En las afueras de una gran ciudad, donde vivían los granjeros, la vista de las estrellas era envidiable.
En los despejados prados, repletos de pasto verde y deliciosas frutas en verano, daban la bienvenida a los viajeros exhaustos con sus suculentos sabores y piadosas texturas. Muchos de estos caminantes llegaban a recorrer millares de kilómetros con tal de observar las estrellas.
No existía lugar en la tierra, o por lo menos en el hemisferio Occidente, que pudiera igualar la calidad visual de aquellos astros. De diversos colores y formas, tamaños y brillo, las afueras de la ruidosa ciudad de Coba era el lugar perfecto para deleitar los sentidos, pues las estrellas no eran las unicas que maravillaban a las personas que pasarán por allá, los frutos recién cultivados ofrecían un glorioso festín a las papilas gustativas de todos aquellos que supieran apreciar los alimentos sin cocer, las flores otorgaban fragantes aromas sin siquiera tener que acercarse, y el césped que crecía a sus alrededores era tan suave como los telares de Oriente, sin olvidar las maravillosas melodías que componía la brisa al rozar los pastizales, donde le así a las personas que escuchaban con atención un concierto inigualable.
No era de extrañar que varias personas decidieran colocar sus viviendas cerca de estos sectores, claro que sin interponerse en lo más mínimo con la naturaleza, siempre con mucho respeto y cuidado instalaban sus casas al rededor de un ancho lago que aportaba agua a las pequeñas y exóticas criaturas de las praderas, además de refrescar el aire esos intensos días de calor veraniego.
Vivir en aquellos al rededor es era un sueño para muchos, muchos de los cuales unos pocos afortunados podían acceder.
Era muy complicado conseguir una territorio por estos lugares, pues además de estar celosamente cuidado por las personas que vivían ahí, pues consideraban que era mejor otorgarle un perímetro de estos bellos terrenos vírgenes a aquellos que de verdad los apreciarán y no a cualquier "nuevo rico" que quien sabe Dios lo que podrían hacerle a este preciado paramo, se creía que existía una fuerza muy poderosa resguardando estos lugares, algo que el hombre no puede manejar o por lo menos no con sus propios medios.
Por esta misma razón Maya se sentía muy afortunada, la pequeña niña tenía la suerte de que sus abuelos poseen una casa dentro de estos territorios, ella junto con su hermana Idem venían a visitar a sus abuelos todos los veranos, sus veranos fueron siempre un recuerdo atesorado y muy preciado para ambas niñas, las largas horas debajo de las sombras de los árboles, pescar con sus diminutas manos, correr descalzas por las praderas, las extenuantes caminatas por los bosques y cerros cercanos, pero sobre todo lo más bello de todo eran las reuniones astrales.
Cuando las dos hermanas junto con sus abuelos y varios pueblerinos se reunían al rededor de un fuego acogedor (preparado sobre varias láminas de metal para no dañar el suelo) a cantar y bailar. Cuando ya eran las altas horas del anochecer se apagaban todos las fogatas y llamas que producirán la más mínima luz dejando el lugar en completa penumbra.....
O eso era lo que creía la gente de la ciudad, que sin sus preciadas luces eléctricas si quedarían sumidos en una mortal oscuridad.
Todos aquellos que habitaban la pradera se iluminaban sus rostros con la luz potente, nítida y natural de las mismísimas estrellas, que resplandecian como ninguna luz artificial jamás lo haría. Las familias se unían para maravillarse por el escenario, los enamorados se escondían en los bosques y con la luz de las estrellas se jugaban amor eterno, mientras que dos jóvenes hermanas tomadas de las manos salían rozando con sus dedos las grandes extensiones verdes, perdiendose más allá donde sólo hay pasto, flores y estrellas.
Se recostaban pasando sus manos por la tierra, dejando que el olor a rocío entrará hasta en la última de sus células pulmonares, mientras sus ojos se perdían en la infinidad de los luminosos fantasmas que habitaban los oscurecidos cielos.
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Los cuatro símbolos (sueños) 1: Los sueños de un niño.
FantasyHace ya un tiempo una fuerza mayor a cualquier otra defendió a nuestro mundo. Dividiéndose en cuatro este poder procuraba proteger al ignorante, al débil, al desconfiado y al intolerante. Para así algún día poder moldearlos y volverlos tan dignos c...