Lo Siguiente No Es Irse

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Lo siguiente que sientes es el viento.

El del desierto era pesado y resistente. Quizá un poco terco pero nunca se equivocaba.

Volar por el era difícil, imposible diría yo, pero era algo necesario. Aleteo tras aleteo, brisa tras brisa, era tan fuerte que te dejaba flotando en un mismo lugar mientras te arrancaba hasta la última pluma y volvias a sentirte como un bebé que apenas sabe respirar.

Poco a poco sientes como tus alas no hacen nada más, como ya no son alas y deciden rendirte.

Esperas lo peor, desde esa altura hasta el ave más grande moriría.

Te detienes por completo y te concentras en mantenerte respirando, para cuando te das cuenta ya no lo necesitas. Te sientes bajo el agua y ves tus plumas alrededor tuyo, tratas agua pero no pasa nada, tus pulmones ya ni siquiera están ahí.

Lo siguiente que notas es que nada esta mojado, miras tus alas pero ya no están.

A lo lejos, apagado por el agua, el sol empieza a aparecer. Sientes como el agua alrededor tuyo se evapora rápidamente y la de dentro tuyo también.

La necesidad de tapar el sol es mayor que la aceptación a la muerte.

Agitas tus inexistentes alas y mágicamente están allí.

Rompes el viento y vuelas en picada.

Mientras caes vuelves a pensar si esa era la libertad que querías.

Lo siguiente que sabes es que volviste a ser un humano, estas cubierto de plumas. No te gustan. Intentas arrancarlas pero caes al suelo de dolor.

En un color Negrizo tu piel se carboniza.

Lo siguiente que sientes es sudor en tu rostro y el sol por la ventana, miras tus manos y no tienes plumas.

En la ventana hay un cuervo mirandote, pareciera decirte:

"¿Es esta la libertad que querías?"

Lo siguiente que quieres es quedarte en casa una noche más.

Relatos De Un TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora