Viaje

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Por fin, después de 2 meses, había llegado el momento del tan esperado viaje. Tanto Inko como Izuku estaban terriblemente emocionados, especialmente la mujer, que había deseado conocer el país norteamericano desde su infancia.

El nacimiento de su hijo no había acabado con sus expectativas, pero el posterior abandono de su esposo la había dejado por completo detenida. Era una madre soltera, y aunque su paga era buena -Suficiente para tener su propia casa y comprar varios caprichos al mes- nunca hubiese pasado por su cabeza un viaje al extranjero, incluidas las boletas para los costosísimos parques del ratón.

Pero al fin el momento había llegado, y de la mejor manera posible. El regalo de su hijo le había derretido el corazón, nunca pensó que había criado a un ser humano tan bueno, pero el hecho de compartir ese viaje con él hacía la experiencia un millón de veces mejor.

Sus maletas estaban listas, ambos habían pedido los correspondientes permisos con anticipación y debido a sus grandes esfuerzos habían logrado que se les diera el deseado receso.

Esa tarde su hijo había ido a visitar a su amigo, Shoto, y al volver se le notaba feliz, pero ciertamente melancólico debido a la partida. Era obvio que su pequeño extrañaría a sus amigos, cosa que en parte la alegraba, significaba que esas personas eran buenas con su hijo, y que él las quería.

Se durmieron a las 7:00 pm, necesitaban levantarse a las 4:00 la mañana, para llegar a las 5:30 al aeropuerto y que su avión saliera a las 7:00. Iba a ser un día ajetreado.

Madre e hijo dieron las últimas revisiones a sus equipajes, y con eso se acostaron a dormir.

Poco antes del amanecer madre e hijo estaban por completo preparados, sus maletas junto a la entrada y un taxi en camino a su hogar.

Llegaron diez minutos antes de lo previsto, tiempo que utilizaron para comprar una café caliente cada uno, sentían como sus párpados se cerraban, más que nada por la impresión de que era muy temprano.

Cuando terminaron su paso por aduanas Inko se preguntó por primera vez el motivo de que su viaje hubiese sido programado para salir tan temprano, de tal manera que le preguntó a su hijo.

El chico respondió con inseguridad - Um, bueno... Va a ser un vuelo muy largo, y cuando lleguemos a Orlando será el momento justo para hacer check-in en el hotel. ¡Así aprovechamos la tarde para organizar nuestras cosas en la habitación y descansar! Ah... ¿Te sientes demasiado cansada, má?-

La mujer miró enternecida y orgullosa a su hijo. Realmente era muy inteligente, había pensado en eso con antelación de meses, ¡Y sólo tenía 16 años! A ella también le había ido muy bien en la escuela, pero su inteligencia venía del constante repaso de temas y la dedicación que ponía en hacer tareas, mientras que su pequeño siempre había tenido una inteligencia y suspicacia innata.

Abrazó con fuerza a su hijo, mientras jugueteaba con su cabello.

- En lo absoluto, hijito. Me alegra que hayas preparado todo tan bien... Haaa, a veces soy tan despistada.- Soltó su agarre, sólo para ver una gran sonrisa en el rostro del pecoso. De verdad, su pequeño era lo mejor que le había pasado... Aunque ya no era tan pequeño.

Mientras esperaban al aviso de abordaje Izuku no podía dejar de suspirar como una doncella. Pocos minutos después de las 6:00 había recibido un mensaje inesperado de Shoto.

" Espero que tu viaje vaya muy bien, Izuchan. Escríbeme cuando llegues, quiero saber si estás bien."

El se apresuró a responder.

" ¡Gracias, Shouchan! :D Te avisaré apenas ponga un pie en el aeropuerto ~"

" Bien... ¿Sería molesto que te escribiera?"

El corazón le dió un vuelco, lo emocionaba hablar de esa manera con el heterocromático. Al parecer un océano no los pararía para conectarse.

" Jajaja, para nada. Me gustaría mucho que lo hicieras, en realidad..."

Le costó un poco enviar ese mensaje, era un poco vergonzoso... Pero lo hizo, y de inmediato apagó su teléfono. Le daban demasiados nervios la respuesta de su amigo.

Un rato después se hizo la llamada de abordaje, y ambos peliverdes se tomaban las manos para transmitirse seguridad. Nunca habían subido a un avión, pero por más que tuvieran cierto temor la emoción lo superaba. Entraron con paso seguro, sin mirar atrás un segundo.

16 horas después, con ropas sucias, cabellos revueltos y piernas adoloridas madre e hijo bajaron del avión, pasaron controles de seguridad y alquilaron un auto -Proceso que tomó alrededor de una hora y media-.

Con ayuda de un GPS buscaron su hotel, y al llegar les sorprendió la amabilidad del staff, casi demasiado feliz de servir. Aunque ambos entendían a la perfección el idioma era Izuku quien ponía en práctica sus habilidades, debido a que su progenitora se sentía un loco "oxidada" con respecto al inglés.

Ingresaron a su habitación, un sobrio espacio cuyo color predominante era el blanco, con algunos detalles en negro y gris.

- ¡Woaaaaaah! Las camas se ven tan comodas.- Exclamó la mujer echándose con un sonoro "Plof" sobre el colchón del camastro más cercano a la puerta. -Los sabía, son plumas.- Dijo con una sonrisa.

Izuku río con ganas. Cuando su madre quería podía comportarse como una niña pequeña. El viaje iba a ser muy divertido.

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