Como en casa.

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La entrevista no duró mucho, algo de media hora, en el que Marco sutilmente tocaba los temas que las tres tratábamos de evitar, pero al final todo salió bien, no teníamos problemas, ni con Richard, ni con los medios y menos con Roxana.

Decidí ir a descansar a mi casa, pase por la tienda que estaba a unas cuadras y compré algunos piqueros que tal vez le gusten a Rachel, subí las escaleras de la casa, el día de hoy había decidido subir por ahí.

Abrí con dificultad la puerta, tenía algunas bolsas en la mano, cuando por fin logré abrirla, miré el lugar ordenado, las cosas ya no estaban tiradas por todas partes, hasta parecía que habían movido los muebles.

¿Era mi departamento? Mire al rededor desconcertada, no lo había visto así, desde el día en que me mude.

Rachel apareció con una espátula en la mano, parecía preocupada, se acercó a mí con cautela ¿Acaso le daba miedo? ¿Por qué le daba miedo?

-Limpie un poco, esperó no te moleste- negué con la cabeza, deje las bolsas en la puerta, pero algo dentro mío me hizo sentir mal por empezar a arruinar el orden en el que se había convertido mi departamento, volví a levantarlas, la mire esperando que ella me diga dónde ponerlas, que extraño me sentía una invitada en mi casa.

-Se ve muy bien Rae...Rachel, muchas gracias- se le dibujo una sonrisa en su rostro, sus ojos se iluminaron ilusionada, se veía tan linda, no podría pensar eso, yo tenía enamorada.

-¿Te ayudo con eso?- extendió la mano en la dirección de las bolsas, las aleje de ella, hasta yo sabía que en su situación no debía hacer esfuerzo.

-Solo dime dónde puedo dejarlo- dije, ella trató de mirar que  llevaba dentro de la bolsa.

-Son piqueos, espero que te gusten las papas fritas- sus ojos brillaron, le había dado al punto, se dio la media vuelta, caminó hasta la cocina, se apresuró cuando vio el sartén sobre el fuego.

-¡Se quemó!- exclamo, deje las bolsas sobre la pequeña mesa, realmente todo estaba muy ordenado, veía cosas que no había visto en años.

Miré por encima de ella, estaba friendo un huevo, que ahora tenía unos bordes negros, ella tenía un puchero, su labio inferior temblaba y sus ojos se humedecían, era una clara señal de que aproximaba el llanto.

Tomé el mango del sartén, lo alejé de ella, realmente parecía a punto de llorar, tan adorable, saque un plato y volteé la sartén sobre ella, como pensé la parte de abajo estaba quemada.

-No esta tan mal, a mí me gustan tostados- le dije, ella me miraba arrepentida, como niña pequeña que acababa de romper algo.

Deje el sartén en el lavaplatos, con la mano arranque uno de los quemados pedazos, sus ojos se abrieron como platos y su expresión cambio de triste a sorpresa, en cuanto el pedazo negro de huevo a mi boca.

Hice todo lo posible por no hacer gestos, yo era muy gestosa, pero lo único que lograría era hacerla llorar, sonreí tragando el pedazo.

-Tal como me gusta- ella miró lo que quedaba en el plato, me miró a mí y otra vez a mí.

-Debe estar horrible- comentó, partí otro pedazo, crujiente por lo quemado que estaba, lo levanté para meterlo en mi boca, si era necesario me lo terminaría.

-¡No! Va a hacerte daño- gritó Rachel, quitándome el plato y el pedazo de las manos, se acercaron al basurero y lo botó, apagó la cocina.

-No estaba mal- le dije, ella se sentó en la mesa, apoyó su cara en la mesa soltando un suspiro que podría haberse escuchado hasta el primer piso.

-Yo te distraje cuando llegue, es mi culpa que se quemara- le dije pero ella seguía ahí sin decir nada, hice una mueca de disgusto, miré las bolsas, las volteé sobre la mesa, los muchos paquetes que había en ellos se dispersaron, algunos cayeron al suelo, me había excedido con la compra.

-Podemos comer esto- comenté, nada, no se movió. ¿En que estaría pensando? Estiré mi mano para tocar su hombro, bruscamente se levantó asustándome.

-Estoy arruinándolo todo- comentó, yo negué con la cabeza, me puse de cuchillas a su lado, ella aún parecía tenerme algo de miedo.

-Claro que no, antes de que vengas esto era un chiquero...- me sonroje había escuchado a Roxy quejarse de mi desorden, las gemelas se burlaron miles de veces de mi departamento, pero yo nunca había dicho una palabra sobre eso.

-Ahora parece un departamento, además ya te lo he dicho me sirves de compañía.- ella miró tratando de descifrar algo en mi rostro.

-Pero...yo...no...yo solo- otra vez vi las señales, el puchero, el labio inferior temblando, sus ojos humedeciéndose, quería llorar.

-No, por favor no llores, Rachel no llores por favor- le suplique, ella respiró hondo tratando de contener sus lágrimas, respiré con ella, no iba a dejarla llorar.

-Está todo bien, no tienes que ponerte así, me gusta que estés aquí- ella asintió, miró los paquetes de comida, tenía hambre, comprobé cuando su estómago rugió, sus mejillas se sonrojaron, yo no pude evitar reír, me parecía tan linda.

Abrí unos cuantos paquetes de papas, el olor divino de las papas fritas pareció hechizarnos, había comprado de todas las marcas y sabores, lays, pringles, las que la de la tienda vendía del campo, de todo, de todo.

Ella comía con delicadeza, mordidas pequeñas, no tendría confianza conmigo, quién la podría culparla esto era muy extraño para ambas, solo sabía que no quería que se marchara.

Miré el departamento, sonreí al ver el orden que creó, realmente quería que se quedara.

-Debería dormir en el sillón- susurró, pero con el silencio logré escucharlo, negué con la cabeza, en mi mente se disparaba el pensamiento de que estaba embarazada, cada vez que pensaba en ella, debía cuidarla.

-Es cómodo, no tengo problemas con dormir ahí- ella me miró con seriedad, hasta cuando fruncía el ceño se veía tan adorable, debía dejar de pensar así.

-No puedo quitarte tu cuarto, sino empezare a buscar un lugar en dónde quedarme- ¿Me estaba amenazando? Enarque una ceja, me estaba amenazando con irse, pero no podía dejar que se fuera.

-No, quédate, no puedes irte- suplique otra vez, noté una pequeña sonrisa, unos segundos y volvió a ponerse firme.

-Entonces dormiré en el sillón- golpeé mi frente, se estaba saliendo con la suya, moví mis manos en señal de que me negaba, se cruzó de brazos, aguanté las ganas de reír, esto era serio.

-¿Me voy?-me rompí la cabeza tratando de encontrar la forma en que esto funcionara, por fin se prendió mi foco.

-Dormirás en el escritorio- ella levantó sus cejas confundida, yo sonreí con el plan que tenía en la mente, además ya había bajado la guardia, yo había ganado este pequeño encuentro que tuvimos.

Comí con una sonrisa de oreja a oreja, ella parecía querer ir a mi escritorio para revisarlo, no había una cama ahí, podía adivinar estaba pensando. 

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