interesante, ¿no?- Respondió elocuentemente el draconido rojo.

-Y usted, señor monaguillo, está todo resbaloso y brillante como un hombre pez- dijo Winston.

-Cómo un pequeñin kuo-toa- añadió Ignis.

-¿Esos son... lindos?

-No- Respondió Winston.

-Dioses, no- dijo Drake, perturbado.

-Oh... de acuerdo- dijo el joven, con los ojitos tristes de un kuo-toa bebé.

-Le puedo prestar un pañuelo si desea- terminó el minotauro.

-Mi nombre es Lorenze, y, yo, el pañuelo, eh, no es necesario, gracias.

-Si le molesta que sea de ese peludo, yo le paso uno si quiere- dijo inesperadamente el joven elfo.

¡Ahh!- exclamarón los otros tres, Lorenze especialmente fuerte.

-Pero puede que también esté sudoroso, muchos malabares-
Continuó el elfo, que se encontraba masajeando sus nudillos tras la "pelea"- Yo soy Lukisi de la familia Farrot.

Los tres volvieron a su compostura tras la repentina aparición y lograron saludar de vuelta.

-Ahora- dijo Lorenze- volviendo al tema, últimamente la gente del pueblo ha visto terribles apariciones fantasmales en el cementerio del bosque y sus alrededores. La paga, serían cien monedas de oro para que solucionen los problemas.

-¿cada uno?- Preguntó Winston.

-Emm... en total, me temo.

-Y pensé que yo estafaba a la gente- se quejó Lukisi.

-¿Que tal esa paga y pan? Mucho pan.- dijo Drake mirando a Winston- Lo necesitamos para seguir viajando.

-¿pan? Em.. claro, en este pueblo nos sobra el pan. Pero Farrot no recibe pan, parece ebrio, y eso no es profesional.

Farrot no respondió, a decir verdad, si estaba bastante ebrio y se había distraído después de hablar.

-Veinte monedas y pan está bien, ¿pero que te parece si subes esas monedas en un 50%? Por mí, la gran aventurera, Frilda- Interrogó desde detrás de Ignis la mediana picara que había fallado su intento de robar al establecimiento anteriormente.

-¡Ahhh!- exlcamaron sorprendidos los otros tres. Lukisi seguía distraído.

-Para mi igual- dijo la gran figura encapuchada desde detrás de Frilda.

La cara de la Hobbit se tornó tan pálida que sus pecas parecieron desvanecerse.

-Ahhh!- gritó asustada la pequeña, para el agrado del resto.

El misterioso hombre se quitó la capucha y reveló una cara cuadrada, de piel y ojos verdosos, afilados como los de una serpiente, una cicatriz cruzando por uno de los últimos. Amenazantes colmillos salían de su mandíbula inferior. Tenía el cabello negro como el carbon y lo usaba amarrado en una coleta corta, con los lados de su cabeza rapados.

-Un semi-orco, nunca había visto uno tan de cerca- comentó Ignis en voz baja.

-Ajá, y este semi-orco desea la misma paga que el hobbit- respondió el mestizo- Me llamo Wolver, para que no pregunten después.

-Haría lo que me piden- se lamentó el monaguillo, temiendo por su vida- pero estos bolsillos están vacíos, nuestro monasterio es muy pobre.

-De acuerdo, veinte me bastaban de todas formas- respondió Wolver.

El semi-orco notó la cara de frustración de Frilda y se dignó a decir:

-Intentamos y fallamos, Hobbit.

-Me estoy acostumbrando a eso- respondió la pequeña picara con una sonrisa agridulce.

Todos se estaban preparando para seguir al monaguillo cuando un ultimo "aventurero" se presentó. Se trataba de uno de los borrachos que anteriormente había molestado a Lukisi, el que aún podía caminar.

-Yo me ofrezco, debo decir que soy el aventurero más experimentado del grupo, y debería ser el líder- dijo el borracho con sobrepeso- además, me vendrían bien las monedas.

-¿es una broma?- susurró Frilda.

-¿puedo amenazarlo con mi hacha?- dijo Wolver.

-Te ayudo con la mía- se ofreció Winston.

-Que situación más surrealista- dijo Ignis con una ligera sonrisa.

Lukisi Farrot no pareció notar la situación, estaba completamente distraído con una mariposa. El monaguillo Lorenze abrió la boca en forma de discurso después de un largo silencio:

-Está decidido, el monasterio juntará veinte monedas de oro extra para este buen hombre, cuya alma heroica se asemeja tanto a la de un honorable paladín, que he decidido nombrarlo líder y guía de esta banda de aventureros. Estoy seguro que su consejo os brindará la necesitada sabiduría del campesino común y humilde.









Drake: Aventuras Peculiarmente ImperfectasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora