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Maratón 4/4

SHAWN


Bajo del automóvil y salgo corriendo dentro del hospital con mi corazón demasiado acelerado, no importa que Wendy me haya dicho que se encuentra bien, no puedo tranquilizarme hasta que yo mismo no lo vea. Me siento tan culpable de lo que le pasó, si solo hubiera insistido para que me acompañara en estos momentos estaríamos riendo de cualquier tontería, divirtiéndonos, pasando un buen rato juntos y no en un hospital, mientras que suplico que sea real lo que sé, ella debe encontrarse bien, si no es así, no tengo idea de que voy a hacer conmigo mismo.
Presiono el número tres en el elevador que es el piso en donde se encuentra y siento que pasa una eternidad para que las puertas vuelvan a abrirse, de nuevo vuelvo a correr en busca de la habitación de la chica, al llegar me detengo de un golpe, observando, temiendo que me encuentre algo terrible detrás, algo que no pueda soportarlo. Mis ojos se llenan de lágrimas y coloco mi mano en la manija, animándome a que es el momento de abrirla, pero no puedo, estoy aterrado. Siento como alguien me abraza por detrás y de inmediato volteo para ver quien es, al darme cuenta que es mi hermana la enredo entre mis brazos, soltando el llanto que había estado guardando desde que recibí la noticia.

-Todo va a estar bien, ella está bien -susurra Aaliyah en mi oído soltándome poco a poco.
Su vista se coloca en la entrada diciéndome que tengo que abrirla.

Tomo aire y lo hago. Veo a sus padres tomados de la mano sentados a su lado, a Wendy intentando no dormirse del cansancio en el suelo y por último miro a mi chica colocada en una camilla donde se ve muy tranquila, solo tiene conectado un suero a su muñeca izquierda y parece que se encuentra bien. Arturo y Estrella me sonríen y mueven sus manos para decirme que entre, mi hermana lo hace conmigo tomada de mi mano, siento como si fuéramos de nuevo unos niños pequeños y la estuviera llevando por primera vez a la escuela, se ve tan tímida e indefensa que quiero volver a encerrarla en mis brazos, se acerca hacía su amiga para agarrarla de la mano cerrando los ojos.

-Es bueno tenerte aquí -murmura Arturo en el momento en que tomo asiento a su lado- . Se recuperará, hace poco salió de quirófano y por lo mismo se encuentra con anestesia, ya no hay de que alterarnos -agrega al ver mi rostro lleno de preocupación.

Dos horas más tarde puedo observar como abre sus ojos con delicadeza intentando entender lo que ocurre, su mamá en un rápido movimiento se coloca a su lado para no preocuparla y comienza a explicarle todo, Kayla solo escucha con atención sin decir palabra alguna, después su padre se acerca a ella con lágrimas en los ojos, agradeciendo que se encuentre bien y le da un delicado abrazo para no lastimarla, Aaliyah y Wendy también hablan con ella, pero no puedo si quiera levantarme del asiento, no hago ningún ruido, tanto que creo que ni si quiera sabe que me encuentro también allí. No sé que ocurre con mi cuerpo que no da señales de vida en ese instante, solo pienso que estuve a casi nada de perderla de mi vida y no puedo si quiera imaginarlo.
Levanto la cabeza del suelo y me topo con sus ojos marrones mirándome directo, me levanto del asiento para caminar hacia ella, su madre se hace a un lado para dejarme su lugar y así me encuentro a un lado de pecas.

-Hola -saludo intentando sonreír y no llorar, es muy complicado. Todos deciden dejarnos unos minutos a solas.

-Hola -habla bajo, entrelazando mi mano con la suya, no puedo soportar otro segundo y comienzo a sollozar.

-Pensé que te perdería, pensé que no volvería a platicar contigo, discutir por cosas inútiles, tenerte a mi lado, creí que no volveríamos a cruzar miradas nunca más. Fue el peor momento de toda mi vida.

-Ya no tendrías a quien decirle pecas -sonríe apretando más mi mano y con la otra que tiene libre palmea un pequeño espacio que hay en la camilla para que me siente, cosa que hago.

-Si, lo peor sería ya no tener a quien decirle pecas -me río sin que paren de escurrirse lágrimas por mis mejillas- esa fue mi mayor preocupación en esto.

Los dos guardamos silencio, observándonos el uno al otro, no quiero alejarme de su lado por ningún motivo, quiero quedarme en la posición en la que me encuentro hasta que le den de alta y cuando se encuentre en su casa irme con ella para poder cuidarla y no le ocurra nada.

-Te amo muchísimo- balbuceo nervioso. Nunca antes se lo había dicho en persona, pero cuando no tenía noticias suyas era lo único que ansiaba poder decirle.

-Te amo -responde y es cuando no puedo soportar otro segundo. Me acerco con lentitud hasta su rostro, tomando todas las preocupaciones para no lastimarla y le dejo un pequeño beso en los labios lleno de tantos sentimientos y con la promesa de que siempre haré lo posible para poder encontrarme a su lado protegiéndola, cuidándonos entre los dos si es necesario, pero no pienso abandonarla nunca, no puedo si quiera imaginar cómo sería mi vida si no se encuentra presente con sus tonterías.

Pecas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora