Letters [ZiKyung]

Epílogo, segunda parte

Jiho miró al Jefe con confusión, ¿Una condición? ¿Cuál sería esa? —¿Con qué condición, jefe?

—Deberá de renunciar a su aura mágica para siempre. Es decir, ya no tendrá sus poderes sobrenaturales. Se volverá completamente humano.

Jiho lo pensó. De verdad que lo pensó. Amaba tener poderes, y sentirse fuerte, ser veloz, y todos los otros dotes que su aura mágica le otorgaba. Pero sobre todas las cosas, se sentía feliz cuando tenía a Kyung a su lado. Se sentía bien de saber que podía contar con él. Y a pesar de no saber si alguna vez él sentiría lo mismo por él, si Kyung alguna vez lo recordaría, o cualquier otra cosa negativa, Jiho lo amaba por sobre todas aquellas cosas. Y se sentía dispuesto a dar lo que más amaba, su magia, y a arriesgarse a todos aquellos finales negativos, por el amor tan grande que sentía por él.

—Sí, jefe. Acepto. Muchas gracias por otorgarme esta oportunidad. Permítame estrechar su mano.

Pero el jefe no estrechó su mano. El jefe se abalanzó sobre él y lo abrazó. —Basta de formalidades. Puedes llamarme padre. Y querido hijo, espero que seas feliz. Corre por ese muchacho. Vete ahora.

[...]

Kyung se acercó al comedor de la escuela con sus amigos

—Kyung, no te tardes escogiendo tu almuerzo. Buscaremos una mesa para todos antes de que los deportistas lleguen al comedor.— Le dijo Taeil.

Kyung rió —¡No saben lo mucho que odio que puedan traer sus propios almuerzos desde casa!

Kyung tomó unas cuantas papas fritas con ensalada, algo para beber, y un corte de carne para comer. De repente, se sintió extraño. Escalofríos recorrían su cuerpo... ¿Por qué? ¿Qué le sucedía? Se giró, y como en una típica escena de televisión, se estrelló con un chico que no recordaba haber visto.

—¡Ah! ¡Lo lamento mucho, no te vi venir! De verdad lo siento.

El otro joven rió —Esta bien, no fue tu culpa. Lamento no haber sido más precavido.

Kyung miró al otro joven con curiosidad —¿Eres nuevo? No recuerdo haberte visto por aquí...

—Algo así— El chico desconocido rió —Me llamo Jiho, pero me puedes decir Zico. Eres Kyung, ¿verdad? Oí a uno de tus amigos llamarte.

De pronto, el vacío en el pecho de Kyung se llenó. Aquello que olvidava reapareció. Zico era el estudiante que había recibido hace unos meses, y que había tenido que marcharse por razones que no recordaba. Había algunas cosas que le gustaría aclarar con el, para poder tener una mejor memoria, pero eso no le interesaba ahora. El chico que amaba estaba de regreso. Kyung se abalanzó a los brazos del joven, y con un corto y tierno beso, sellaron no solo lo que sentían el uno por el otro, sino el final de un trágico capítulo de sus vidas, que daba inicio a uno lleno de color, esperanza, música, y cartas.

Fin.