CAPÍTULO X

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Hyakkimaru sonrió ampliamente, esta nueva etapa que viviría no lo haría solo, estaría a su derecha la persona más importante para él, no tenía nada que temer, confiaba en ella, y esperaba algún día poder darle otro significado a ese "compañera" poniendo más sentido a su vida, e igual que siempre todo entorno a ella, el seguía tomando sus mejillas, y de pronto la miro como perdido, él estaba buscando la razón por la que su cuerpo le pedía más cercanía, incluso más de lo que ya estaban, serán sus ojos, o el aroma de su cabello, pueda que su sonrisa, pueda que esos tentadores labios de color cereza,  pueda que ella misma, siendo lo que sea, pensó en ella, y si ella se molestaba con él por invadir su espacio, iba a correr el riesgo, con sus manos dejo todo su cabello tras su espalda y hundió su rostro en el cuello de ella, para respirar de ese aroma a ver si así su corazón dejaba de palpitar sin control, ella intento alejarlo, no pudo, se aferraba tanto y la abrazo con más fuerza pero que necio era.

-Dororo...te quiero...- Ahí es cuando dejo de luchar, la quería, ¿escucho bien? Si eso dijo, la quería.

-Yo también Aniki...- soltó una pequeña y débil risa –Estas actuando muy extraño...- poco a poco quedaron arrodillados sobre el suelo y el como un niño pequeño con los ojos cerrados y sonriendo, feliz al sentir las caricias sobre su cabello suelto, no entendida porque la vida de repente se llenó de más color, de algo desconocido, tan desconocido como el sentimiento que brotaba en su pecho –Aniki...debemos hacer el llamado a todos los líderes de las demás aldeas, y hablar con los líderes nuestro pueblo también...- ella se levantó despacio cortando ese precioso momento.

-Dororo...- ella volteo su atención a su llamado,y el sostenía su desgastada cinta con la que recogía su cabello, Hyakkimaru tenía una expresión divertida, ella rió un poco y él se acomodó para que ella hiciera su infalible coleta, como en los viejos tiempos, se aseguraría que ella hiciera esto por el resto de su vida.

-Listo...nos reuniremos en el templo después de que las clases de los niños terminen...- salieron de la cabaña, todos saludaban a Dororo y compañía, al llegar al templo los niños se abalanzaron a la chica que recién llegaba dejándola en el piso con un montón de pequeñines sobre ella, todos reían muy alegres.

-Chicos...vayan con Aiko...ya está lista la comida...y lávense las manos...- al escuchar a Rié todos salieron corriendo a las vencidas a la cocina del templo dejando un poco más de paz y tranquilidad, Hyakkimaru recorría con la mirada aquel lugar, había dado tres contados pasos, y cuando recordó que ofrecería su mano para que Dororo se levantara del reciente nocaut, pero otro individuo se le había adelantado, era Satoru quien gentilmente ayudo a ponerse de pie.

-Bien...Aniki...-el nombrado se acercó hasta quedar frente al otro sujeto, el ambiente estaba algo tenso entre ellos –Él es Satoru...el lidera nuestro pequeño grupo de combate...por así decirlo...- los dos se miraron no desafiantes pero tampoco amigablemente –Y Sato él es Hyakkimaru...nuestro nuevo gobernante...- Esta vez Satoru mostro una sonrisa hace tiempo que Dororo no lo llamaba así, se sentía bien.

-Entonces has decidido continuar el sendero de tu familia...- Satoru ofreció su mano para un saludo cordial, si él iba a ser el nuevo emperador y máxima autoridad debía mantener respeto, no quería ser mal visto por cometer alguna falta, todos en el pueblo lo apreciaban.

-Por supuesto...- estrecharon sus manos no tan convencidos pues el nuevo jefe era de pocas palabras, sería un difícil paso al consenso de la política de Daigo pero lo intentarían.

-Bien, Rié fue por el señor Makoto y Kentaro que son los únicos que faltan...pasemos al templo por favor...- Dororo dejo que Satoru se adelantara para luego ingresar a la instancia junto a Hyakkimaru, cada uno tomo un lugar en el salón que estaba preparado para la reunión.

DORORO: CAPRICHOS DEL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora