______, hermana melliza del Príncipe Vegeta, inexplicablemente nació con un nivel de poder realmente bajo.
Una inesperada situación que obligo a que su padre, el rey Vegeta, mantuviera la existencia de su hija como un total misterio.
Cuando ya no er...
- ¡¡¿¿Acaso eso es posible??!! - exclamó furioso el Rey Vegeta.
- Permítame ser sincero, majestad - intentó explicar el médico con cautela y una ligera transpiración en la frente - este suceso es sumamente inusual, especialmente considerando el linaje real, pero no imposible.
Miró al médico con una furia que ardía en sus ojos, la sala estaba impregnada de tensión, y el silencio pesaba en el aire
- Nadie debe enterarse de esto, ¿entendido? - ordenó el monarca con voz firme y autoritaria.
- S-sí, majestad - respondió el médico con temor.
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En el rincón más apartado y oculto del inmenso palacio, el Rey Vegeta se hallaba en compañía de médicos y enfermeras. En ese lugar, una incubadora resguardaba a una recién nacida saiyajin, pequeña y frágil.
Esa pequeña criatura, revelada como la melliza del príncipe Vegeta, había nacido con un nivel extremadamente bajo de poder. Tal infortunio llevó al rey a tomar medidas drásticas, manteniendo a su hija en completo secreto y proclamando a su hijo como el único descendiente del linaje real.
Solo unos pocos conocian la existencia de la princesa, entre ellos una dedicada enfermera, cuya responsabilidad era cuidar y velar por el bienestar de la pequeña
- Prepara a la niña, le haremos nuevas pruebas - ordenó el rey apenas entró en la habitación.
- Pero señor -- interrumpió Fennel, la enfermera, con preocupación -- sus últimos estudios fueron hace dos días. Podría causarle más daños y.....
- ¡¡No pedí tu opinión!!, solo haz lo que ordenó - respondió bruscamente el rey sin permitir explicaciones. Nadie podría hacerlo cambiar de opinión. Los experimentos a los que su hija era sometida eran necesarios; solo así su nivel de poder llegaría a ser "aceptable".
- Sí majestad - Siguiendo sus órdenes, sacó a la niña de la incubadora y la entregó a un grupo de médicos, quienes la llevaron a un frío laboratorio.
Pasaron horas antes de que los doctores salieran de la sala, sosteniendo a la bebé en sus brazos. La pequeña se encontraba extremadamente débil y mostraba moretones por todo su cuerpo, resultado de las inyecciones y tratos que había recibido durante los estudios.
El Rey abandonaba la habitación visiblemente enfurecido, sin siquiera mirar atrás. A pesar de las numerosas pruebas a las que había sometido a su hija, su nivel de poder seguía sin mostrar la más mínima mejora.
Sin dudarlo un instante, Fennel recibió a la niña en sus brazos para atender sus heridas y luego la colocó nuevamente en la incubadora. La preocupación y el pesar llenaban su corazón cada que la veía en ese lamentable estado.
