Nueva ofensiva desde las naves
Zeus se despierta, y Apolo lleva a los troyanos a las posiciones de antes de la intervención de Posidón: dentro del campamento aqueo. Guiados por Zeus atacan las naves aqueas y les ponen en fuga.
Cuando los troyanos hubieron atravesado en su huida el foso y la estacada, muriendo muchos a manos de los dánaos, llegaron al sitio donde tenían los corceles a hicieron alto amedrentados y pálidos de miedo. En aquel instante despertó Zeus en la cumbre del Ida, al lado de Hera, la de áureo trono. Levantóse y vio a los troyanos perseguidos por los aqueos, que los ponían en desorden, y, entre éstos, al soberano Posidón. Vio también a Héctor tendido en la llanura y rodeado de amigos, jadeante, privado de conocimiento, vomitando sangre; que no fue el más débil de los aqueos quien le causó la herida. El padre de los hombres y de los dioses, compadeciéndose de él, miró con torva y terrible faz a Hera, y así le dijo:
-Tu engaño, Hera maléfica a incorregible, ha hecho que Héctor dejara de combatir y que sus tropas se dieran a la fuga. No sé si castigarte con azotes, para que seas la primera en gozar de tu funesta astucia. ¿Por ventura no te acuerdas de cuando estuviste colgada en lo alto y puse en tus pies sendos yunques, y en tus manos áureas a inquebrantables esposas? Te hallabas suspendida en medio del éter y de las nubes, los dioses del vasto Olimpo te rodeaban indignados, pero no podían desatarte -si entonces llego a coger a alguno, le arrojo de estos umbrales y llega a la tierra casi sin vida- y yo no lograba echar del corazón el continuo pesar que sentía por el divino Heracles, a quien tú, promoviendo una tempestad con el auxilio del viento Bóreas, arrojaste con perversa intención al mar estéril y llevaste luego a la populosa Cos; allí le libré de los peligros y le conduje nuevamente a Argos, criadora de caballos, después que hubo padecido muchas fatigas. Te to recuerdo para que pongas fin a tus engaños y sepas si to será provechoso haber venido de la mansión de los dioses a burlarme con los goces del amor.
Así dijo. Estremecióse Hera veneranda, la de ojos de novilla, y hablándole pronunció estas aladas palabras:
-Sean testigos la Tierra y el anchuroso Cielo y el agua de la Éstige, de subterránea corriente -que es el juramento mayor y más terrible para los bienaventurados dioses-, y tu cabeza sagrada y nuestro tálamo nupcial, por el que nunca juraría en vano: No es por mi consejo que Posidón, el que sacude la tierra, daña a los troyanos y a Héctor y auxilia a los otros; quizás su mismo ánimo le incita a impele, y ha debido compadecerse de los aqueos al ver que son derrotados junto a las naves. Mas yo aconsejana a Posidón que fuera por donde tú, el de las sombrías nubes, le mandaras.
Así dijo. Sonrióse el padre de los hombres y de los dioses, y le respondió con estas aladas palabras:
-Si tú, Hera veneranda, la de ojos de novilla, cuando te sientas entre los inmortales estuvieras de acuerdo conmigo, Posidón, aunque otra cosa mucho deseara, acomodaría muy pronto su modo de pensar al nuestro. Pero, si en este momento hablas franca y sinceramente, ve a la mansión de los dioses y manda venir a Iris y a Apolo, famoso por su arco; para que aquélla, encaminándose al ejército de los aqueos, de corazas de bronce, diga al soberano Posidón que cese de combatir y vuelva a su palacio; y Febo Apolo incite a Héctor a la pelea, le infunda valor y le haga olvidar los dolores que le oprimen el corazón, a fin de que rechace nuevamente a los aqueos, los cuales llegarán en cobarde fuga a las naves, de muchos bancos, del Pelida Aquiles. Éste enviará a la lid a su compañero Patroclo, que morirá, herido por la lanza del preclaro Héctor, cerca de Ilio, después de quitar la vida a muchos jóvenes, y entre ellos al divino Sarpedón, mi hijo. Irritado por la múerte de Patroclo, el divino Aquiles matará a Héctor. Desde aquel instante haré que los troyanos sean perseguidos continuamente desde las naves, hasta que los aqueos tomen la excelsa Ilio. Y no cesará mi enojo, ni dejaré que ningún inmortal socorra a los dánaos, mientras no se cumpla el voto del Pelida, como lo prometí, asintiendo con la cabeza, el día en que la diosa Tetis abrazó mis rodillas y me suplicó que honrase a Aquiles, asolador de ciudades.

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La Iliada
Fiksi SejarahEscrita y dirigida por Homero (simpson, ok no) espero les gusta tanto como ami. Es lindo leer de vez en cuando una novela clásica.