C A P I T U L O C I N C O

21 1 0
                                    

Capítulo cinco.

Unos meses atras.

Hace demasiado frío aquí para ti, y ahora, así, déjame sujetar tus manos en los agujeros de mi suéter.

Tarareaba una parte de una de las canciones de the neighbourhood, mi banda favorita, colecciono algunos discos, camisetas y cds.

Suelo escuchar música para desestresarme o para quitar mi mal humor, mi humor ha estado pésimo los últimos días, las cosas en casa no mejoran, papá no mejora, las últimas noches he tenido insomnio y al otro día unas tremendas ojeras por no dormir, no estoy rindiendo bien en la escuela pero es lo que menos me importa en este momento, en pocas palabras mi vida está en su peor momento.

Oh, tan solo tú estuvieras aquí podrías ser mi soporte...

Ese fugaz y indebido pensamiento se paseó por mi mente en un instante, no, yo no necesito a nadie, yo no la necesito a ella, papá estará bien, estaremos bien.

Trato de repetirme eso cada vez que puedo, con la débil esperanza de poder creerlo algún día.

Pero no es cierto, sé que algún momento pasará, él se irá y todo lo que soy se iran con el, esta mal, mamá y yo lo sabemos, lo supimos cuando el primer dolor atacó, lo supimos cuando el dolor se hacía insoportable, cuando los medicamentos no lo calmaban, pero, sobretodo lo supimos anoche cuando vomitó parte de su hígado.

No duermo pensando que algún día despertare y él ya no estará respirando.

Unos gritos interrumpieron mi música y con el corazón latiendome fuertemente me levanté con piernas temblorosas a correr hacia arriba.
Mamá gritaba desde la habitación de papá, a pasos apresurados entré y vi una escena no muy agradable para el ojo humano.

Había vuelto a vomitar parte de su hígado.

Estaba por todo el piso.

Papá estaba agonizando del dolor.

Un nudo se hizo en mi garganta, rápidamente mamá le inyectó la medicina calmante al dolor y un sedante, es lo que el médico le aconsejaba cuando esto solía pasar, el sedante era para que descansara y no sintiera tanto dolor, últimamente siempre estaba sedado, no recuerdo la ultima vez que tuve una conversación normal con mi padre, aquellas tardes en familia viendo maratones de fútbol eran maravillosas, cálidas y felices.

Ayudé a mamá a limpiar todo el vomito y a dejar limpia la habitación, ella se fue a encerrar en su cuarto como siempre solía hacer todos los días luego de estar al pendiente de papá, sabía que estaba empezando a caer en una depresión, si que lo sabia, y no la ayudaba, me sentía la persona más miserable y mala de este mundo, y lo peor era que no hacía nada para cambiar eso, por alguna razón no hacía nada para ayudarla, no podía, quizá era algo de rencor, rencor porqué yo no le importaba, sí, sabía todo lo que estaba pasando no era fácil, para ninguno lo era, pero yo también sentía, yo también lloraba y estaba apunto de perder a un padre y ella no estaba ahí para limpiar mis lagrimas, su mano no estaba ahí para cuando yo cayera.

Miraba el cuerpo de papá reposando tranquilamente en la cama, su respiración era tranquila, pausada y pacífica, fue pestañeando poco a poco hasta que logró abrir sus ojos.

--Papa...¿cómo te sientes?-- Hablé en un tono de voz suave acercandome lentamente a la cama.

Soltó una pequeña risa.

--No siento dolor en este momento al menos, tu pobre padre ya está viejo y no aguanta mucho hijo.-- Sonrío y sus hoyuelos aparecieron en cada una de sus mejillas.

--Estarás bien papá.-- Le di un pequeño apretón a su mano.

--Hijo...

--Papá, dije que estarás bien. --Solte firmé.

--Finn...tú y yo sabemos qu-

--No.-- Lo interrumpi, no podía siquiera imaginar eso, no podía.

--Déjame decirte algunas cosas antes de que me vaya hijo...por favor.

Un nudo se había formado en mi garganta, me negaba a dejar salir las lágrimas.

<<Mi tiempo es corto, hijo, y me voy tranquilo, ¿sabes por qué? Porqué he hecho un buen trabajo contigo, eres un buen muchacho, Finn, cumple cada uno de tus sueños, no permitas que mueran, porqué donde sea que yo esté estaré viendo y guiando cada uno de tus pasos, hijo, por favor cuida de tu madre, ahora que no estaré ella te necesita más que nunca.

Sus ojos tenían lágrimas corriendo libremente por sus mejillas al verlo no pude evitar llorar, mierda, esto dolía mucho.

<<Confio en que harás un buen trabajo con el hogar, es lo que te inculcado, Finn, recuerda amar mucho, el amor es la cura de todo, el amor sana heridas...recuerda...recuerda de buscarla, ustedes están conectados.

Negué levemente, eso es una vil mentira.

<<Eres joven, aprovecha cada instante de tu vida como si fuese el último, y recuerda que donde sea que esté, estaré contigo porqué te amo, te amo y te amaré por siempre, Finn.

--Tambien te amo, papá.

Me acosté con cuidado a su lado y esa noche los dos lloramos, porqué sabíamos lo que venía.

El 23 de marzo de 2014  Nicolás Wolfhard falleció por cáncer.

No hay palabras para describir lo dolorosa que fue esa mañana, solo puedo decir que algo murió en mi ese día, no era capaz de sentir nada que no fuera dolor, no era capaz de hacer otra cosa que no era llorar, no comía, nadie hacia las compras porqué ella y yo estábamos tan deprimidos como para salir u siquiera comer, sabía que bebía  antidepresivos, los había visto la noche anterior mientras...mientras calmaba mi dolor.

Los vecinos nos traían comida por amabilidad, me fastidiaba su patética cara de lástima cada vez que venían y falsas sonrisas.

La mayoría de esta casi siempre se perdía, también había perdido el apetito, todo el entorno era deprimente, paredes frías, pasillos vacíos y llenos de polvo.

Salí a la casa de Lucas a distraerme un poco, no soportaba un minuto más aquí, era asfixiante.

Llegué a casa de Lucas y Jack estaba ahí, estaba fumando marihuana, he tenido ganas de probar esa sensación, la gente dice que es tranquilizante y es lo que necesito.

--Hola, Finn, ¿gustas?-- Ofreció sacándose el porro de los labios en tono burlón, sabía que yo no fumaba y el me quería humillar.

--Jack...-- Lucas le llamó la atención.

--Sabes que es un juego, Finn es un bebé y no fuma más que un insípido cigarrillo.

--Damelo.

--Finn, no.-- Lucas me dio una mirada de advertencia.

--¿Que tiene Lucas? Ya no soy un maldito niño, no tienes que protegerme, además tú lo haces, yo puedo hacerlo. --Ataque.

--Tú no eres como yo, no estás tan jodido.

Solté una risa amarga.

--Estoy más jodido qué tú primito.

Le quité el porro a Jack, primero quemó mi garganta pero lo disimule y bote el humo, un mareo me atacó y me recargue sobre el sofá.

--Te dije, es un bebé.-- Jack hablo entre risas.

--Por qué mejor no cierras el puto hocico, imbecil.

Ese día empezó una adicción incontrolable.

DESPUES DE ELLA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora