Razón 1

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Después de todo, ser una nerd no es tan malo. Las demás chicas salen con amigas y hacen pijamadas, yo me conformo con Spike, mi perro, y una buena taza de chocolate para poder sentarme bajo el árbol a leer romance en la mayoría de domingos. Pero para mí es rutina escuchar música hasta para comprar embutidos.
Aunque me encantaría tener más amigos, eso no se me da. Es más, ha sido así desde el jardín de niños.
¿Es normal que a los dieciocho no haya dado mi primer beso?
Me conformo viendo series desde principio a fin por los sábados y dándome duchas largas con el riesgo de que por no pagar la famosa cuota para ser premium termine escuchando publicidad en casi todo el rato.

Pero así es la vida, el riesgo más grande que he corrido son las tardes en el trampolín donde el rocío de la mañana aún no se ha secado por el clima frío y pudiera caer de mala forma y quizá morir. ¿Exagero? Claro, lo madre es la única testigo de mis dramas.
Pero mi madre dice que aprecia que sea así, porque sabe que solo salgo para ir a la universidad o mi empleo de medio tiempo. Lo que me permite tener la disposición de estudiar derecho, lo que me ha ayudado a enamorarme aún más de las palabras.

Pero mi historia es más que solo alguna otra de... ¿Amor? No sé qué es el amor fuera de la maternidad; Polly, mi vecina y mejor amiga es todo lo opuesto a mí y la otra muestra de amor que he recibido. Pero ahora está estudiando en otra universidad y solo me queda llamarla de vez en cuando para saber su increíble vida llena de personas entrando y saliendo de su entorno o aquellos romances que tanto vive. Mi historia tiene algo en común con muchas otras: no supe en donde empezó. Sin saberlo, aquello traería increíbles personas a mi vida.

Como un destello fugaz él apareció, llenando un vacío que ni siquiera sabía que tenía. O quizá no existía pero fingí que sí...

Por aquellos días, caminaba desde casa hasta la universidad por pura voluntad, pude tomar el autobús pero caminar hacía más emocionante el trayecto.
Salía por la parte derecha de la casa, en donde estaba el portón que cada noche abría para que mi madre estacionara el auto. Ella no confía en que yo pueda usar el auto porque en cierta ocasión atropellé a una mujer y sus tamales, esto es Latinoamérica.

Caminaba observando los claveles en todos los arriates frente a las casas, y quizá cinco veces he llegado completamente mojada porque mi vecina me ha dado una ducha instantánea al pasar por ahí, a veces creo que no han sido accidentes.
Pero al salir, aquel primer día, las cosas se tornaron un tanto extrañas.

El camino era casi de un kilómetro, pero en aquel kilómetro podía disfrutar de muchas cosas. Saludar todas las mañanas a mis vecinos y al salir de esa área, olvidar las preocupaciones al sentir el olor de pan caliente por la calle de restaurantes, terminar en la esquina donde siento la adrenalina por la increíble demanda para el uso de la vía, pero luego de cruzar poder ver aquel monumento tan mencionado y por fin llegar a la universidad. Gracias a alguna iniciativa en el pasado, hay árboles en casi todo el trayecto así que el aire no es tan denso o al menos el clima de medio día parece menos sofocante bajos la sombra de aquellas hojas.
Pero ese día comenzó diferente, perdí uno de mis zapatos gracias a la falta de cooperación de Spike, luego continué derramando el cereal sobre mis jeans, por lo que tuve que ir y cambiar de vestuario. Mi madre me veía divertida, porque siempre tenía todo planeado y mostraba gran tolerancia a la monotonía porque mis aventuras estaban basadas en libros.
Me despedí de mi madre a lo que ella dijo <<Debes estar lista para este día, boba>> como si supera lo efímero de mis aventuras y este día no fuese así.

<<Ve a trabajar Corrine, Spike necesita croquetas>> bromeo cuando ella sale para subir al auto.
<<Respeta a tu progenitora, o no habrá donas>> ambas reímos.

Ella partió y quedé en preparativos para comenzar el trayecto. Todo comenzó cuando por sexta vez terminé mojada gracias a mi vecina amante de los claveles blancos, pero ya no regresaría a cambiar la mudada. Seguí caminando, con el ánimo por los cielos; una tubería frente al área de restaurantes se rompió y eso llenó varias calles con charcos, uno de esos famosos charcos sirvió de trampa para que un auto me mojara por segunda vez. Di un fuerte y profundo respiro dispuesta a no ceder ante la negatividad, de por sí debía soportar a los profesores con aureolas de auto adoración, no dejaría que algo me afectara.

A Través De Las PalabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora