CAPÍTULO XVII

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Hyakkimaru fue el primero en abrir sus ojos, tardó en caer en cuenta de la situación y  al ver la mañana junto a los rayos del sol chocar de frente con su rostro, la brisa se colaba por la ventana abierta, su corazón se detuvo en seco al igual que su respiración frunció el ceño dándose cuenta de la tranquilidad del par de horas que se quedó junto a Dororo, regresó su mirada hacia ella, seguía igual como la dejó sobre su pecho con su cabello desordenado llenando sus sentidos de ese aroma ambriagador, algo estaba mal y eso lo puso en alerta, recordó las veces que durmieron juntos en el pasado, ella no podía estar quieta y batallaba por descansar, al contrario de esta mañana, fue entonces que deshizo su abrazo de ella para tomar su rostro y pegas sus frentes, ella tenía su respiración tranquila y sus párpados ni se movían, no otra vez, pensó angustiado, la llamó en susurros que de a poco se  volvieron desesperados gritos saturados de miedo, no perdió tiempo se levantó del futon se colo su ropa y ató su cabello en una colega baja envolvió a Dororo en las sabanas que la acogieron, la llevó en brazos con Nozomi, la anciana sabría que hacer.

La mañana no era tan avanzada pero la gente ya había empezado sus labores diarias, como siempre Kaori y Rié estaban con los niños del templo en el campo de entretenimiento, extrañando la ausencia de Satoru y su amiga, no podían explicar la tensión que sentían en sus pechos, ni su inusual tristeza, esto era señal de mal augurio, y les estaba costando mantenerse indiferentes, Tetsu también colaboraba con la construcción del castillo, el ambiente se estaba volviendo pesado, y no sabían porque hasta para el joven que ahora entrenaba solo en un lugar alejado del pueblo, el clima no era el mismo muy a pesar de que el sol brillaba como nunca, se sentía opaco.

Nozomi predijo la llegada de Hyakkimaru con la joven en brazos, abrió la puerta de su cabaña y recostó a Dororo en una habitación diferente, saco unos cuantos pergaminos, la muchacha yacía sobre el futon solo en yukata de dormir, la misma que la anciana comenzó a deslizar para colocarle un amuleto de cristal en forma de collar, este contenía un rezo grabado en sus paredes, antes esto el joven presente desvío su mirada hacia otro sitio, aunque deseaba ver, en algún momento quizá pueda deslizar sus dedos por esa porcelana que tenía como piel, si algún día, la mayor cubrió el pequeño cuerpo con una manta dejó sus brazos extendidos en los que colocó un pergamino en cada mano.

-¿Quieres ponerle el último pergamino sobre su frente? - la anciana se llevó toda su atención con esa pregunta, pero ¿porque debería de hacerlo el? ya no importaba, lo haría, haría lo que fuera, y lo que no fuera necesario, solo asintió tomando entre sus dedos el delicado y algo desgastado papel se acercó lento con su mano libre retiró esos cabellos rebeldes de su fleco sintiendo la suavidad que desprendía, depósito delicadamente el trozo de papel sobre su frente de inmediato de adhirió sobre ella, la sintió temblar un poco, eso lo asustó, pero la tranquilidad volvió a ella y a él también, ya extrañaba su voz, sus ojos meneando esas hermosas pestañas que le daban un toque infantil, una profunda sed lo invadió al ver sus labios entreabiertos y algo secos, Hyakkimaru se encargo de remojarlos en un húmedo beso.

-Señor... bastaba pasarle un trapo húmedo... - la anciana soltó una leve risa, el joven avergonzado decidió cambiar de tema.

-¿Que sucederá ahora?...- preguntó con algo de miedo por la respuesta.

-Con los pergaminos y el amuleto mantendremos su alma sujeta a su cuerpo será más difíciles para los demonios robarla o alimentarse de ella y también evitará que se desintegre en el drenaje... - el emperador frunció el ceño ante lo último  porque no podía entender bien, pero la anciana continuó explicando -Las almas débiles suelen desaparecer... hemos enterrado cuerpos vacíos un montón de veces...pero ella, tiene un aura especial...- la anciana sirvió un poco de té.

-Aura especial... - repitió las palabras de Nozomi, si Dororo siempre había sido especial y su alma es la más fuerte que el haya conocido.

-Así es, después de cientos de años quizá veamos a alguien más controlar el poder que anhelan los seres de este y el otro mundo... - eso no le gustó a Hyakkimaru, eso quería decir que la perseguirán como a él cuando niño, no lo iba a permitirlo, primero se volvería un sanguinario pero no dejaría que ella viviera ese infierno que dejaron atrás, sin darse cuenta ya estaba arrugando las ropa con sus manos apretadas -Tranquilo señor, ahora solo es parte de los mitos y leyendas de algunos poblados, además el poder estará dormido un largo tiempo antes de poder ser utilizado...- bueno eso estaba mejor.

La plática quedó a un lado cuando los pergaminos se encendieron y la joven comenzaba a quejarse, el amuleto de su cuello empezó a flotar ligeramente, se estaba acumulando mucha energía, no tardarían en tener visitas de monstruos, Tetsu quedó en completo shock al sentir tal magnitud desprenderse, dejando de lado su labor corrió a toda prisa al lugar donde procedía el flujo de energía.

Nozomi rezaba cánticos desconocidos para Hyakkimaru quien solo tensó la mandíbula y observaba todo en silencio pero esta situación lo estaba haciendo perder el poco control que le quedaba, los pergaminos se consumieron y un brillo azulado cubrió el cuerpo de Dororo, al quedar sus manos y frente libres estas inmediatamente intentaba quitarse el amuleto de su cuello, esa opresión no la dejaba respirar aún mantenía sus ojos cerrados.

No pudiendo quedarse ya en su lugar Hyakkimaru tomó ambas manos de Dororo para retirarlas de su cuello y aprisionarlas a cada lado de su cabeza con su cuerpo sobre ella, acercó sus labios su oído para llamarla entre sueños hacía a la realidad.

Dororo, vuelve conmigo, despierta...

Una corriente eléctrica estaba quemando las entrañas del joven, Tetsu entró de golpe a la habitación y se dio cuenta de lo que sucedía sin perder tiempo saco de sus ropas más pergaminos para colocarlos en puertas y ventanas y bloquear la presencia de energía y alejar a los malos espíritus que buscan el cuerpo de la chica para escapar de su miseria, mientras tanto el emperador seguía llamando a su compañera rogando que vuelva a donde pertenece, a sus brazos.

Por favor despierta, despierta...

La desesperación hizo que un par de lágrimas se derramaran cayendo directo a su cuello, ensimismado en su dolor hasta que sintió la tibiesa de las manos de su amada acariciar su nuca y espalda y aferrarse a él con fuerza y amor.

-Hya...kki...ma...ru...- pronunció débil pero claro, con su voz seca conteniendo la melodía en su garganta, volvía a estar vivo, ¡un momento! lo llamó por su nombre, era extraño, ahora ella era quien lo llamaba a la realidad, no se movió ni un solo centímetro se dejó caer, entrelazó sus dedos con ella y se refugió en el hueco de su cuello, para aspirar ese aroma delicadamente.

-Me asustaste... - dijo el en un susurro para que solo ella lo escuchara.

-Me... estas aplastando... - al regresar sus ojos hacia ella la chica ya tenía abierto los suyos además de llevar una sonrisa pintada adornando su rostro, Hyakkimaru limpió la poca ceniza que quedaba sobre su frente para al finalizar depositar un suave beso justo ahí y borrar sus marcas.

-Preparare algo para que coman... - Nozomi se retiró de la habitación conmovida por la escena.

-Permitame ayudarla, quiero hablar con usted anciana... - el fallido intento de Tetsu por ser cortés recibió una mirada acusadora al llamarla anciana.

-A quien le llamas anciana...preguntale a Satoru que le pasó por decirme así... - sus ojos afilaron su mirada causando un poco de miedo en el joven monje.

-Ya te sientes mejor... -Hyakkimaru había recuperado la tranquilidad pero quería asegurarse que ella estuviera bien.

-Si...eso creo... - ella desvío su rostro con sus ojos tristes, era injusto no saber que los depara el destino.

-Descansa... - la arropo con las mantas que había disponibles.

-No tengo sueño, acabo de despertar de uno... - mencionó ella mirándolo fijamente.

-¿Y fue bonito? ... - preguntó el.

-Al final si...porque estabas tu conmigo... - ella cerró los ojos no estaría mal dormir un poco antes de continuar con su trabajo.

-Siempre estaré contigo...iría al mismo infierno para estar siempre contigo... - volvió a besar la nívea frente de Dororo y salió de la habitación.

DORORO: CAPRICHOS DEL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora