Noche En Compañia

23 3 0
                                    

Llega un momento en la noche en el que todas tus lágrimas dejan de perecer bajo tus ojos y entras en calma absoluta.

Acabas de perder la sensibilidad.

Y eso te da miedo.

¿Lo sientes? Se que es contradictorio sentir miedo cuando acabas de perder la sensibilidad pero es que cuando la pierdes se acercan los demonios.

Entonces ya no eres tú el que esta sintiendo algo, son tus demonios que vivien a través de ti en constante "armonía" esperando a que dejes un hueco en ti, un vacío, para que ellos puedan entrar y quedarse ahí.

Ellos, al igual que tú, están en constante sufrimiento, quieren deshacerse de sus sentimientos pero no pueden porqué ellos son eso, sentimientos, así que acuden a ti. Te hacen sentir su sufrimiento para que los llores, los sufras y así puedan dejar de sentir para ser finalmente libres.

Aunque eso no te libra de ellos, cada segundo que pasen cerca de ti su sufrimiento volverá y querrán volver a ti.

No hay forma existente de deshacerse de ellos, entonces recurrimos a otros métodos, más agresivos y poco sanos pero nos olvidamos de los vergonzosos que pueden ayudarnos.

Entre los más agresivos están los cortes. Tomar un filo y pasarlo por tu piel.

Rápida y suavemente cuando tienes miedo de hacerlo.

En los momentos en los que empiezas a hacerlo, cuando te sientes tan mierda que solo puedes pensar en que esta es una solución,muchas veces te equivocas, miento. Siempre te equivocas en pensar así. Esto nunca fue y nunca será una solución.

Pero... No puedes evitarlo, estas viendo tu sangre abandonar tu cuerpo y tus demonios al mismo tiempo, ninguno de los dos con ganas de volver. Por una parte por sentirse ignorados y porque creen lo mismo que tu, qué es una solución.

Lenta y con profundidad cuando sabes que lo quieres.

Están tan acostumbrados a esa sensación... A la sensación de un leve dolor y una gran debilidad qué ya no les produce nada, entonces empiezan a ir más allá.

La sangre derramada en un pasado les trae "Buenos" Recuerdos entonces quieren prolognarlos y hacerlos más intensos.

Lastima que así no funciona. No importa que tantos demonios saques de tu cuerpo, finalmente todos vuelven a ti.

Tarde o temprano.

Pero hay ciertos días en los que eres demasiado cobarde, no puedes tolerar ver tu sangre entonces recurres a algo más simple.

Y volvemos al comienzo.

Te pones a llorar, llorar y llorar, no hay momento en que una lágrima no recorra tu cara de punta a punta buscando un lugar por el que .

Muchas veces lloramos solos, abrazando nuestras piernas, intentando no hacer ruido para no llamar la atención de nuestros padres o hermanos, intentado no preocupar a nadie. Pero ya lo dije antes, esto solo te trae demonios.

Es mejor llorar con alguien, llorar en un hombro, en unas piernas, en un pecho de otra persona. Acurrucando todos tus sentimientos en el amor que pueden darte.

En esos momentos cuando ya no puedes hablar, no quieres hacerlo, pero la otra persona insiste en que quiere escucharte, en que quiere oir tu quebrada voz para saber donde y como tiene que repararla. Con un beso, un abrazo o el tiempo que pueda darte.

Y después de unas cuantas lágrimas lo haces, le empiezas a hablar con las palabras atoradas en la garganta, creyendo que no te entenderá, entonces ves su cara y ves sus ojos y logras darte cuenta que esta dando todo su ser por entenderte. Agarras confianza de donde no hay, te relajas y te sientes envuelto en seguridad, tu lengua se suelta y no dejas de hablar. Ese bloqueo que dejabas a la vergüenza lo abres dando paso a otras emociones: la ira, el arrepentimiento, el deseo, el miedo, la tristeza y muchas otras. Te dejas sorprender por tus palabras y reacciones que nunca esperarías de ti pero que en el fondo siempre quisiste decir.

Para cuando terminas la noche a vuelto todo y si no fuera por liberarte de todo ese peso no te hubieras visto capaz de esconderte de los demonio. Tu acompañante te sonríe, te mira con compasión y empatía, logró entenderte y ahora está pensando como ayudarte, como hacer que los demonios dejen de visitarte. Entonces la lluvia de consejos comienza de la misma manera que una de rayos: rápida, brillante y precisa.

Tu te sientes deslumbrado, nunca lo habias visto de esa forma tan única y relasita, en eso momentos crees que todo lo que puedes hacer es seguir sus consejos.

Te vas feliz del lugar, con intención de poner en marcha todos los consejos. Tu felicidad mantiene alejados a quienes te atormentan hasta que llegues a tu casa, en tu habitación, en la cama en la que tantas veces has llorado sin consuelo... Sientes que todo volverá a ser, una vez más, como antes pero no de das por vencido, te mantienes firme y resignado a dejarte vencer.

Al día siguiente despiertas con neutralidad, no quieres enfocarte en el futuro de mierda que sabes que esta destinado para ti y prefieres quedarte con las amadas palabras de la única persona que te escucho y con la hermosa sensación de despertar en una cama seca de lágrimas.

Sales de tu zona de confort y caminas al mundo con todo el optimismo que ganaste el día de ayer, estas completamente dispuesto a acabar con todo hoy. O eso creías.

En cuanto más cerca te encuentras de tu destino más claro se te hace el futuro y más borroso es el pasado, vuelves a ser lo que eras antes, ya no tienes fuerzas para continuar ni para espantar a los demonios quienes llegan rápidamente a ti ansiando poder darte su dolor para ellos quedar libres.

Llega la noche.

Vuelves a limpiar la cuchilla.

Te acuestas y te escondes entre tus mantas.

Sabes que están ahí afuera, no falta nada para que entren.

Tampoco falta nada para que salgan las lágrimas.

¿Acaso esto se detendrá algún día?

Relatos De Un TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora