cuento de invierno

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Creo que ya pasaron como tres días desde que estoy postrado en esta, cama con un dolor de cabeza y una fiebre que bueno, les puedo decir que no era bonita, como también sentía que no me podía mover, mi madre me estuvo cuidando desde que de la nada me desperté y me sentí mal, en ese momento mis parpados estaban pesados como ahora pero, ahora eran un poco más livianos. Ted estuvo todo el tiempo mirando hacia el bosque en la orilla de la ventana sin dirigirme ni una sola palabra, volteaba de vez en cuando pero por primera vez me sentí solo.

Quería hablar con él pero la fiebre y el dolor de cabeza no me ayudaban en nada, mi voz era ronca y hablaba para adentro que ni siquiera podía hablar con mi madre. Pero aun eso y estando enfermo, no vino mi padre o mejor dicho, ni se asomó por este lugar, y si lo hizo fue en algún momento en el cual estaba durmiendo. Porque claro ya que no tiene nada que hacer y lo único que me quedaba era dormir y dormir. Si fuera un animal estaría invernado según lo que me dijo Ted, que cuando llega el inviernos como las plantas los animales cambia y se adaptan pero hay otros animales que invernan, es como dormir profundamente por meses, bueno así estaba o pero yo me despertaba y volvía a dormí.

― Ted... Ted... Ted... ― lo llamaba con un dolor de cabeza, como también una fiebre alta.

― cálmate ― escuche diciendo a una borrosa persona que se encontraba a mi lado.

Sentía que tenía algo en la frente algo tibio, la persona que estaba allí, me toco la cabeza y me quito lo que tenía, luego escuche un sonido de agua cayendo, luego volvió a ponerme eso en la frente, estaba tan calentito y húmedo, que me sentí bien y relajado. En ese mismo instante apareció otra persona, pero no podía definir su rostro.

Sin darme cuenta estaba apretando algo debajo de la cobija, no era nada que conociera, era como una mano rustica, pero no temblaba ni nada parecido.

― quédate tranquilo mi niño, ya viene el doctor. ― escuche decir.

― ¿como esta? ― escuche otra voz.

― Menos mal que llegaste cariño.

― ¿Desde cuándo estas así? ― sentí una mano que acariciaba mi mejilla.

― Cuatro días.

― ¿Y ya llamaste a doctor?

― sí, viene en camino no te preocupes.

― cariño, podrías preparar café.

― ya voy. ― La voz femenina desapareció y quedo un enorme vacío, junto a una respiración un poco grotesca.

― será mejor que vaya con ella. ― se iba a levantar.

― No... ― dije en voz baja y tome su mano, era rustica y firme, sentía un aire de familiar. ― quédate no quiero estar solo.

― Ah... ― temblaba un poco. ― está bien campeón no me iré.

No sé porque pero, las palabras de esa persona me reconfortaron como no se los puedo describir. Su voz resonaba en mi cabeza pero no la conectaba con nada aunque fuera familiar. Ese hombre paso un largo rato conmigo en silencio y de un momento a otro me empezó a hablar.

― Y ¿cómo estás?

― bueno... me duele la cabeza.

― Y como está tu madre.

― creo que está bien porque no la eh visto en varios días, la señora que eme está cuidando es la que eh visto.

― ¿cómo que no la has visto?

― No lo sé, no se quienes están aquí.

― No. Bueno debe ser por la fiebre, pero debes descansar.

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⏰ Última actualización: Sep 30, 2019 ⏰

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