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Canción: natural

0.3 la corte de los milagros

19 de enero de 1791

La pequeña Lizbeth caminaba por la casa mientras llevaba algunos papeles en sus manos, su cabello estaba despeinado debido a que al estar en su casa no sintió la necesidad de peinarse, sus ropas eran las de cualquiera en esa época, estaban un poco rasgadas debido al uso pero no importaba, estaba en su casa.
Entro a su cuarto acompañada de una pequeña vela la cual dejó en su escritorio, era un día lluvioso y la luz que entraba por la ventana casi no iluminaba.

—te necesito— escucho a sus espalda, la pequeña dio un brinco y llevó una mano hacia su pecho, se giró encontrándose con Arno en la ventana. —¿te asuste?

—claro que no. ¿Como podría eso asustarme? no es
como que estés en mi habitación, en la casa de mi tía sin mencionar que estás en plena oscuridad— habló ella mientras tomaba la vela y se acercaba a él. —¿Qué necesitas?

—necesito que vengas conmigo a la corte de los milagros, ahora— habló este mientras caminaba. La pequeña miró hacia él mientras sus ojos mostraban extrañeza, ¿ir con él a la corte de los milagros?

—ese lugar es bastante peligroso– respondió mientras caminaba nuevamente al escritorio, donde volvió a dejar la vela para luego girarse a verlo, este miraba por la ventana, dio unos pasos hacia adelante para luego observarla.

—será por esta vez— habló él mientras caminaba por la habitación, Lizbeth suspiró y miró los papeles qué ahora estaba juntando del suelo, lo pensó bastante, realmente era algo peligroso, sus labios se fruncieron y se levantó asintiendo reiteradas veces.

—bien, lo haremos— susurró, Arno sonrío mientras la observaba. —iré a cambiarme y saldremos para allá, espera aquí— lo señalo amenazante, es que si su tía se enteraba que Arno había entrado de la nada a la casa y que estaba en su habitación, tendría que dar muchas explicaciones, explicaciones innecesarias.

Lizbeth dejó los papeles en el escritorio, tomó nuevamente él pequeña porta velas y comenzó a caminar, sus ropas estaban cerca del fuego de la chimenea puesto que los días anteriores estuvo entrenando con un grupo de compañeras que le habían asignado, no podía negarlo, está feliz y la pasaba bien con ellas, eran carismáticas, amables, compañeras, hasta en un punto competitivas, era realmente todo lo que necesitaba, un grupo de amigas para no sentirse sola.
Al llegar a la sala se encontró a su tía leyendo un libro, esta al verla la observo con extrañeza puesto que no sabía que la pequeña tendría que salir un día como este.

—¿donde iras, pequeña?— preguntó viendo cómo la pequeña tomaba las ropas ya secas. Lizbeth tardó en responder, estaba pensando en qué decirle. ¿"Oh, iré con Arno a la corte de los milagros"? Definitivamente eso no sonaba nada bien.

—pues...yo...tengo una misión con las chicas y debo ir, es importante— mintió, se dio una bofetada mental al tener que hacer eso para salir de la casa, amaba a su tía y mentirle era todo un desafío para ella. Faith levantó sus cejas con extrañeza pero asintió.

—bien, ten cuidado– respondió esta, la pequeña asintió y fue a la habitación del piso inferior para cambiarse. No iba a subir a su habitación, sabiendo que estaba Arno ahí. Una vez salir hizo una trenza en su cabello y acomodó varias navajas en su cinturón, le sonrió a su tía antes de subir. Al llegar a su habitación observo a Arno sentado en la cama.

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