Twenty five

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HEDWIG, AND UMBRIDGE AGAIN

POR ORDEN DE LA SUMA
INQUISIDORA DE HOGWARTS

De ahora en adelante quedan disueltas todas las organizaciones
y sociedades, y todos los equipos, grupos y clubes.
Se considerará organización, sociedad, equipo, grupo o club
cualquier reunión asidua de tres o más estudiantes.
Para volver a formar cualquier organización, sociedad, equipo,
grupo o club será necesario un permiso de la Suma Inquisidora
(profesora Umbridge).
No podrá existir ninguna organización ni sociedad, ni ningún equipo, grupo ni club de estudiantes sin el conocimiento y la aprobación de la Suma Inquisidora.
Todo alumno que haya formado una organización o sociedad, o
un equipo, grupo o club, o bien haya pertenecido a alguna entidad de este tipo, que no haya sido aprobada por la Suma Inquisidora, será expulsado del colegio.

Esta medida está en conformidad con el Decreto de Enseñanza
n.° 24.
Firmado:
Dolores Jane Umbridge
Suma Inquisidora

—No pudo haberse enterado.. ¿o sí? —murmuró Annie preocupada.

—No lo creo.. —murmuró Theo de igual forma a su lado.

—Si es así, estamos jodidos —recalcó Blaise.

-Iré a ver a los chicos —dijo en dirección a los Slytherin. Ambos le dieron un beso en la mejilla y partió directo a la sala común.

Al entrar al hueco del retrato, observó a Ron subir a los dormitorios de chicas y esperó a que sucediera.

Cuando había llegado al sexto escalón, sonó una especie de sirena y los escalones se unieron y formaron un largo y liso tobogán de piedra en espiral. Al principio Ron intentó continuar el ascenso, agitando los brazos, pero cayó hacia atrás, resbaló por el recién creado tobogán y fue a parar a los pies de Harry.

—Me parece que no nos dejan entrar en los dormitorios de las chicas —dijo Harry conteniendo la risa mientras ayudaba a levantarse a Ron.

—Estás en lo correcto —dijo Annie abrazándolo por detrás.— ¿Te divertiste, Ron?

El pelirrojo gruñó.

Dos chicas de cuarto bajaron riendo por el tobogán de piedra.

—¿Quién era el que intentaba subir? —preguntaron alegremente, poniéndose en pie y comiéndosecon los ojos a Harry y a Ron.

—Sigan su camino —intervino Annie frunciendo el ceño. Las chicas le dirigieron una mala mirada y se alejaron.

—¿Celos, Roberts? —preguntó Harry divertido.

—Si, claro.

—. No tenía ni idea de que pudiera pasar esto. ¡No hay derecho! —añadió dirigiéndose a Harry— ¡Annie puede ir a nuestro dormitorio cuando se le da la gana!

—Bueno, es una norma anticuada —explicó Hermione, que acababa de bajar por el tobogán y había aterrizado limpiamente en una alfombra que había delante de Harry y Ron—, pero en Historia de Hogwarts se dice que los fundadores del colegio creían que los chicos eran menos dignos de confianza que las chicas. En fin, ¿para qué querían subir?

—Para verte. ¡Mira eso! —dijo Ron, y la arrastró hasta el tablón de anuncios. Hermione leyó rápidamente el letrero y puso una expresión glacial.

—¡Alguien se ha chivado! —exclamó Ron, indignado.

—Es imposible —murmuró Hermione en voz baja.

—¡Qué ingenua eres! —explotó Ron—. ¿Crees que porque tú eres honrada y digna de confianza...?

—No, es imposible porque hice un embrujo en el rollo de pergamino en que firmamos todos —explicó Hermione gravemente—. Créeme, si alguien se ha chivado a Umbridge, sabremos exactamente quién ha sido y te aseguro que lo lamentará.

Annie y la Orden del Fénix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora