Post Mortem

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Se me hacia imposible.

No podía dejar de pensar en lo mucho que anhelaba este momento.

Desde hace años que lo único que podía entrar en mi mente era la de la muerte, la de un cuerpo frío, rígido, pálido y levemente manchado de sangre tendido, inmovil, en el suelo.

Aunque siendo les sincera, no me creía que el cuerpo que terminaría bajo esas circunstancias sería el mío.

Atracada por un chico de mi edad con pasamontañas negro, me agarraba el abdomen mientras no dejaba de gritar, no dejaba de sangrar y no dejaba de alejarme del cálido tacto de la vida.

Me sentía arrancada de mi cuerpo, casi me sentía capaz de ver a mi propio cuerpo gritando mientras, supongo, mi alma se alejaba irremediablemente de lo que fue mi vida.

Entonces volví a gritar.

Pero no por dolor, si no por desesperación.

Desesperación de que no sabia que estaba pasando, desesperación porqué, subconcientemente, sabía que después de esto solo podía venir la muerte.

Y de la nada mi voz se apagó.

Deje de oir mi voz, seguia moviendo la boca intentando pronunciar palabras, y seguía sintiendo como se desgarrada mi garganta de tan fuerte que gritaba. Hasta que decidí calmarme, si mis gritos no se escuchaban no me iba a servir de nada gritar. Curiosamente aún podía escuchar mi respiración, mis latidos y mis sollozos. ¿Asi se sentiría ser muda?

Y justo después de eso, Los deje de oir.

Pero no era un silencio como el que uno escucha cuando se queda cayado, era la sensación de de no poder sentir absolutamente ningún sonido, ningún ruido de ambiente, ni si quiera mis propios ruidos internos. ¿Hací se sentía Ser sorda?

Luego de eso, desapareció todo.

Aunque no era una ausencia como cuando apagas la luz, o cuando vives un eclipse. No era negro ni blanco ni ningún color entre medio, ni siquiera podía describirse como uno... Solo la ausencia de este. ¿Asi se sentía quedar ciega?

No lo sabía, o talves si. Poco a poco me hacia menos capaz de conseguir enlazar dos ideas hasta el punto en que el simple hecho de pensar se me hacia imposible de imaginar...

Fue en ese momento cuando volví a sentir lo mismo de antes, volvi a ser arrancada de mi cuerpo, esta vez con más fuerza y a su vez con mucha más sutilesa y así, constantemente, arrancon tras arrancon, muerte tras muerte.

Poco a poco los pocos sentidos que me quedaban dejaron de existir hasta que pude sentir, por fin, que había muerto.

Mi sueño era realidad, una vez más.

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