Chapter 13: La charla de Nina y Nefarious

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Las cosas no mejoraron precisamente al despertar de Neo. Salió despedido de su sueño por culpa de una mano enorme que lo zarandeaba. Al abrir los ojos distinguió el rostro de Nina inclinado sobre él.

—Buenos días, tío —saludó ella, con semblante apenas preocupado.

—Buenos días —gruñó Neo, sin cambiar de posición. Sentía la espalda muy dolorida. Maldita ciática.

—¿Pasase toda la noche en ese sillón? —preguntó Nina, ya erguida con las manos en las caderas.

Neo abrió la boca y de repente la cerró. Había algo muy malo en todo esto. Recordó súbitamente todo lo ocurrido en la cocina. No había sido un sueño… su rostro enrojeció al recordar también que Nina lo había visto en esa situación comprometedora.

—Nina, lo que viste anoche…

—No ha pasado nada anoche —lo interrumpió Nina con un tono frio. A Neo se le estremeció el corazón.

—Lamento que hayas visto eso…

—No me molesta que hayas estado haciendo el amor con él, tío. Lo que me molesta es que, a juzgar por el olor a licor y el rostro de Crash, no parecía saber ni donde estaba parado.

—No lo emborraché yo. El idiota creyó que el licor de fruta era jugo.

Nina lo observo unos momentos y luego suspiro.

—Levántate, voy a preparar el desayuno.

Neo no se movió. La espalda le dolía demasiado. Intentó disimularlo, pero ella lo conocía demasiado bien.

—Humm, ya veo… —murmuro.

Antes de que Neo pudiera replicarle, Nina estiró sus manos mecánicas y lo levantó del sillón.

—¡Nina! —gritó, mas por el dolor que la sorpresa, pero ella hizo caso omiso de sus protestas. Ella lo cargaba como si fuera un saco de papas o algo similar hasta su cuarto.

Crash estaba allí, sentado en la cama, hecho una ruina. En sus manos sostenía una taza de café. Parecía haber salido de la ducha, pero parecía muy cansado. Nina lo acostó boca abajo.

—Crash, a Neo le duele la espalda. Hazle unos masajes —dijo Nina con aparente indiferencia. Dicho esto, se dio vuelta y se marcho de la habitación, cerrando la puerta a sus espaldas.

Entre los dos hubo un incomodo silencio. Tenía la esperanza de que no lo recordara, pero el ex marsupial no lo miraba a la cara y estaba con el rostro rojo. No sabía que decir. Al final Crash hablo:

—Neo, anoche…

—Olvídalo —espetó Neo, sin mirarlo

—Pero…

—Olvídalo.

Crash lanzó un suspiro y se sentó a horcajadas encima de su trasero.

—¿Pero qué demonios…?

—Nina dijo que Crash debería hacerte masajes —murmuró, no muy seguro. Sus manos se deslizaron por debajo de su camiseta, recorriendo su columna vertebral con los dedos de manera tan suave que le provocó un escalofrió y millones de pensamientos inadecuados, pero deseados. Las manos subían y bajaban por la espalda de Neo. Empezó por la nuca masajeando en círculos usando solo los pulgares y bajando lentamente por el resto de su columna. Neo se había olvidado del dolor, de todo lo demás. Solo estaba concentrado en los rítmicos movimientos de Crash. Su deseo crecía y apenas tenia conciencia de que se estaba deteniendo para no cometer una locura.

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