CAPÍTULO 28

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Marta

–No me puedo creer que te hayas pedido eso...– moví la cabeza de un lado a otro mientras la veía plácidamente pinchar la lechuga de su plato.

Había sido idea suya la de venir a cenar a una hamburguesería, por eso mi cara fue como mínimo desconcertante cuando pidió una ensalada cualquiera de las que había en la carta.

–¿Qué problema tienes con mi ensalada?– gruñó soltando el tenedor sobre la mesa para dedicarme toda su atención.

Cada vez que fruncía el ceño, tenía más claro lo mucho que se parecía a su madre, pero ya había podido darme cuenta de cuanto le molestaba que las comparara.
Esa tarde habíamos vuelto al hospital para despedirnos, pues mañana saldríamos temprano hacia Málaga y no tendríamos ocasión para verles más. Su padre me producía toda la ternura del mundo, era bastante tranquilo, y al menos las dos veces que había estado con él, no había hablado demasiado, pero cuando lo hacía era para soltar algo con toda la gracia del mundo y hacernos reír, en eso también se parecía bastante a María.
Y su madre...ya me había cansado de tanto explicarle que su hija y yo tan solo eramos amigas, pues en cuanto la rubia se descuidaba, se acercaba a mí para hacerme preguntas de nuestra supuesta relación. Aunque era tan encantadora que incluso me daba pena negárselo, parecía ilusionada y todo con la idea de que fuera real.

–Tu ensalada no es el problema, sino tu cambios repentinos de opinión– dije apuntándole directamente con un dedo. La sonrisa que trató de evitar provocó también la mía– ¿te tengo que recordar que ha sido tu idea venir a una hamburguesería?

–No he cambiado de opinión, solo...– se frenó antes de decir lo que tenía pensado– deja de querer saberlo todo, ¿vale?– protestó apartándome la mirada para conseguir no reírse con la cara que le estaba dedicando.

Eran escasas las veces que María se ruborizaba por algo, pero ver el color rojizo sobre sus mejillas me hizo querer indagar más en el tema.

Normalmente me habría sentido mal conmigo misma por ingerir la cantidad de calorías que tenía mi hamburguesa mientras la veía a ella con una ensalada, pero me había acostumbrado a ello facilmente viviendo con Alba.

–Pero si no querías esto, hemos venido aquí por...– dejé la frase abierta para que fuera ella quien la terminara, y tras un suspiro, conseguí lo que buscaba.

–Pues por ti, idiota– escupió por fin.

Esta vez fui yo la que enrrojecí, sin llegar a entenderla, pero el simple hecho de escucharle decir eso me quemó las mejillas.

–¿Qué?– pregunté volviendo a subir la mirada. Ella seguía fijándose en su plato a propósito, pues mirarme a los ojos en esos momentos le debía de costar tanto como a mí asimilar las cosas que me decía.

–Tu comida favorita era esta, ¿no?– dijo señalando de mala manera mi hamburguesa.
<¿Cómo lo sabía?>

–Sí, pero...

–Pues ya está– me interrumpió– es Navidad Marta, aprovecha.

Lo de la Navidad fue una excusa bastante poco predictiva, pero no entendí por qué necesitaba excusarse por hacer algo bonito por mí.
Simplemente pude morderme el labio ante la ternura que me produjo en ese momento.

<Era adorable.>

Durante la noche tuvimos la necesidad de seguir picandonos por cosas insignificantes, pero que no borrara la sonrisa de la cara me hizo sentir tan bien....

María

El hecho de que Marta no me hubiera dejado beber con la excusa de tener que conducir de vuelta a casa, pero que ella se hubiera bebido media botella de vino con la hamburguesa...me desesperó.

Don't  ||  MARTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora