Capitulo dos

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El celular comenzó a sonar y despertó a una muy aturdida Valentina con su cabello desparramado y una mala actitud –diablos- las cinco de la mañana marcaba la hora de su celular, apagó la alarma con furia mientras caminaba al baño medio dormida para tomar una ducha rápida e intentar despertar aunque sea un poco, volvió a ponerse la ropa del día anterior, bajó a la cocina a prepararse un sándwich, rellenar su botella de agua y una manzana para el camino, todo estaba completamente oscuro abajo, ni los fantasmas que la seguían de niña por la casa estaban despiertos, caminó hasta el pasillo de la entrada y tomó el teléfono desgastado sobre la mesa, nadie nuca lo usaba pero seguía ahí en caso de emergencia y cuando su abuelo los visitaba solía hacer llamadas en el –¿qué estás haciendo?- una voz detrás la hizo perder el control y pegar un brinco de miedo –no me asustes así papá- toca su pecho intentando regular su respiración y girarse para verlo
–estaba por llamar a un taxi- vuelve a colgar el teléfono -ni hablar, yo mismo voy a llevarte, espérame un momento- desapareció unos segundos en busca de sus llaves –bien, las tengo- las señala entre sus manos –vámonos- caminan hacia la salida y el fresco de la mañana choca contra su caliente rostro y por fin se permite observar el largo jardín, antes de que su madre peleara para comprometerla tenía la libertad de ir a casa y sentarse en el césped para contemplar el cielo y disfrutar el aroma de las flores pero desde que le buscaban un futuro esposo esas oportunidades desaparecieron y ahora solo pasaba de largo cada tarde y después cada mañana, le emocionaba saber que la próxima vez que estuviera de regreso podría volver a sentarse en el lindo jardín.

El camino al aeropuerto fue en un silencio total, ni siquiera la música que provenía de la radio podía solucionarlo y aunque solía ser bastante común que ninguno hablara mientras viajaban en el auto, las circunstancias le permitían a Valentina sentirse bastante incomoda, buscando distraerse y enfocar su vista en los grandes edificios o en las personas que caminaban tan temprano directo a su trabajo preguntándose si eran felices viviendo en una ciudad tan grande y con tanto ruido, para su suerte el tráfico no era mucho y llegaron al aeropuerto justo a tiempo, León estacionó en la puerta principal y se desabrochó el cinturón de seguridad -bueno- Valentina dejó salir un gran suspiro de alivio de su boca -supongo que no regresaré tan seguido- sonreía con un toque de tristeza en su voz, odiaba las cenas pero disfrutaba de poder ver a sus padres de vez en cuando -escucha Vale, tú madre está disgustada y mucho, trataré de hablar con ella ¿de acuerdo? mientras tanto creo que lo mejor será que seas paciente- hizo una pequeña mueca y le dio un apretón a sus manos -supongo que esto pasaría en algún momento- dejó mostrar un puchero bastante convincente para su padre que hasta ella se lo había creído -sabes que te ama pero hay cosas que le cuestan aceptar y esta no es cualquiera aunque sabes que me gustaría que así fuera- su padre siempre solía tener las palabras adecuadas para hacerla sentir un poco menos mal, mentir no era su actividad favorita después de todo -te amo mi niña- la atrajo a sus brazos con fuerza -y yo a ti papá- se soltaron y con una amplia sonrisa se dijeron adiós esperando verse pronto bajo unas circunstancias completamente distintas.

Ya había pasado una semana desde aquel rápido viaje y no tenía noticias de su madre, ninguna, estaba comenzando a preguntarse si había hecho bien, hasta había considerado que quizá si disfrutaba de la constante e innecesaria atención que su madre le ofrecía, quien se había comunicado con ella era su padre solo para asegurarse de que había llegado con vida del viaje y para desearle suerte en su empleo, las consecuencias de sus actos la llevarían a eso y lo sabía pero aun así sentía un dolor ¿y que si fuera cierto? Se hacía constantemente esa pregunta ¿hubieran reaccionado así de mal? la respuesta ya la conocía, dejó caer sus hombros cansados y con pesadez antes de presionar el botón del elevador, tomaba las escaleras a diario, pero ese día no sentía ánimos de caminar y solo quería llegar a recostarse y no despertar hasta la mañana siguiente, tanto ruido en la ciudad, tanta gente la aturdía, no podía esperar a que fueran las –las vacaciones, ¡mierda! – se tocó la cabeza molesta, había olvidado lo cerca que estaba la época de descanso su única salida del mundo y con su madre molesta podría no pasarlas con ellos en Cold spring -lo que me faltaba- un suspiro desalentador cayó de sus labios.

Outside of the moon (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora