Spring Training

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En Marzo de 2001, reporté con la nueva organización a la que pertenecía, para firmar el contrato, tomarme la fotografía con el jersey, cumplir con todo lo protocolario.

Puedo decir que los Rockies de Colorado me recibieron bien y ese mismo día tuve la oportunidad de reunirme con el entrenador de Grandes Ligas, el cual me comentó que yo entraba en planes para iniciar con el equipo en Spring Training. Desde luego que me dio alegría recibir aquellas palabras, pero yo sabía que tenía que trabajar mucho para poder llegar al roster de MLB, ya había tenido la oportunidad de estar en un entrenamiento primaveral con los Cachorros, pero al final no logré hacer el equipo grande.

El manejador me comentó que tenía que reportar en dos semanas ahí en el club, para hacer el viaje con todo el equipo y empezar a realizar los entrenamientos físicos, a conocer a mis nuevos compañeros, presentar los estudios físicos y médicos, y lo mejor de todo, para comenzar con los juegos de preparación.

Aquellas semanas me sirvieron para ordenar un poco mi vida personal y todo lo que implica un cambio de ciudad.

En los entrenamientos primaverales, inicié con la mejor de las suertes, pues lancé las primeras seis entradas en blanco, en mis primeros 8 juegos. Realmente se hablaban cosas muy buenas de mí y aunque no quería caer en excesos de confianza, era muy gratificante escuchar hablar maravillas de mí al manager y al staff de pitcheo.

En un juego de preparación ante los Gigantes de San Francisco, al realizar el sexto lanzamiento de mi labor, sentí un dolor horrendo en mi brazo de lanzar.

De inmediato hice una señal con el otro brazo a mi manager, el cual rápidamente se acercó a mí, junto con el cuerpo médico. Era obvio que no podía lanzar más, por lo que alertó al bullpen para pedir otro lanzador.

En todo momento, tanto el manager como los médicos estuvieron al pendiente de mi salud, por lo que fui enviado de inmediato al hospital más cercano para que me realizaran estudios y así poder determinar la gravedad de la lesión.

Toda esa tarde estuve en el hospital para que me practicaran una resonancia en el codo. El diagnostico que no deseaba escuchar, fue el que con cierta calma y preocupación, el médico me dictó.

El ligamento del codo de mi brazo de lanzar, estaba muy dañado. Como recomendación, él tenía dos métodos para la recuperación:

El primer método consistía en cuatro semanas de inactividad, para que dicho ligamento sanara poco a poco y evaluar la evolución.

La segunda recomendación, honestamente lo he de confesar, me asustó demasiado. Era la cirugía "Tommy John". Dicho procedimiento consiste en restaurar el ligamento dañado, con otro tendón procedente de otra parte del cuerpo o de un cadáver. Era una buena opción para recuperarse totalmente, pero el tiempo de recuperación era largo. En el mejor de los casos, me alejaría un año.

Al escuchar dichas sugerencias, por obvias razones, opté por descansar mi cuerpo y esperar a sanar de manera natural. Por lo que, transcurridos 30 días, regresé con el medico a una evaluación.

Aunque la hinchazón había disminuido notablemente, el daño interno se mantenía. El dolor también atacaba con menor intensidad, era sentido casi como un pequeño pinchazo. Pero la molestia era notable aún sin lanzar.

Tras la mala noticia, opté por consultar una segunda opinión. Los médicos de la organización de los Rockies de Colorado fueron los encargados de evaluarme en esa ocasión. El diagnóstico y las sugerencias fueron exactamente las mismas.

Fui programado para la cirugía apenas dos semanas después. Muchos especialistas me comentaban que volvería mejor, que incluso podría volver con poco más de velocidad, todo era muy esperanzador y ante la poca evolución de la lesión, no me quedó mayor remedio que la operación Tommy John.

Cuando ingresé al quirófano, mi mente estaba consciente que no volvería a jugar béisbol en al menos 12 meses. Lo que no imaginaba, era que no volvería a portar el jersey de los Rockies de Colorado. Pues apenas terminé mi recuperación en Diciembre de 2002 y me liberaron de mi contrato. Realmente no los culpo y no les reprocho nada, pues me ayudaron en mi recuperación.

Ese año de 2001 fue complicado para la sociedad en Estados Unidos, pues en Septiembre ocurrió uno de los peores, o quizás el peor atentado terrorista de la historia.

Aquella mañana la recuerdo muy bien, encendí el televisor para mirar el previo de béisbol entre Rockies de Colorado ante los Diamondbacks de Arizona. Todos los canales del televisor mostraban la misma noticia del ataque. Me quedé congelado con la noticia, lo primero que hice fue hacer unas llamadas a un par de amigos que en ese entonces jugaban con los Yankees. Afortunadamente ellos y sus familias estaban bien, pero la vida de muchas familias cambió aquel día trágico.

Todos los juegos de béisbol fueron suspendidos los días siguientes, el país estaba devastado y lo que menos importaba aquellos días era el béisbol. Aunque la temporada no fue cancelada. Terminó un poco después de lo esperado, el mes de noviembre vio coronarse campeón a los Diamondbacks de Arizona sobre Yankees de Nueva York.

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