Chapter 9: La renuncia de Neo

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Iba a llover.

Hacía cinco días que Nina había llegado de la Academia del Mal de Madame Amberley y desde hacía dos días que la tormenta de verano amenazaba desatarse sobre las islas. Ese día, muy temprano, las nubes comenzaron a concentrarse. Los indígenas que estaban encargados de comerciar lo sabían y no creyeron conveniente zarpar, a riesgo de que una tormenta terminara haciéndoles perder las mercaderías, las embarcaciones o sus propias vidas

Neo Cortex no le había prestado atención al clima ni mucho menos. Estaba tomando su café con tostadas y mermelada de frambuesa, pero esta vez Nina lo acompañaba en la cocina. Desayunaba un bol de cereal con leche, mientras miraba unos apuntes de Química Maligna apoyado sobre la barra desayunadora donde estaban sentados.

—Estas en vacaciones, nena —murmuro Neo, mordiendo una tostada.

—Pero los profesores me mandaron tarea, tío —protestó Nina.

—Es verdad, pero espera a terminar de desayunar al menos.

Nina soltó un resoplido y cerró su cuaderno universitario con el dibujo de un cuervo demoniaco. Miro atentamente y Neo y comenzó a reírse.

—¿Qué pasa? —le espeto Neo.

—La abuela te retaría por comer un desayuno tan pobre.

—Bueno, no tiene por que enterarse.

Nina echó un vistazo al reloj de la cocina

—Se te hace tarde —anuncio. Neo suspiro con resignación y hastío. Se levanto y abrazo tiernamente a su sobrina.

—Cuídate. Y no quiero encontrarme la casa hecha un chiquero. Y no salgas de aquí hasta que regrese.

Nina hizo un gesto de okey con la mano. Neo dudaba que cumpliera la última parte, pero no le quedaba otra opción. Fijo las coordenadas en su cinturón.

—Mándale saludos a Crashie —le dijo Nina con una sonrisa. A Neo se le paralizo el movimiento de sus dedos

—¿Crashie? ¿Llamaste Crashie a esa bola de pelo? ¡Es mi peor enemigo, por si no te acuerdas!

—Si… ¡pero es súper lindo y tierno!

Lo había dicho como si eso zanjara la cuestión. Casi todos los buenos eran guapos. Así nunca sería una malvada. Prefirió no discutir.

—Cuídate —gruñó y se teletransportó a N. Sanity.

Crash estaba sentado en el pilar, tomando un vaso de algo que probablemente era jugo de wumpa. Neo se sorprendía que tuviera ganas de levantarse tan temprano. Y, ahora que lo pensaba, muy poco sabia de él.

Al subir las escaleras, noto algo extraño. Crash parecía nervioso. Evitaba mirarlo a los ojos mientras se levantaba y ocupaba su lugar en la silla. Neo pensó por un momento en ignorarlo, pero tenía la extraña sensación que algo tenía que ver con él. Se retorcía las manos, mientras miraba para todos lados

—¿Qué? —gruño Neo, apoyando su valija en el sueño.

Como era de esperarse, Crash no pronuncio ni una silaba, pero ni siquiera intento usar el anotador para expresarse.

Hundiendo el iceberg  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora