Capitulo 11

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Hola a todos chicos, les agradezco mucho el apoyo que me están dando, nunca creí que superaría tan rápido las 700 vistas, es muy alentador, quiero agradecerles a los que han votado en cada uno de mis capitulos, son los mejores. Y bueno solo eso quería decir, espero que esten disfrutando mi historia, comenten y pregunten si tienen dudas. Los quiero.
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Sarafina y Mufasa buscaban a los dos cachorros, ya era muy extraño que no volvieran siendo de noche. Al buscar en el campo, vieron dos manchas en medio de la hierba. Ahí estaban, juntos, Nala estaba abrazada con Simba, ambos estaban profundamente dormidos, Sarafina tomo del cuello a Nala y se la llevó hasta la roca del rey, Mufasa hizo igual con Simba. Sarafina coloco a Nala entre sus patas, la abrazó e intentó dormirse. Nala tenía una expresión feliz en el rostro, la leona apoyó su cabeza al lado de Nala y poco a poco se quedó dormida.
Aún con los ojos cerrados, Sarafina sintió que algo entre sus patas se movía. Abrió los ojos y observó a Nala, la cachorra se estaba acomodando. Ya era algo tarde, el sol estaba indicando que era la mitad de la mañana. Nala despertó, recordó que estaba en el campo y que estaba junto a Simba. Al ver a su alrededor solo vio el regazo de su madre y la entrada de la cueva. Apoyó su cabeza en las patas de su madre. Sarafina la observaba sin que ella lo notara.
Sarafina soltó una pequeña risa que Nala escuchó.
—Mamá—dijo Nala.
Sarafina dejó de fingir y se rió.
— ¿Como dormiste hija?—Preguntó Sarafina
—Bien, gracias a ti—respondió Nala
—Yo soy feliz gracias a ti—dijo Sarafina.
La leona abrazó a Nala.
—¿Y como te fue ayer con Simba?—Preguntó Sarafina.
Nala se sonrojó.
—Eh.. bueno... la verdad—decia Nala
—Se sintió un aire romántico al verte tan abrazada con el—dijo Sarafina.
—Mamá en serio yo no—Nala fue interrumpida por Sarafina.
—Vamos Nala, el amor no es nada malo—dijo Sarafina.
Nala quedó mirando a los ojos verdes de Sarafina.
—Te lo digo siempre y te lo seguiré diciendo hasta mis últimos días, puedes confiar en mi—dijo Sarafina.
Nala suspiró.
—Esta bien mamá—dijo Nala—estoy enamorada de Simba.
—¡Ajá!—dijo Sarafina—ya lo sabía.
— ¿Ya lo sabías?—preguntó Nala
—Claro que si—respondió Sarafina— ¿Crees que no me doy cuenta cuando te le quedas viendo, cuando suspiras observabandolo, cuando te sonrojas al hablar con el? —Preguntó Sarafina.
Nala se sintió descubierta, su madre ya sabía que ella amaba a Simba.
— ¿Y no te molesta?—Preguntó Nala
—Porsupuesto que no Nala—Respondió Sarafina—mas bien, me alegra
—Que bien—dijo Nala—creí que te molestaría.
—Me alegra porque cuando estaba pequeña, a mí también me gustaba un leon—contaba Sarafina—a mi madre le molestaba que yo me enamorara, al final descubrí que yo también le gustaba, nos casamos al ser adultos y tuvimos a la hija más hermosa—mencionó Sarafina viendo a Nala.
—Esta bien, ahora levantemos—dijo Sarafina.
Las dos leonas se levantaron y fueron a comer con todo el grupo. Nala comia mientras observaba a todas las demás leonas. Ella logro ver a Simba, Nala lo miraba de reojo, Simba levantó la mirada y se quedó mirando a Nala. Los dos dejaron de comer para mirarse a los ojos. Simba suspiró, Nala también suspiró.
Después de un rato los dos terminaron de comer.
Se sentaron en la punta de la roca en la cual se presentan a los que acaban de nacer.
—Nos quedamos dormidos anoche—dijo Nala
—Si—respondió Simba
—Y también...juntos—dijo Nala
Simba la volteó a ver y soltó una pequeña risa.
—Creo que me abrazaste—dijo Simba
—No, tú me abrazaste a mi—dijo Nala
Simba pegó su cabeza con la de Nala. Se quedaron así por un momento.
—Simba, tengo algo que decirte—dijo Nala.
—¿Y que es?—Preguntó Simba
—Quiero decirte que yo..que yo..yo...
En ese momento Nala se resbaló y estuvo apunto de caer por el precipicio. Nala estaba agarrada con sus garras, ya no resistía, ella iba a caer.
—¡Nala!—Gritó Simba y extendió su pata, Nala la extendió su pata también intentado tomar la de Simba.
—¡Simba ayúdame!—Gritó Nala asustada.
Simba tomó la pata de Nala y la jaló hacia arriba.
Nala respiraba muy agitada.
—Nala, ¿Estas bien?—Preguntó Simba
Nala abrazó a Simba, pegó su cabeza en su pecho y comenzó a llorar. Simba le devolvió el abrazo.
—Ya estás bien—dijo Simba—no te preocupes, ya estás conmigo
—Simba me salvaste la vida—dijo Nala—te lo agradezco demasiado.
Simba se separó de Nala, le levantó la mirada para que ella lo mirara a los ojos, el león le limpió las lágrimas a Nala, y pegó su cabeza a ella.
—Mientras estés a mi lado—dijo Simba—siempre te protegeré.
—Gracias—susurró Nala
Los dos cachorros regresaron a la cueva.
—Sarafina—dijo Simba—necesito que vengas.
— ¿Qué sucede Simba?—Preguntó Sarafina
—Es Nala, sufrió un susto muy grande—dijo Simba
—¿Qué le pasó?—Preguntó Sarafina
—Casi se cae de un precipicio—mencionó Simba
— ¿Que?—Preguntó Sarafina
—¿Qué fue lo que pasó?—Preguntó Sarafina.
—Lo lamento mamá, pero estoy bien, Simba me salvó—dijo Nala
Sarafina abrazó a Simba. El león se sorprendió por ese acto.
—Gracias por salvarla—dijo Sarafina.
—Fue todo un placer—dijo Simba
—Ire con mi madre—dijo Simba
—Adios Simba—dijo Nala
—Adios—dijo Sarafina
Nala pensó en que hubiese pasado si Simba no hubiera estado con ella. El haberla salvado hizo que Nala sintiera aun más amor por el, no aguantaba decirle cuánto lo amaba. Sarafina tenía abrazada a Nala.
—Te amo Simba—Pensaba Nala
—Te amo Nala—Pensaba Simba
El amor corría en los corazones de cada uno de los dos.

El Rey León: La Historia de NalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora