Serie Mundial Colegial

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Muchos me conocen como "Thunder" Bregman, pero mi nombre es Shaun. Soy un ex jugador profesional de béisbol, campeón de la Serie Mundial Colegial con la Universidad de Florida y Campeón de la Serie Mundial con Marlins de Florida en la década de los 2000s.

Actualmente, me encuentro postrado en una cama, sin mucha motivación ni ganas de seguir viviendo. Lo único que me mantiene cuerdo, es el béisbol. Ya sea verlo en la televisión, escucharlo por la radio y en otras ocasiones contando mis memorias en el deporte.

La gran parte de los recuerdos que aún habitan en mi mente, en cuanto a mi carrera deportiva en el béisbol, comienzan desde mi carrera en el béisbol colegial con la Universidad de Florida.

Mis recuerdos se remontan al comienzo del bracket regional de Gainesville, ahí compartimos con rivales como Columbia, Florida Atlantic y Jacksonville. Afortunadamente pudimos avanzar como los ganadores y enfrentarnos al ganador del bracket de Raleigh, dicho equipo era Auburn.

En la serie ante Auburn, no tuvimos complicaciones y los derrotamos dos juegos a cero, avanzando a uno de los brackets para la final, en donde fuimos colocados con importantes equipos como Duke, la Universidad de Arkansas y la Universidad de Texas. No éramos para nada los favoritos.

El manejador del equipo, decidió que por mis buenas estadísticas, yo sería el encargado de abrir los encuentros en cada uno de los juegos inaugurales que enfrentáramos en las siguientes rondas. En el bracket eliminatorio previo a la final, sumé dos victorias con 7 entradas sin permitir carrera y 13 ponches. Fue ahí cuando mi nombre comenzó a escalar en la lista de jugadores elegibles para el draft del siguiente año.

Tras ganar el bracket eliminatorio y avanzar a la "Serie Mundial Colegial", es decir, la gran final del torneo nacional, nos enfrentaríamos al otro ganador, que se trataba de la Universidad del Estado de Mississippi.

Como dato anecdótico y como apasionado creyente que soy de la superstición, me molestó el hecho de que la final iniciaríamos con el jersey Blanco los primeros dos juegos y con el jersey Azul en dado caso de requerir un tercer juego. Mi molestia se basaba únicamente en la superstición, ya que siempre iniciamos en las rondas previas con el jersey Azul y finalizamos con el Blanco.

Por las grandes emociones que viví o quizás por mi egoísmo, pero recuerdo mayormente los dos juegos en los que tuve participación.

Desafortunadamente, una inflamación en la muñeca derecha me impidió lanzar el juego inaugural, fue un duro golpe para mí, una gran tristeza, sin embargo, no podía dejar que el sentimiento se apoderará de mí, ya que aún tenía esperanzas de lanzar en el segundo juego de la serie. Y así fue.

Para el segundo juego de la serie final, Mississippi tenía ventaja de un juego a cero, tras derrotarnos en el primer encuentro por pizarra de 13-4. Su ofensiva estuvo encendida durante el primer juego, pero para nada me asustaba, ya había maniatado mejores ofensivas a lo largo del torneo.

Cuatro horas previo al segundo juego de la final, se acercó el manejador y me preguntó cuál era el estado de mi muñera derecha. Afortunadamente me sentí muy bien y acepté la responsabilidad de tomar el montículo para el juego.

El juego fue sencillo para mí, trabajé por espacio de seis entradas sin permitir anotación, solamente otorgué una base por bola y sumé 9 ponches. Tras recibir apoyo ofensivo con cuatro anotaciones en la tercera entrada, me acredité mi primera victoria en una Serie Mundial Colegial. Con el triunfo estábamos forzando a un tercero y definitivo juego para conocer al campeón nacional de béisbol.

Mi compañero Fred Coleman abrió el tercer juego de la final, trabajó cinco entradas sin permitir carreras, pero no recibió apoyo ofensivo. Para la séptima entrada, el juego se encontraba aún sin anotaciones. Fue entonces que el entrenador de lanzadores se acercó a mí y me pidió poner a calentar el brazo.

A punto de cerrar la octava entrada, el manager ingresó al campo para pedir un nuevo lanzador y fue que me pidieron que entrara a relevar el encuentro. Era mi primera aparición como relevista, en la gran final, a pesar de tener el brazo demasiado cansado, no mencioné nada, no quería perderme la oportunidad de volver a lanzar en la final.

Retiré el último out de la octava entrada con un elevado al jardín derecho. Afortunadamente, Jeffrey Luck disparó un tremendo cuadrangular por todo el jardín central para darnos la ventaja de 2-0 al abrir la novena entrada.

Volví a trabajar en el cierre de la novena entrada, pero únicamente retiré al primer bateador. Nuestro cerrador Peter Young consiguió los outs 26 y 27 para darnos el título nacional. A pesar de mi breve trabajo en el tercer juego, me acredité la victoria con tan solo dos hombres retirados.

Mis números finales en la Serie Mundial Colegial fueron los siguientes: Dos triunfos, seis entradas y dos tercios de labor, sin carreras permitidas, nueve ponches y una base por bola. Esto bastó para que me llamaran el jugador más valioso de la serie.

El convertirme junto a mi equipo, en campeón nacional de béisbol colegial fue una gran emoción para mí, sin embargo, no todo fue alegría, ya que mi familia no tuvo los recursos para viajar y acompañarme en la gran final.

Mi mayor alegría deportiva, llegaría el siguiente año en el Draft de MLB (Major League Baseball), béisbol de las Grandes Ligas por sus siglas en inglés.

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