La tarde posterior a las muertes anunciadas en el noticiero, me prometí que haría todo lo posible por no dejar que el miedo me paralizara. Si aquellos seres de luz venían por mí, intentaría aferrarme a mi vida con todas mis fuerzas, pero no podía dejar que los días pasaran de largo mientras esperaba que algo malo me sucediese. Ya había perdido diez años de mi vida. Así que me armé de valor y salí a las calles. Quería buscar un empleo para que la gente me viese como una persona valiosa y no como una carga. Aunque quizá fuese yo la que tenía la visión más cruel de mí misma.
No me alejé demasiado. Recorrí los negocios de la zona ofreciéndome como vendedora, repositora o para cualquier puesto que pudieran ofrecerme. La mayoría de las personas con las que conversé ese día fueron tajantes en su negativa, ya que no estaban buscando empleados. Sin embargo, tanto una mujer de un puesto de diarios como un vendedor en un negocio de lencería me dijeron que si les llevaba mi hoja de ruta, podrían considerar tenerme en cuenta para algún empleo. Les agradecí y les prometí que pronto regresaría para entregarles lo que me pedían.
No tenía idea de cómo armar una hoja de ruta, en especial porque no recordaba tener estudios ni experiencia laboral alguna. Quizá podría hablar con mi madre o incluso con Samuel, quien a pesar de ser un niño era muy hábil con la tecnología, y pedirles ayuda en cuanto regresaran del trabajo y de la escuela respectivamente.
Me dirigí a la plaza más cercana a mi casa y me senté en un banco en el que la gente había grabado algunas iniciales y frases de canciones o protestas. No estoy segura de qué fue lo que me llevó a aquel sitio en lugar de decidir regresar a mi casa, pero quizás hubiese sido el destino el que me guió hasta allí.
Al otro lado del arenero, más allá del sector de las hamacas, Miguel me saludaba agitando su mano y con una amplia sonrisa dibujada en el rostro. No esperaba volver a verlo hasta la siguiente sesión de terapia, pero allí estaba él y ahora se encaminaba hacia donde estaba yo.
Cuando llegó frente a mí me saludó con un beso en la mejilla. Pude sentir su barba incipiente sobre la piel de mi rostro. Lo invité a que se sentase a mi lado y así lo hizo.
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Sin mi ayer✔️
Mystery / ThrillerDISPONIBLE EN AMAZON EN E-BOOK Y EN PAPEL Novela de suspenso (Thriller psicológico) «Sin mi ayer»: Leda tenía doce años cuando desapareció. Regresa diez años después a su casa sin recordar absolutamente nada de aquel tiempo. Tras algunas sesiones d...