Capítulo 19: The Kokodrile Drogue

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Narra Lindsey 

—Es la Koko Drogue y la estamos consumiendo. —Replicó Clayn Yuun con una mirada firme y retadora. Noté un atisbo de rabia en su voz.

En los tres años que llevaba en la universidad nunca había escuchado ningún caso de consumo de drogas dentro del campus. Lo había presenciado en algunas fiestas de las hermandades que se realizaban a menudo y en las cuales sólo se mostraba lo peor de la juventud; drogas, sexo, alcohol, puede que algunos de violación... No lo sé...

Todo eso causado por la misma sociedad.

The Kokodrile Drogue.

Clayn seguía manteniendo su mirada retadora fija en mí. 

Conocí a Clayn en una fiesta a la que fui obligada a ir por Margeo y Miranda, la disfruté bastante al principio, necesitaba aliviar las tensiones de finalizar el semestre, pero la fiesta se fue al demonio cuando Clayn y sus amigos llegaron.

Entraron por la puerta de la hermandad Mystique de las chicas de trabajo social y psicología, Yuun y los otros traían consigo más de tres barriles de cerveza y se les veía algún tipo de porro o de cigarrillo en sus manos o en sus bocas. El olor del humo los delataba, ese hedor era asqueroso. 

Clayn encendió el porro que tenía en la mano retándome. El olor del humo era igualmente asqueroso como el de la fiesta.

Sabía que la fiesta comenzaría a ir de mal en peor con su sola presencia, primero hicieron callar a todos y apagaron la música, dijeron que por fin comenzó realmente la fiesta y la música y gente estallaron en vítores. Empecé a sentirme cansada y decidí que lo mejor era volver al departamento y descansar para los exámenes de la próxima semana.

Cuando estaba a punto de llegar a la puerta de la hermandad, Clayn interrumpió mi paso, puso su brazo entre la puerta y yo y me preguntó:

—Oye cariño, ¿Tan pronto te vas?— Su aliento olía a cerveza y un hedor asqueroso emanaba de él. —La fiesta acaba de empezar, amor.— Con esa última palabra mi instinto me dijo que me fuera lo más rápido posible de allí, su voz me hacía temblar del asco.

—Tengo exámenes la próxima semana. —Respondí y desvíe la mirada hacía el pasillo que conducía a la sala, allí varios grupos de jóvenes bailaban, bebían y se divertían. La música retumbaba en las paredes.

—Cariño, hoy es viernes, aún puedes estudiar el fin de semana.—Acercó sus labios a los míos—.Quédate conmigo. —Con su otra mano libre rozó parte de mi muslo y me agarró el glúteo izquierdo.

En ese instante, llena de ira, le asesté con mi mano derecha una fuerte cachetada en su mejilla izquierda. Retiré mi mano y por poco más lo asesino con la mirada, vi que su cara estaba roja. Bien. Le había dejado mi mano marcada. Él estaba hecho una furia.

Le agarré con fuerza su pene. Como cabía esperar, se sentía pequeño, casi como una nuez, acercándome a su oído le susurré:

—Vuelves a tocarme a mí o alguna otra chica, te juro que corto las pelotas y te las haré comer. —Se las agarré con más fuerza y soltó un gemido de dolor. Lo dejé ahí sufriendo por el dolor de huevos y me marché de esa fiesta. 

De nuevo en el presente miré a mis amigas:

—Margeo, Miranda vamonos. —Les dije.

—Lo lamento Lindsey. —Comentó con la cabeza gacha Margeo. —Pero nosotras nos quedamos. —Clayn le tendió uno de los porros que tenía en su mano y ésta se lo recibió.

—Miranda. —Le miré consternada—¿Tú también? —Sólo desvió la mirada al suelo. Yuun soltaba fuertes carcajadas. 

Sólo me fui de allí. Caminé lo más rápido y lejos posible de allí. No podía creer que mis amigas habían empezado a drogarse y yo ni me había dado cuenta. Llegué a la facultad de antropología y me sentí pérdida en aquel lugar que ya conocía. El edificio de ladrillos rojos y puertas marrones apenas lo reconocía.

¿Por qué no la maté?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora